Entre teatro, cine, televisión, publicidades y radio, Fabián Gianola (54) lleva más de 36 años ininterrumpidos de trabajo. Antes fue taxista, cadete en una embajada y hasta cargó medias reses en un frigorífico.
Alejado de la política tras haber sido candidato a legislador cinco años atrás, el popular actor disfruta la temporada de teatro en Buenos Aires encabezando Entretelones, la obra de Manuel González Gil: "Llego a la puerta del teatro a hacer función y me encuentro con gente de Santa Cruz, de Santiago del Estero, de Tucumán, de Jujuy, de Mendoza", destaca Gianola, quien cumple su octava temporada porteña tras haber pasado 22 veranos en Mar del Plata sobre el escenario.
—¿Hay algún personaje que sea más querido por vos en estos años?
—Muchos. Desde el gay que hacía en "Los Benvenutto", que me dio esa popularidad enorme y por la que Emilio Disi me dijo: "A partir de ahora, vos ya no te quedás más sin trabajo". Y hasta lo que hice con "39 escalones", "El último de los amantes ardientes" o el personaje de (Juan José) Campanella en "Entre caníbales". Hice muchas cosas muy lindas.
—¿Y cuál sentís que es el más reconocido por la gente?
—La gente hoy me habla de tres cosas: "Los Benvenutto", "Rompeportones" que lo siguen pasando, y "Televisión Registrada".
—¿Y fue como dijo Emilio? ¿Desde "Los Benvenutto" nunca más te quedaste sin trabajo?
—La verdad que nunca más. Y como es éste trabajo, que a lo mejor se termina algo en octubre y decís "Huy, ¿ahora qué pasa? En enero no tengo nada…". Y a los diez días suena el teléfono y tenés algo.
—¿En qué momento te tranquilizaste con esa incertidumbre de la carrera?
—Del todo uno no se tranquiliza cuando tiene hijos chicos. Ya mis hijos son grandes y es otro cantar (Camila tiene 22, y Nicolás 18).
Ya hace un año que estoy separado
—Camila está volviendo a radicarse a Argentina. ¿Cómo lo vivís?
—Muy contento porque terminó el secundario y se fue a estudiar a la (Universidad) Tecnológica de Monterrey, estuvo dos años viviendo en México y después se fue a Costa Rica otros dos años. Así que desde que terminó el colegio la vemos poco y nada. Se extraña mucho y tengo la suerte de que haya decidido volver y estamos muy contentos.
— ¿Y Nicolás?
—Acaba de terminar el secundario, se va a poner a estudiar Comunicación, a trabajar. Ahora está en unas terribles últimas vacaciones, todo lo que pueda hacer lo va a hacer porque el 1 de marzo ya empieza la facultad y a trabajar, al mismo tiempo.
—¿Cómo estás a nivel pareja?
—Estoy separado ya hace un año.
—¿Se disfruta?
—Es un tránsito. No se disfruta cuando recién ocurre porque son muchos recuerdos, son 30 años de matrimonio, hemos armado una familia hermosa y hay muchos lazos, muchos vínculos y mucho amor. Pero también la decisión fue consensuada, fue mutua, y vale mucho eso.
—¿Tenés ganas de volver a enamorarte?
—Claro, pero digamos que esas son cosas que suceden, no que uno las tiene que ir a buscar con desesperación.
—Pero no estás negado a volver a armar una pareja.
—No estoy negado a eso, por supuesto.
—¿Te puedo ver volviendo a convivir o sos de los que dicen: "A mí no me agarran nunca más"?
—Y… un poco y un poco. Por momentos digo "No me agarran nunca más" y por momentos digo "Bueno, si me pasa, me pasa".
Hay una tenencia compartida de perros. Cuatro perras y una gata que van y vienen para todos lados
—¿Cómo fue encontrarte después de 30 años de pareja organizándote solo?
—Difícil.
—¿No sos de los que vuelven a la casa de los padres?
—No, por supuesto que no. Me quedé viviendo donde estaba. Pero viste que las parejas tienen roles, tanto el hombre como la mujer, que algunos son tácitos, y otras cosas que son: "Vos te encargás de esto, yo pago aquello". Yo, por ejemplo, no sé prender una computadora. Entonces si tengo que pagar, hacer una transferencia bancaria, esas cosas, puedo ir a…
—Te pueden cortar la luz todos los meses.
