"Si hubiese sido rubio o morocho, no sé si hubiera llegado a la televisión. Además, (Juan Alberto) Badía, no nos hubiera frenado en la calle mientras caminábamos con mi abuela para decirle que yo tenía un aspecto divertido, que tenía que probar suerte en la actuación y que me lleve a su programa".
Con 33 años –y 30 de carrera, porque comenzó a los tres haciendo publicidades-, Fernando Govergun cuenta a Teleshow cómo debió ingeniárselas para seguir trabajando en el medio artístico cuando "el teléfono dejó de sonar". Hoy, se dedica a la producción, dirección de cine y teatro, es guionista y está filmando una película junto a Tomás Fonzi y Ariel Pérez de María.
Destacarse entre los demás
Según relata, el conductor de Badía y compañía le sugirió a su abuela que lo llevara al programa para realizar una participación especial. "Era como un personaje. Colorado, con rulitos, chiquito, hablaba con la Z…", describe el actor y agrega que su "look europeo hizo que fuera como una caricatura muy convocada para campañas gráficas".
Ser colorado es una condición física, no te hace ni más lindo, ni más feo
"Por una cuestión de colores, los colorados tenemos una estética divertida, hasta el más rudo, parece simpático", agrega quien integró elencos de Amigovios, Cebollitas y Montaña Rusa, otra vuelta, ficciones que, aunque pasaron más de 20 años, siguen repitiendo en canales de cable. "Eso hace que me conozcan los abuelos, padres, hijos y hasta chicos que son menores que yo", explica.
"Sin dudas, mi condición influyó y me dio más trabajos y personajes para hacer porque colorados, morochos y facheros hay un montón. En cambio, los colorados somos menos", analiza Govergun.
"Estoy feliz de ser colorado. Es lo que más me gusta de mi condición física. Salvo la pigmentación, porque soy muy blanquito y tengo que tener cuidado con el sol", agrega El Colo –excepto su familia, nadie lo llama por su nombre- que, cuando empezó a crecer dejó de ser "el nene tierno y gracioso que hablaba con la Z" y debió ir a un fonoaudiólogo para cambiar su léxico.
Por una cuestión de colores, los colorados tenemos una estética divertida, hasta el más rudo, parece simpático.
Realizó participaciones especiales en Trillizos, Patito Feo, Casi Ángeles, Los Roldán y Jugate Conmigo. En 2009, protagonizó Valentino, el argentino por la pantalla de El Trece y después "empezó a sonar menos el teléfono".
Cómo volver a empezar después del éxito
"Uno nunca quiere alejarse. Lo hace de manera obligada. Me empezaron a llamar cada vez menos, las oportunidades aparecían de manera espaciadas y era muy difícil remontarlo. Así que me anoté en la facultad y empecé a estudiar medicina. Me sacaba buenas notas, pero me di cuenta que no era lo me gustaba", continúa quien debió buscar otro trabajo para sustentar sus gastos.
Nunca tuve el glamour necesario de la televisión
Hizo un curso de buceo, y fue vendedor de ropa en un local sobre avenida Córdoba al mismo tiempo que surgieron algunas propuestas para reinsertarse en el medio. Hizo radio teatro universal en Radio Nacional, y comenzó a incursionar como productor y director en su propia productora.
De chiquito, era un personaje muy divertido, petiso, colorado, hablaba con la Z; parecía una caricatura
"En 2012 me reencontré con Leonardo Centeno, con quien había trabajado en Cebollitas -fue Hipólito-, que hoy es uno de mis mejores amigos y socios. Quisimos hacer cosas juntos y en 2012 llegó nuestro primer proyecto", sostiene quien siguió trabajando como vendedor durante tres años.
Bullying, discriminación y su reacción en la vía pública
Fernando agradece que en ningún set de grabación fue el centro de burlas de sus compañeros de elenco y tampoco en el colegio, pero sí destaca que hasta el día de hoy se enfrenta con distintas personas que, cuando se lo cruzan en la calle, hacen polémicos gestos.
"Las mujeres se tocan el pecho izquierdo, y los hombres, uno de sus genitales y lo hacen de manera grosera. Antes, me enojaba mucho, al punto de querer irme a las piñas, cuando lo hacía un tipo. También soy judío, y que me hagan eso, para mí es lo mismo que me digan 'judío de mierda'. Es una discriminación de principio a fin", continúa el actor.
"Los encaro, los puteo y no me dicen nada. Siguen de largo. De chico, era más calentón porque siempre fui bien de barrio -nació en Núñez y creció en Villa Crespo, en donde vive actualmente-", asegura y agrega sobre su aspecto: "Nunca tuve el glamour necesario de la televisión. Me junto en cualquier esquina, cuando hay para tomar algo rico, se toma algo rico, y cuando no, no. Tengo mis amigos de toda la vida".
Después de distintas malas experiencias en la calle, que incluyeron peleas con golpes de puño, Fernando reconoce que ahora está "más tranquilo": "Antes, era más chispita, de piña fácil. A la primera que me decían algo, me peleaba. Los años me han ayudado a corregir porque uno no puede ir por la vida pensando de esa manera".
Si hubiese sido rubio o morocho, no sé si hubiera llegado a hacer televisión
"Hoy, tengo mis límites. Permanezco en la postura de discutir y putearme, pero hasta ahí llego. Eso no está exento a que pase algo fulero y pueda reaccionar de una manera fea", agrega quien practica artes marciales.
Luchar contra el prejuicio de los colorados y el orgullo de llevarlo al cine
Fernando Govergun fue convocado para protagonizar Todo por el ascenso, junto a Tomás Fonzi y Ariel Pérez de María. La película cuenta la historia de tres amigos que recorren el país siguiendo la campaña de su equipo de fútbol que pelea por subir de categoría.
"El tema es que uno de los dos –el personaje que interpreta Pérez de María- es muy supersticioso y cree que soy mufa por mi color. Entonces, su premisa es que yo no llegue al partido más importante y se ofrecen a llevarme en su auto para boicotearme. Y tal vez el colorado termina dándoles suerte", adelanta el actor sobre el largometraje que se estrena en abril de 2019 y por el que filmaron en Mendoza, San Luis, Junín y el barrio porteño de Saavedra.
Según confiesa, "en otro momento" de su vida, lo hubiera pensado dos veces cuando recibió la propuesta. Pero el cambio que la sociedad hizo los últimos años, lo impulsó a que se anime a contar la historia desde otro lado.
"Se aborda el mito la mufa, pero desde un lugar de ficción. En otros años, hubiera dudado por miedo a pasarla mal en la calle. Por suerte, en la cancha –es fanático de River- nunca me pasó que me dijeran que le di mala suerte al equipo", aclara.
"Las agresiones son idiotas y el que me lo dice, me parece un necio. Es muy cómodo echar culpas. Uno se excusa con la superstición pero, en realidad, está culpando a alguien, y lo mío es una condición física nada más. Eso no te hace ni más lindo ni más feo", concluye Fernando Govergun, que, cuando termine de filmar, le pondrá su voz a un personaje animado de la película Arequita.
SEGUÍ LEYENDO