"Estamos unidos ya de por vida", dice Gonzalo Heredia, a días de la noticia de su casamiento con Brenda Gandini, aunque aclara que no existen planes concretos de boda en el corto plazo. La charla del actor con Teleshow ocurre minutos antes de subir a escena para protagonizar Perfectos desconocidos.
¿Quién puede hoy pasar un día de su vida sin usar el teléfono celular? ¿Quién se atreve a exponer lo que pasa a través de ese aparatito a su familia o sus amistades? Ninguno de los siete protagonistas de la obra -un grupo de amigos dispuesto a pasar una noche agradable- sospecha las revelaciones que provocará la propuesta de jugar a compartir por un rato todo aquello que esconde su celular.
Tras el éxito de Perfetti sconociutti, el film de Paolo Genovese que tuvo su remake española de la mano de Álex De La Iglesia, Guillermo Francella dirige la versión teatral que lidera la taquilla del teatro porteño. La propuesta toma como disparador el uso de los teléfonos celulares y repasa la forma de vincularnos socialmente: qué contamos, qué decidimos ocultar y cómo reaccionamos a ciertas revelaciones.
—¿Elegís la verdad a cualquier precio?
—Depende para qué. Y también depende de las circunstancias y de la otra persona: cuán conocida sea, cuánta relación tenga y cuánta confianza, sobre todo. Me considero una persona bastante honesta. A veces es mejor quizás evitar ciertas cosas, ciertas aristas puntiagudas, y a veces no. En este medio, donde no sé si abunda tanto la honestidad, yo me considero bastante honesto. Una de las cosas que más me enorgullece es que la mayoría de las personas con que he trabajado después me he enterado que han hecho buenos comentarios de la época en que trabajamos juntos.
—¿Qué preferís que digan de vos: que sos un gran profesional o un gran tipo?
—Un gran tipo, toda la vida.
—Queremos saber todo de tu casamiento.
—Es muy gracioso eso: tengo que caer en el lugar bastante obvio de que sacaron el título de contexto. Estaba diciendo otra cosa o dijo algo así como que "lo estaba pensando" y ya titularon… Lamentablemente no tengo una fecha, no tengo un lugar, no hay un preparativo, no es algo que está muy concretamente instalado; sí es una idea. Igual, ya estamos unidos de por vida.
—¿Cuánto llevan juntos?
—Desde 2010: 8 años, es mucho tiempo. Tenemos dos hijos, un perro, un pez, tenemos mucha cosas ya: una construcción bastante grande, bastante linda.
—¿Y qué paso? ¿Dijiste: "Bueno, ya tenemos a los dos chicos, el perro, el pez… ¡nos casamos!"?
—No, justamente no hubo un momento. Fue algo que se dijo, fue algo que ella dijo en una nota, que había una idea y ya está. Hay algo que se empuja también, los medios empujan: "Ahora, ¿se casan?". Seguramente va a suceder. No hay una fecha estimativa por ahora, pero sí hay una idea, claro.
—¿Cómo está la paternidad?
—Bien, la paternidad ya está instalada en mí, no es algo que puedo dejar como el jean, que me lo saco y lo dejo en casa; está. Por momentos bastante árida, preciosa. Me gustó algo que dijo Brenda que está bueno que es desmitificar un poco lo que es la maternidad y lo que es la paternidad: no es siempre color de rosa, no es siempre una publicidad televisiva. Está buenísimo que lo diga, me parece que es un gran momento para hablar de esas cosas.
—También dijo: "Mi mayor desafío es criar hijos con una mentalidad feminista".
—Sí, estoy totalmente de acuerdo. Siempre hablando en términos de igualdad de género. Desde ese lugar también es un desafío para mí sacar un montón de patrones y un montón de bajadas de línea, de educación y de cosas que te ponen en un disco rígido, que venimos de un patriarcado y demás, para expandir.
—¿Fuiste aprendiendo?
—Claro, aprendo todos los días. O sea, creo que todo el mundo, todos aprendemos eso, no es solamente el hombre o solamente la mujer, todos tenemos que aprender, tenemos que tener un nuevo lugar, una nueva apertura mental para ver que las cosas están cambiando y que siempre estuvo mal.
—Si le pregunto a Brenda, ¿en qué momento me va a decir que sos insoportable?
—Ella te va a decir: "Es insoportable, pero…". Ese "pero" está buenísimo.
—¿Pero en qué momento vos te reconocés y decís: "¡Qué tipo pesado!"?
—Todo el tiempo. Yo soy ese que dice: "¿Hiciste esto, dejaste cerrado, apagaste el…?". Ese soy yo. Imagináte ese tipo, todos los días.
—¿Tenés toc?
