Débora Pérez Volpin, la periodista que soñaba con cambiar el mundo

Defensora de la educación pública, con gran vocación de servicio y comprometida con distintas causas sociales, su vida estuvo atravesada por la necesidad de ayudar al prójimo

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(Damián Rodríguez)
(Damián Rodríguez)

"Llegar a la gente es un trabajo de años. Que la gente te crea y te elija tiene que ver con eso", dijo en una entrevista en 2011. Entonces era la mujer que, con una sonrisa y un tono amable de voz, despertaba a los argentinos por la pantalla de Canal 13. Tiempo después dejaría aquel trabajo para dedicarse a lo que, según quienes la conocieron, la apasionaba desde la juventud: la política.

Hija de un médico que llegó a dirigir el Hospital Fernández, Débora Pérez Volpin fue desde siempre una ferviente defensora de la educación pública. Cursó sus estudios secundarios en el prestigioso Colegio Nacional Buenos Aires y luego, desoyendo el mandato familiar que le imponía estudiar Medicina, se inscribió en la carrera de Comunicación, en la Universidad de Buenos Aires.

Lo hizo cuando todavía estudiar para ser periodista no era frecuente. De hecho, fue parte de la segunda camada de egresados de esa carrera, que tuvo su boom con la apertura democrática.

"Fue una apuesta que me despertaba mucha curiosidad", relató alguna vez. Conseguir su primer trabajo no fue fácil. "Hice lo que hace todos los que no tienen a alguien conocido en este medio, que es intentar repartiendo currículums", apuntó.

Luego de ofrecer ideas de notas en medios gráficos, presentarse a distintos puestos y hacer un casting, llegó a su vida la televisión, cuando entró como pasante en Canal 13 en 1992.

Su carisma y claridad a la hora de presentar noticias la llevaron a estar frente a la pantalla primero de Todo Noticias y luego de los noticieros de El Trece. Con el tiempo se convertiría en la primera persona que más de un madrugador veía al despertar, cuando estuvo al frente de "Arriba Argentinos", junto a Marcelo Bonelli.

"Fue un poco una casualidad. Cuando yo estudiaba, hacer tele era un poco un género menor para el periodismo. Yo soñaba con hacer notas en la calle. Estaba acá adentro y se me iban los ojos cuando veía una buena cobertura", relató.

Yo soñaba con hacer notas en la calle. Estaba acá adentro y se me iban los ojos cuando veía una buena cobertura

La política, mientras tanto, era algo que la atravesaba de alguna manera. Había militado como miembro de la Franja Morada en el secundario y también en la universidad, dentro del centro de estudiantes en aquellos fervorosos años de la llamada primavera democrática. Admiraba profundamente a Raúl Alfonsín.

"Mi vida tiene mucho que ver con trazar caminos nuevos, vírgenes", aseguró en más de una ocasión. En 2017 decidió, después de más de dos décadas de carrera como periodista, postularse como parte del espacio político de Martín Lousteau en la ciudad, Evolución Ciudadana.

"La vocación de servicio siempre estuvo presente. Mi papá fue médico y lo perdí este año luego de una larga enfermedad. Eso también habilitó a que se alinearan diferentes ideas y sensaciones. Además de la inesperada propuesta de Martín Lousteau. Quizás esto lo tenía pensado o soñado para más adelante, pero a veces las propuestas suceden a destiempo. El periodismo aparte vive un cambio bastante grande, no voy a abandonar la carrera, pero me pareció que era momento de hacer algo diferente", aseguró cuando despuntaba la campaña. Entre los temas que la desvelaban estaban la desigualdad, la falta de vivienda y la educación pública.

"Entiendo que es muy costoso, pero tiene que haber una situación más pareja para solucionar la crisis habitacional en la ciudad. También tiene que haber alguna solución para la clase media que está pagando más de la mitad de sus sueldos en los alquileres, con todos los gastos", aseguró en una entrevista con el diario La Nación. Entre sus proyectos salientes para la cuestión educativa, tenía en carpeta proponer la puesta en marcha de un "legajo digital" de cada alumno de las escuelas públicas porteñas para poder hacer un seguimiento certero de los estudiantes y atender sus problemas.

Como lo hizo cuando era apenas una cronista, recorrió cada uno de los barrios porteños, tocó timbres, habló con cada vecino que se le cruzó. Y lo hizo con ese modo claro, sereno y amable con el que lo hacía ante los espectadores que la elegían cada mañana.

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