Michel Noher (35) se mueve como un pez en el agua entre dos ámbitos diferentes: la televisión abierta y el teatro off. Mientras disfruta de trabajar en la tira 100 días para enamorarse y en el unipersonal El hijo eterno, transita un nuevo camino como papá soltero de Antón, el bebé de un año y medio que tuvo con Celeste Cid.
La vocación artística la heredó de su padre, Jean Pierre Noher. Aunque es reservado en cuanto a su vida privada, su relación amorosa con Celeste le dio mucha exposición. Hasta el momento nunca fue noticia por estar involucrado en algún escándalo. Pero sí está generando revuelo por su participación en la exitosa ficción de Telefe, en la que interpreta a Fidel Garrido, un profesor de literatura recién separado y con una hija, que enfrenta una crisis sobre su orientación sexual.
"A mí me gusta jugar a estos dos contrapuntos. Por un lado, él tiene un pensamiento claro, clásico y sólido, con la posibilidad de abrir mentes en los jóvenes e invitarlos a ellos a aceptarse en sus diferencias; por otro lado, en lo personal le resulta difícil llevar adelante eso y aceptarse a sí mismo. Por algo es tan sabio el dicho popular 'en casa de herrero, cuchillo de palo'. Creo que ocurre eso, como el psicoanalista loco o el médico que le teme a las medicinas", le dice Michel a Teleshow.
La ficción, un lugar para el debate
En la trama de 100 días…, el profesor suele enseñarles lecciones a sus alumnos más allá de la currícula escolar, como cuando les dio un discurso sobre la importancia de no discriminar, luego de un episodio de bullying contra Juani (Maite Lanata), una adolescente que está explorando su identidad de género. Mostrar temas tan actuales, como el acoso y la diversidad sexual, es uno de los aspectos más interesantes que tiene la ficción de Underground.
"El público está respondiendo súper bien. El espacio de la novela va más allá del entretenimiento y se abre un espacio donde se piensa, se cuestiona y se hacen debates dentro de las familias, de las escuelas o dentro de los mismos medios -explica Noher-. Es muy grato, porque es algo que no ocurre tan a menudo. Tengo la suerte de estar de acuerdo con lo que contamos".
"Narrar una historia que refleje nuestro pensamiento, nuestra idiosincrasia, para mí es interesante porque nos permite pensarnos, sino, ¿qué sentido tiene la ficción y el arte en general si no nos permite pensarnos? No recuerdo escenas de una novela turca que hayan tenido la repercusión que están teniendo las de 100 días para enamorarse", sostiene, haciendo referencia casi sin querer al enfrentamiento televisivo de estos últimos años: las latas extranjeras versus las producciones nacionales.
Como dice Michel, su personaje siente una gran contradicción entre lo que piensa y lo que siente. Tras pasar una crisis con la madre de su hija, descubre que le gusta Paul (Ludovico Di Santo). Aunque le cuesta mucho aceptarlo y lucha contra estos sentimientos, se anima a experimentar este amor, intentando dejar de lado los prejuicios. "A mí abuela no le gustó", confiesa el actor sobre la escena del primer beso entre los personajes que fue noticia en los portales y muy comentada en las redes sociales.
Una nueva etapa, luego de su separación
En el plano personal, está rearmando su vida tras distanciarse de Celeste Cid. Aunque la pareja no funcionó, ambos siguen relacionados por la crianza del pequeño Antón. "La idea de separarse no es una idea feliz, no es lo que uno se propone cuando se pone en pareja; todo lo contrario. Pero hay veces que es más importante preservar la armonía en la familia y el modo de hacerlo es quizás estar más distanciados. Nosotros somos una familia y la vamos a seguir siendo. Tenemos un hijo hermoso, que cada día está más lindo, más amoroso, creciendo, y nosotros creciendo con él".
Lo más importante es preservar la armonía en la familia
Más allá de que cualquier separación es dolorosa y lleva tiempo hacer el duelo, Noher comprende que tiene muchas enseñanzas para asimilar en este nuevo período. "Es todo un proceso: estoy aprendiendo día a día cómo se hace. Por suerte me agarra en un momento en el que estoy haciendo cosas que me gustan mucho, en las que creo. Ahí hay un sostén emocional importante -reflexiona-. Es todo nuevo, como ser padre desde hace un año y medio. Cada semana que pasa Antón va cambiando, entonces me voy adaptando a las nuevas necesidades de él. Es un momento de mucho crecimiento y aprendizaje en todos los campos".
Padre e hijo, arriba y debajo del escenario
En el Centro Cultural San Martín, Michel está presentando todos los viernes a las 20 el unipersonal El hijo eterno. Con una silla como su único elemento sobre el escenario, relata una conmovedora historia sobre los desafíos a los que se enfrenta un escritor por el nacimiento de un hijo con síndrome de Down en los 80. El tempo de la obra va cambiando, ya que pasa tanto por momentos tristes como felices. Una tarea compleja que logra llevar adelante con su talento.
"Yo digo que estamos haciendo nudismo teatral. Un minimalismo extremo, pero muy apoyados en un relato potente, de mucha humanidad, donde uno como espectador básicamente puede identificarse con este personaje que va atravesando todo este camino: desde el miedo, el desprecio y el horror hasta el amor", destaca sobre esta pieza basada en la novela homónima de Cristóvão Tezza, con adaptación teatral de Bruno Lara.
Estamos haciendo nudismo teatral
"Mi experiencia con Antón me sirvió en la primera parte de la obra, en la que está este padre ansioso esperando la llegada del hijo, sin saber con qué se va a encontrar. Si bien la obra habla de una relación entre un padre y un hijo, con las particularidades que tiene, siento que es universal en el sentido de que todos hemos esperado que algo suceda. Y quizás, eso que sucede es distinto a lo que habíamos imaginado. Pasa en todos lados: la relación padre e hijo, madre e hijo, hasta en las parejas. ¿Cuántas veces uno se ve envuelto en una relación en la que se da cuenta que está queriendo que la otra persona sea distinta, más parecida a uno, o que cumpla con determinadas fantasías? Es la dificultad que tenemos de amar realmente al otro, por lo que el otro es. La obra habla de eso: de la posibilidad de amar a un otro".
Este proyecto se viene gestando desde hace unos seis años cuando Jean Pierre Noher vio el unipersonal en Brasil, donde trabaja desde hace bastante tiempo. Le gustó tanto que quiso traer la obra a Buenos Aires y le propuso a su hijo que la protagonizara. Él se encargó de la producción y el brasileño Daniel Herz de la dirección.
"Cuando leí el texto quedé maravillado. Le pregunté a mi papá cómo se hace esto para sostenerlo, montarlo en escena y que sea entretenido de ver. Ahí empezó el desafío. Como productor, es un tipo que claramente le gusta ponerme en lugares incómodos. Solo una persona así te puedo ofrecer ese papel. Es muy difícil y desafiante, muy complejo, pero al mismo tiempo es súper estimulante. Qué mejor que un desafío para crecer, aprender y para poder ofrecer algo distinto al público", concluye Michel.
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