—Sí, en algunas cosas sí: soy bastante prolijo en la cocina, ponele; tengo algo medio de cirujano. Me gusta que la mesada esté limpia, brillante.
—¿Cuál fue el peor trabajo de tu vida?
—Visto ahora, sentado en esta silla con una obra que le va tan bien, no hay trabajo peor. Porque todo es anecdotario, a todo le puedo encontrar un lado gracioso. He puesto bigudíes en la cabeza de las señoras para hacer la permanente, y he cortado pasto casa por casa. Hoy por hoy te digo que me he divertido en los dos lugares.
—Has hecho unos desfiles.
—Trabajé en un programa en un canal de cable que ya no existe más, que se llamaba Telever, el canal 69, y sí, he hecho alguna pasada en ropa de baño. ¿Cómo se llama ese de toalla?
—Digamos que preferís que aparezca el video hot y no el video de la pasada.
—Video hot no tengo, y creo que el de la pasada de toalla no existe más, o la persona que lo tenga es bastante afortunada. Si lo vende capaz que 500 pesos le pueden dar (risas)
—Volviendo a la obra, ¿cómo es tu vínculo con el celular?
—No llega a lo adictivo pero sí a algo que tengo todos los días conmigo, que si no, tengo busco.
—Si te lo olvidás, volvés.
—No. Me ha pasado y me auto desafíe. Es una reeducación. ¿Tenés que estar pendiente todo el tiempo? ¿Tenés que estar todo el tiempo con el celular encima? Se puede no estar con el celular encima; de hecho venimos de eso. Yo tengo 36; los que tenemos entre 35 y 45 años vivimos toda la evolución del mensaje de texto. Desde el primer mensaje de texto que te llegaba y no podías mandar, hasta las redes sociales hoy. Todo eso lo conozco perfectamente. Y si yo vivía muy bien sin eso, ¿cómo puede ser que ahora no? Es una adicción. A mí me gusta el desafío de salir de esas adicciones. De descubrirte desde otro lugar y revertirlo.
—¿Te puedo encontrar revisando un celular?
—No, nunca lo hice.
—¿Y te han revisado mucho a vos?
—Sí. No sé si mucho, pero me han revisado, sí.
—¿Te enoja?
—Sí, me enoja. Pero no solo con el celular, con cualquier cosa: un diario, una cajonera, cualquier cosa. La irrupción y sobre todo el corromper el lugar propio del otro, me parece una gran falta de respeto.
—La semana pasada hubo un problema a la salida de Toc Toc, cuando las actrices hicieron el saludo final tenían puestos los pañuelos verdes a favor de la despenalización del aborto, y una mujer del público se enojó. ¿Es dificil para el actor tener que cuidarse sobre lo que opina o lo que deja de opinar?
—No sé, pero sí me parece que hay que tener cierta responsabilidad como comunicador. No se puede hablar de todo. Nadie está esperando la opinión de uno; yo no creo que mi opinión sea esperada por audiencia o por oyentes, por quien sea. No creo ser tan importante para que mi opinión tenga tanto peso sobre cualquier tema. Y hay una cosa que es importante, yo no sé sobre todos los temas, puedo tener una opinión pero no tengo una opinión para la televisión. Una cosa es la opinión para mis amigos, para mi familia, para mí círculo íntimo, pero opinar en la televisión… Ahora todas las opiniones son replicadas, hay que ser muy cuidadoso. A mí me gusta cuando opino de ciertas cosas, sobre todo televisivamente: me gusta saber, me gusta leer, me gusta escuchar sobre todo. En este caso, como no reúno las herramientas considerables para emitir una opinión trato de no hacerlo, decir "No sé tanto del tema como para opinar".
—¿Cómo sigue 2018? Pronto viene un estreno.
—El 31 de mayo estrenamos la película de Néstor Montalbano, No llores por mí, Inglaterra. Una comedia de aventuras que está buenísima. Primero la magnitud de la película: lamentablemente, no se suelen hacer producciones nacionales de esta magnitud en el cine que tenemos hoy. Y después, porque trabajar con la dupla Montalbano – (Diego) Capusotto para mí representa un poco jugar en el Barcelona.
—Estás haciendo radio.
—Los sábados al mediodía estoy haciendo con Días como estos, con Diego Iglesias en Radio Metro, donde hago una columna en la que recomiendo libros. Y después, en Radio Cultura, Notas al pie, con Sebastián Lidijover y Ana Correa , los jueves a las 22.
—Si hablamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te encuentro?
—En cinco años voy a tener 41. Espero que feliz, igual que ahora.
—¿Vas a seguir actuando?
—Sí, ¿por qué no?
—Capaz querés dedicarte a escribir y nada más.
—No, pará: tengo dos hijos, tengo que darles de comer.
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