El pueblo quiere saber, a mediados de los 70, sembró la semilla de una estructura televisiva que floreció a principios del siglo XXI y se convirtió en moda unos años después. Un formato que cuenta con un conductor y la compañía de otras voces que colaboran con él. Con el paso del tiempo fue mutando, hasta convertirse en lo que hoy suele llamarse "un programa con panelistas".
En la actualidad hay más de 110 personas, entre ellas periodistas, modelos, humoristas, abogados y actores, que cumplen la función del panelista en la televisión abierta. Definir el número con precisión sería una tarea casi inviable: muchos de ellos no están fijos en sus programas, sino que van cuando sus otras tareas profesionales se lo permiten o, en los casos de las figuras más solicitadas del medio, arreglan de antemano los días en los que se presentarán.
Paneles en el tiempo
La televisión, como todo, está sujeta a distintas modas. Así como en su momento fueron los programas de concursos o los realities, después del 2001 los paneles de periodistas asomaron como una nueva tendencia. La mayoría de ellos tocaba temas vinculados al mundo del espectáculo y su aporte era, principalmente, humorístico.
Zap marcó una época en ese sentido: conducido por Marcelo Polino, contaba con la "colaboración", como se solía decir, de Jorge Lafauci, Jorge Dorio, Pilar Smith y Adrián Santucho.
De a poco los panelistas empezaron a poblar la pantalla y tocar todos los temas: desde las decisiones del gobierno de turno hasta los problemas económicos, inseguridad, fútbol o peleas de famosos. Duro de Domar, conducido por Lucho Avilés en un principio pero popularizado por Roberto Pettinato después, fue un emblema de este formato.
En la actualidad, el conductor se presenta como una suerte de moderador. Sus colaboradores protagonizan los debates y participan de las entrevistas. Siempre con el celular a mano, aportan la información de último momento. Incluso, revelan los mensajes y los audios de WhatsApp que intercambian con los protagonistas de las noticias para aportar testimonios de primera mano.
Los protagonistas de la TV
Este formato no discrimina géneros, horarios ni canales. América fue el primero que se aferró a esta tendencia -con buenos resultados-, y después todos lo siguieron. Hay paneles en magazines, programas de espectáculos, política y deportes.
En la emisora de Daniel Vila, excepción de los noticieros, todos los ciclos tienen paneles: Involucrados, Intrusos, Pamela a la tarde, Infama, Intratables y Animales Sueltos. Los fines de semana, Secretos Verdaderos e Infama Recargado. El programa de Moria Casán que debutó ayer, Incorrectas, vino a sumarse a la lista.
Nosotros a la Mañana, Los Ángeles de la Mañana, El Diario de Mariana y Pasión por el Fútbol presentan panelistas fijos en El Trece. La Tribuna de Guido tiene cinco "invitados" famosos en todas sus ediciones que van variando, pero a fin de cuentas cumplen con la función de panelistas. Y Ojos que no ven, por su parte, tiene especialistas que analizan los casos que Andrea Politti presenta diariamente.
La programación de este año de Telefe no quedó exenta de esta tendencia. Morfi, todos a la mesa, Cortá por Lozano y la llegada de Pampita Online a la emisora aportaron su cuota de panelistas a la pantalla chica.
Las tardes de El Nueve son de paneles: Confrontados, Todas las tardes y Hay que ver. A la noche, Bendita. Los fines de semana, Implacables. Al igual que Ojos que no ven, El show de problema cuenta con su equipo de especialistas que aporta su sabiduría y opinión ante los conflictos que se les presentan a los invitados.
La TV Pública se alejó del formato. Pero durante los años del kirchnerismo su programa más visto, 6, 7, 8, cumplió con todos los requisitos de un clásico ciclo de panelistas.
Apostar a lo seguro
Acechada por las exigencias del rating y los servicios de entretenimiento por streaming, la televisión no se anima a apostar por nuevas ideas. Todo lo contrario: va a lo seguro, a lo que se sabe que puede funcionar. Y si eso no sucede, que genere la menor pérdida económica posible.
Cada año se producen menos ficciones nacionales; Simona y 100 días para enamorarse son las excepciones entre tantas latas extranjeras. Los programas de entrevistas, viajes y realities gastronómicos repiten sus formatos…
Podrán gustar o no, pero ante esta situación, los paneles abren el mercado laboral en una televisión que mira para otro lado.
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