Conociéndote o Cuando amas a alguien, entre otros hits, te llevan a una sola persona: César Banana Pueyrredón. El cantautor supo ganarse el corazón de las mujeres y de muchos hombres… ¡Y hasta salvó matrimonios gracias a sus letras!
Con un padre publicista y un abuelo político, César rompió con todo tipo de paradigma para seguir su vocación y abocarse de lleno a la música, con la que hace años recorre su propio camino. Y con sus canciones, que siguen más actuales que nunca, lo esperan presentaciones el próximo 10 de febrero en La Plata, y el 16 en el Teatro Gran Rivadavia. También actuará en San Isidro y en distintas ciudades del Interior, como Mendoza, entre otros lugares.
—¿Ya de chico eras romántico?
—Sí. Soy un romántico empedernido. Siempre quise hacer canciones, y me empecé a dar cuenta que a través de las canciones de amor, de las canciones románticas, encontraba mucho más mis palabras, mis frases, mis imágenes. Me salía mejor.
—¿Cuándo hiciste tu primera canción?
—Se la hice a una compañera de banco a la que estaba tratando de conquistar. Tenía 10 años. Era muy introvertido, muy tímido, y a través de las canciones podía canalizar todo ese mundo interior que cada uno tiene.
—¿No te molesta que te sigan pidiendo "Conociéndote" cuando ya hiciste otras canciones?
—Me encanta cantarla. Sé que es una canción importante para la gente, y para mí también. Es un privilegio tener canciones ya metidas en la gente. Además me demuestra que hay ciertos códigos que persisten. Eso es bueno: sentir que no todas las cosas van entrando en esa cosa de obsolescencia programada por la que todo tiene que terminar. Las buenas canciones, las clásicas, no terminan; están ahí siempre que uno las necesite.
—¿Qué te genera escuchar historias de personas que se enamoraron con tu canción?
—Me emociona. Y todavía más: hay gente que me dice que tal canción mía les salvó el matrimonio, por ejemplo. Y lo he comprobado una vez con el dueño de una discoteca que nos había contratado. Me dice: "Estoy separado hace cinco años y mi ex va a venir esta noche, le encanta tu música". Cuando fue, me avisó que estaba. Le dediqué la canción "Nadie podrá hacerme olvidar", y cuando terminó el show el dueño vino hablarme tomado de la mano de la ex mujer: "Cantaste esa canción, nos miramos a los ojos y nos agarramos de la mano, nos corrió una electricidad por el cuerpo y estamos acá de nuevo. Lo vamos a intentar", me dijo. Evidentemente ellos tenían algo pendiente, obvio, que todavía no había terminado bien, y la canción les disparó un deseo, un sueño, esas ganas de estar juntos de nuevo.
—¿Tus canciones te sirvieron para conquistar a tu mujer?
—Más o menos. Un poco. Le escribí mucho a mi mujer tratando de compensar que "Conociéndote" no se lo había escrito a ella, pero las mujeres tienen celos retroactivos, como sabrás: no se olvidan esas cosas que fueron hechas antes. Yo siempre me río, y ella también. Y le digo que es una de las pocas chicas a la que no le gusta "Conociéndote"…
—Porque no es para ella.
—Claro. En ese sentido me hizo trabajar más en mis propias canciones. Hay muchas canciones que tienen que ver con mi vida, pero hay muchas que tienen que ver con cosas que sucedieron de verdad pero no a mí, sino a un familiar, a un amigo o a alguien que me contó una historia y me gustó. Algo tiene que haber, la frase o la historia, para que el artista que hay en mí le divierta, le encuentre un desafío lindo a poder desarrollar esa idea. Y hay un tercer grupo de canciones que simplemente se basan en historias que nunca sucedieron y salieron porque la frase estuvo muy buena y empecé a escribir, y fue así.
—Me imagino que después de haber hecho "Conociéndote" la vara debe haber quedado más alta…
—Exactamente. Hay pocas canciones en el rock y el pop argentino que hablen del impacto que genera ese primer momento con alguien que sentís que te atravesó la cabeza. Generalmente en la música popular y en el tango siempre es la nostalgia, la ausencia, el abandono, cuándo volverá, siempre es así. En cambio, "Conociéndote" celebra ese primer encuentro. Y está bueno que haya una canción que hable de eso.
—¿Qué te provoca el reggaetón? ¿Maluma? Letras un poco más vulgares que las tuyas..
