Marina Vollmann saltó a la fama por su trabajo junto a Marcelo Tinelli durante sus primeros años en televisión. Su talento y belleza la llevaron a ser una de las modelos más exitosas a principios de los 90 y a trabajar en varias ficciones.
Sin embargo, después de dar a luz a su primer hijo, se alejó por completo del mundo mediático. El pequeño, Simón (13), tenía inconvenientes para concentrarse en clase pero los médicos no le brindaban un diagnóstico preciso. Fue un arduo camino de investigaciones, cambios de colegio y angustia hasta que finalmente le confirmaron que tenía dislexia y pudo recibir un tratamiento adecuado.
Un hecho que le cambió "el camino de la vida", según su propio testimonio a Teleshow. A raíz de esta situación comenzó a informarse al respecto y actualmente es embajadora de la Asociación Dislexia y Familia (DisFam) en Argentina, una asociación que se dedica a asesorar a otras familias que pasan por lo mismo.
"Todo comenzó con mi hijo mayor. No podía prestar atención: se tiraba al suelo, le costaba muchísimo concentrarse, era disperso… Como toda mamá desesperada y sin saber qué hacer, lo primero que hice fue sacarlo del colegio. Ahí me encontré con estas situaciones educativas que uno no conoce cuando tiene un hijo sin problemas, pero que aparecen rápidamente cuando hay un conflicto. No tenía diagnóstico, no sabía qué le pasaba", relató Vollmann a Fernanda Iglesias para La Nación.
La dislexia es un trastorno en la capacidad para leer y hablar que se presenta en niños, que genera frustración en los pequeños y, como consecuencia, baja autoestima. "El pensamiento disléxico es como una película continua que se interrumpe cada vez que aparece una palabra abstracta, y el 50 por ciento de nuestro vocabulario está compuesto de esa forma", explicó Gustavo Abichacra.
"Simón pasó por tres escuelas hasta que, en tercer grado, llegó a un lugar donde lo integraron y lo contuvieron, pero todos esos años fueron tremendos. Me acuerdo de entrar y salir de reuniones con directoras que no sé cómo tenían colegios", dijo.
Finalmente, ella misma terminó dándose cuenta de qué era lo que tenía su hijo viendo el documental The gifts of dyslexia: "Me empezaron a resonar cosas que a Simón le pasaban. Puse 'dislexia' en Google y empecé a investigar. Me contacté con el presidente de Disfam, con psicopedagogos… Empecé a meterme y a querer ayudar. Se fue dando solo porque en realidad siempre quise ayudar pero nunca supe cómo".
Según su testimonio, esta situación le demandaba mucho tiempo y dedicación, por eso debió alejarse de la televisión: "Me acuerdo de salir llorando de los colegios, tener que ocuparme de un montón de cosas. Simón tenía ocho años cuando nació mi segundo hijo (Teo, que también tiene dislexia), entonces imaginate que tenía demasiado trabajo ya. Yo sacaba a mi hijo del colegio y a la tarde siempre tenía algo: psicopedagoga, psicóloga, terapia ocupacional… Recorría colegios con una panza enorme y después con un bebé recién nacido. Fue duro".
"Mis hijos se van a tratar con profesionales de acá a mucho tiempo más. Uno es disléxico para toda la vida, pero lo vas compensando con distintos métodos de aprendizaje. Hay uno de la psicopedagoga Rufina Pearson que activa muchísimo la lectoescritura cuando a un chico le cuesta leer o escribir. Es un tratamiento afuera del colegio", explicó a Teleshow.
Vollmann aseguró que ella también es disléxica, ya que sus niños son hijos de padres diferentes. Recordó que de niña le costaba escribir y concentrarse y que nunca pudo leer un mapa.
"Todo esto me enseñó que la disléxica era yo. Descubrí que por eso en el colegio me costaban tanto algunas cosas… Esto tiene un componente genético y también psicológico. También me marcó un camino y me ayudó a marcarles el camino a los demás. Me han hecho llorar y sufrir en varios colegios hasta que encontré la escolaridad adecuada para mis hijos".
"He pasado por un camino en el que me sentí maltratada. Y el maltrato es doble: una cosa es cuando te dicen algo a vos y otra cosa es cuando se lo dicen a tus hijos. Me enseñó que el instinto de la madre es muy importante, todo pasa primero por el camino. Me dio un trabajo. Me cambió la vida", contó, emocionada.
Un gran paso
El martes pasado se reglamentó la ley 27.306 que garantiza el derecho a la educación de las personas con Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA), como la dislexia. De esta manera, las obras sociales están obligadas a hacerse cargo de los tratamientos y se hará la capacitación docente correspondiente.
"Se les deberá dar a los chicos con dislexia adaptaciones curriculares para que puedan ser integrados dentro de las escuelas normales. Ellos tienen inteligencia normal o superior a la de cualquier otro chico pero tienen que estudiar de otra manera".
"La dislexia por lo general viene aparejada con otras cosas, como la discalculia (dificultad en el aprendizaje de los números), o la disgrafia (dificultad en el aprendizaje de la escritura) y hay pocos docentes capacitados para enseñarles. Por eso es clave esta ley", manifestó.
La baja autoestima y el bullying son dos factores contra los que tienen que luchar los chicos con dislexia: "El chico está quebrado emocionalmente y no siempre le enseñan de la manera en la que puede aprender. No somos robots que aprendemos todos de la misma manera: su autoestima se va debilitando a medida que sienten que no pueden lograr nada. Por eso la oralidad es la base para que aprendan y logren muchas cosas".
Otra vida
Actualmente Vollmann es portavoz de DisFam en la Argentina -en octubre realizarán un congreso para brindar más información sobre la dislexia- y ayuda a otras madres que pasan por situaciones similares a la que tuvo que atravesar ella. Algunas de sus recomendaciones se pueden ver en su cuenta en Instagram.
"Me llaman mamás de todos lados y siempre contesto. En este camino recibí mucho maltrato. No te imaginás las cosas que me decían de Simón. Acá no estás hablando de si bailaste bien o mal, están hablando de tu hijo. Duele mucho".
Trabajó en radio, vendió bikinis y hasta tuvo un bar en Ideas del Sur. De su paso por la televisión le quedan grandes recuerdos: "Marcelo Tinelli sigue siendo un amigo. Desde Tinelli, que me permitió tener el bar, hasta toda la gente con la que trabajé. Me han respetado mucho y yo a ellos".
De todas formas, no volvería a la televisión: "Ya está para mí. Ahora mi realización personal pasa por otro lado. No estoy para un Bailando… A menos que sea para ayudar a la asociación".
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