"Es como un juego de niños hecho en serio y entre adultos. Con lo cual, ciertas razones más ingenuas tienen que quedar de lado. Ahí radica la complejidad. Aprendí a hacerme bien el nudo de la corbata, por ejemplo. En general, voy por la vida más reo, pero es divertido porque también tengo ese costado".
Alberto Ajaka interpreta en El lobista al Dr. Manuel Quinteros, un fiscal de la Nación que tiene como principal objetivo detener al personaje de Rodrigo de la Serna. "Soy un abogado que tiene alguna animosidad que viene del pasado con Matías Franco y en el camino me encuentro con el personaje de Darío Grandinetti. Como los dos se ocupan de cosas non sanctas, me encargo de seguirlos e intentar atraparlos", cuenta en un mano a mano con Teleshow.
Cuando la realidad supera la ficción
El actor, que también comparte elenco con Julieta Nair Calvo y Leticia Brédice, asegura que utilizó elementos y personalidades de la realidad para componer y ponerse en la piel de Quinteros.
A mi pesar, a veces es inevitable poner todo lo que soy en un personaje
"Los guiones van dando una pauta bastante clara de por dónde ir y siempre hay un elemento de la realidad de los cuales uno se va nutriendo. Hay abogados mediáticos, casos claros también de la historia reciente, funcionarios de la Justicia…", detalla.
"Además de lo que el guión le sugería, yo le fui agregando algunas conductas. Es un tipo muy concentrado en su trabajo, obsesivo, no solamente en su oficio, sino también en sus gustos, con cierto menosprecio de todo lo que tenga que ver la vida que él considera común y corriente del resto de las personas: la familia, el fútbol, los amigos. Eso también hizo que incorporara algunas cuestiones de conducta en relación a la apariencia, la prolijidad…", describe quien en 2015 ganó el Martín Fierro al mejor actor de reparto por Donofrio, el personaje que interpretó en Guapas.
Todos tenemos momentos en la vida en que decimos: ‘Qué tarado, ¿por qué hice esto? ¿Quién me creo que soy?’
Con respecto a los casos de público conocimiento y a los abogados mediáticos de quienes dijo haber tomado actitudes, Ajaka cuenta que investigó y estudió mucho para el rol que le tocó cumplir. "Vi todo tipo de videos de la realidad y de la ficción. En nuestro oficio, retenemos esa información para luego utilizarla de alguna manera. Y en la medida que uno se pone a investigar sobre eso, el camino no es tan difícil. Lo difícil es ecualizar eso. Lo que sería un comportamiento de lo que uno decide hacer y que sea verosímil", analiza.
Alberto Ajaka vs Manuel Quinteros
"A veces, a mi pesar, es inevitable poner en un personaje todo lo que soy", sostiene el actor y agrega qué le aportó al fiscal que interpreta en el unitario que se emite los miércoles por El Trece y los jueves, en TNT. "Le puse oficio, que no es poco, concentración y después, si se quiere, soy una persona interesada en ciertas expresiones que no son: me gusta mucho el arte popular y también algunas expresiones que son consideradas de elite", asegura quien se viste "como reo" pero que también tiene su costado elegante.
"Para mí, eso tiene una formación y lo he trasladado en un tipo con cierta apreciación intelectual sobre los fenómenos de la vida, que no necesariamente está bien. Lo puedo hacer un poco tonto, solemne e idiota, como a veces me puedo poner yo en la vida", reconoce el actor de 45 años.
"¿Si reconozco cuando eso sucede? Sí, pero ahí es ir a mi propia estupidez y ponerla al servicio del personaje. En tanto, se podría decir que están casi todos los arquetipos y con humanidad y humor, hay que entregar ese perfil a veces miserable que pueda tener y que no tiene que ver con la conducta", continúa quien está en pareja pero prefiere mantener en reserva su vida privada.
Para mi personaje, tomé casos y abogados mediáticos de la realidad
"Todos tenemos momentos en la vida en que decimos: 'Qué tarado, ¿por qué hice esto? ¿Quién me creo que soy?'", agrega Alberto Ajaka y concluye: "Hay lindas escenas que, en el caso de mi personaje, se lo puede ver en esa situación. Y yo hoy no estoy solo en la vida pero a veces me siento solo, como a todos nos pasa. En esos momentos, uno se escabulle en el registro propio de la soledad misma de existir. Pero no me quiero poner solemne porque sino también estaría siendo solemne, que es lo que no quiero ser, aunque es inevitable…"
SEGUÍ LEYENDO