—Y… Me generan muchas cosas. A veces, una pequeña frustración de decir: "Estoy componiendo un montón de canciones y me mato en buscarle una metáfora más profunda, una imagen más profunda". Y pienso, o lo confieso, porque no lo he dicho mucho en los reportajes, que estoy tirando margaritas a los chanchos porque la gente quiere escuchar otra cosa, tiene ganas de otra cosa. Pero enseguida vuelvo, encuentro en la calle o en un programa de televisión que hay una respuesta siempre a mis canciones, a mi música; como decís vos, a la poesía. Una vez dije que me parecía que Maluma era un muy buen artista y que no tenía ninguna necesidad de hacer una canción que hablara sobre "Cuatro babys" o "Felices los 4". Me parece que el mismo tema, con una letra pícara, hubiera estado perfecto. Y dije que él tiene que saber que hay una responsabilidad del artista sobre a qué público va dirigido lo que está haciendo. Y se armó un lío bárbaro: en mis redes me insultaban todos los fanáticos de Maluma. Yo no dije nada malo, sino que él tenía las herramientas como para hacer una canción mucho mejor. Y es más: terminó pidiéndole disculpas a todas las madres. En ese sentido el reggaetón no me gusta tanto. Hay una especie de cosificación de la mujer todo el tiempo, que "mové el culito", que "vamos, sácate la ropa". Hay una cosa ahí todo el tiempo demasiado abajo. Ahora, el ritmo me encanta. "Despacito" me parece buenísima. Tiene otro nivel, evidentemente. También tengo que entender que está todo enmarcado en una especie de etapa que estamos viviendo, de cosas muy rítmicas.
—Hoy en día hay un debate sobre el feminismo, el respeto por los derechos de la mujer y los casos de abusos que suceden en todo el mundo. ¿Cómo estás viviendo este momento?
—Estuve en un programa de televisión con la madre de Ángeles Rawson (la joven asesinada por el portero Jorge Mangeri), y le comentaba que le canté toda mi vida a la mujer ahí arriba, a tratar de conquistarla, tratarla siempre bien, con poesía, y pensaba: ¿cuántas canciones más voy a tener que escribir? Innumerables. Para compensar el maltrato que ha sufrido la mujer todo este último tiempo, es decir, lo viene sufriendo. Lo estamos sabiendo ahora, que las chicas se animan a denunciarlo. Lloraba cuando yo le decía esto. Los cantantes románticos, ¿cuántas canciones tendremos que hacer para compensar todo eso?
—¿Te da miedo que la galantería se confunda con acoso?
—Ojalá no se confunda… Pienso: estoy cantando y hay una chica en la primera fila y yo le digo "Cuando amas a alguien", y tengo que mirar para otro lado. Por suerte son parejas que se besan, que se emocionan, que lloran y que me aplauden, y que me estimulan para que siga escribiendo. Hasta ahora he tenido una respuesta buenísima. Generalmente me ha tocado cantar en un ámbito que eran todas mujeres porque era el día de la secretaria o una reunión de mujeres, es el mejor público porque están sin inhibiciones, entonces gritan y tiran cosas porque no está el hombre al lado que le dice "¡Qué papelón!". Es muy divertido ver a la mujer cuando está con sus amigas.
—¿Un saber que quieras transmitirle a tu nieta?
—Hablaba con mi hijo y me decía que la voy a volver loca con que aprenda o toque algo, y yo le respondía que me conformo con que no sea una niña prodigio que toque Mozart ya a los cuatro años. Quiero que tenga swing, que se divierta con la música. Voy a estimularla todo el tiempo a que escuche buena música, buen jazz, buen rock, para despertarle el swing.
—¿Es difícil la carrera del músico?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque es difícil trabajar de músico. Me acuerdo cuando una vez lo pararon por la calle al Flaco Spinetta y le dijeron: "¿Usted qué hace?". "Soy músico", respondió. "Pero además, ¿de qué trabaja?". No se tomaba el ser músico como un trabajo. Yo soy el chiquito de ocho hermanos, y tuve la suerte de que mi viejo, que era publicitario, me entendió y me estimuló para que siguiera con la música. Cuando terminé el bachillerato ya estaba en el grupo "Banana", había grabado una canción, estaba haciendo giras. Antes de terminar el colegio le dije a mi papá que me quería dedicar a la música y él me estimuló para que estudiara composición en la UCA y me metiera más. Él entendió que podía ser un trabajo serio.
—¿Cuándo empezaste a ver dinero en tu carrera?
—El dinero nunca se vio mucho. Hay que trabajar mucho. Aparte, como decía (Fidel) Pintos, un gran actor que tuvo la televisión y el teatro argentino, los artistas nos acostumbramos a comer faisán un día y al otro día las plumas. Es así. Yo he ido dos o tres veces del éxito con mucha repercusión y con mucha difusión a desaparecer de los medios, y no sabés qué pasó. Yo sigo trabajando hasta que vuelvo a estar en los medios. Es volver a empezar constantemente.
—¿Es cansador?
—La vida es así.
—Pero de estar ahí arriba, y bajar…
—Lo bueno es que ya desde hace unos años, te diría 20, me instalé más como un clásico. Y los clásicos no tenemos que dar exámenes todos los días. Ya estás instalado y eso por un lado es bueno, aunque cuando uno quiere proponer algo nuevo te dicen: "Cantá Conociéndote". Tampoco es molestia. Va a tardar un poquito más de tiempo meter las canciones nuevas.
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