—Sí, si no es todo con débito automático, que ya se pagó… Todavía estoy aprendiendo.
—Pensé que me ibas a decir por el lado de que te encontrabas sin comida, o sin ropa.
—No, voy al súper y compro.
—Te organizás.
—Nunca hice compras, ahora estoy haciendo.
—¿Alguien te ayuda en tu casa?
—Sí, hay una señora que trabaja siempre. Hace muchos años que está en casa así que no hay problema.
—Lo problemático tuvo que ver con la administración del hogar y no con los quehaceres.
—Sí, claro, más el tema pagos. Y después, los perros, que son hijos de padres separados.
—¿Hay una tenencia compartida?
—Hay una tenencia compartida de perros. Cuatro perras y una gata que van y vienen para todos lados.
—Los chicos son grandes, así que la discusión sobre la tenencia estuvo más en los perros y en la gata que en ellos.
—Totalmente, porque Verónica se lleva por tandas a los perros, y le digo: "¡No podés llevarte por tandas!". Se lleva de a dos, vuelven dos, salen dos, ¿qué es esto?
—Vos querés que tu fin de semana libre sea tu fin de semana libre (risas).
—Claro. Acá se va llevando de a dos y se complica a veces, porque además se lleva a los más vivos y me deja a los dos más viejitos: "No, para".
—Te deja las visitas a la veterinaria.
—(Risas) Claro. No, es una broma. La verdad que nos llevamos muy bien.
—¿Te empezaron a tirotear mucho desde que estás soltero?
—Eso está en uno, no en los demás. Estoy muy tranquilo. Tengo que transitar toda esta situación y este momento con tranquilidad y cuidando a la familia, a los chicos sobre todo.
—¿Están bien?
—Están muy bien, pero también están mirando qué hacemos y cómo procedemos.
—¿Cómo está el vínculo con la política?
—Siempre me informé mucho, me gusta la política, me gusta la actualidad del país, pero el momento político mío fue en las elecciones parlamentarias del 2013 donde (Sergio) Massa se presentaba en la provincia de Buenos Aires y lo vi como una verdadera alternativa de cambio, sobre todo porque votándolo a él se podía lograr que no se gestara la re reelección de Cristina (Kirchner), que si tenía los dos tercios en el parlamento seguramente lo iba a intentar. Estos cuatro millones y pico que logró Massa en ese momento en la provincia atentaron contra eso y se mantuvo el orden institucional, como debe ser.
—¿Después no volviste a sentir deseo de ser parte?
—No. Nunca sentí ganas de participar. Sí me involucré con mi nombre porque sentí que podía ayudarlo a Massa con eso.
—Hoy, ¿cómo ves el país?
—Lo entiendo bien con sus problemas, con su inflación, con su vuelta a la institucionalidad, que parece menor pero es muy importante el respeto a las instituciones. Ver un presidente que contesta preguntas me da alegría, o un ministro que se le pueda preguntar lo que se quiera, que pueda haber una oposición como el kirchnerismo que ante cualquier duda mete una denuncia, obliga a quien está gobernando a cuidarse mucho de meter la mano en la lata. Después está el problema del antisistema que vivimos en diciembre que cualquier motivo es bueno para preparar el helicóptero. Esto es histórico en el país, pero por suerte no están las cosas dadas como para que pase. Pero hay quienes avalaron, y quienes después no repudiaron; porque hubo mucho político callado que no dijo nada, que tendría que haber repudiado los actos de violencia. El 90% de los políticos argentinos no dijo nada.
—¿Criticas que no hayan tomado partido?
—Totalmente. Si le tiran un piedrazo al presidente, sea quien sea, a un presidente electo por los argentinos, vos tenés que salir a repudiar. Si están cuatro horas pegandole a la policía, para que la policía reaccione, y no mostrás una señal de repudio está mal.
—Fuiste candidato en las elecciones legislativas del 2013. Más allá de la violencia que veíamos afuera del Congreso, las imágenes que vimos de lo que pasaba adentro eran bastante vergonzosas también. ¿Te imaginás en el recinto en esa situación?
—No, no me imagino jamás. La política es un barro muy oscuro. Sobre todo para determinada gente que hace política de esa manera. Yo no me veo ahí.
—¿Hoy te seguís sintiendo ideológicamente representado por Massa?
—Sí, totalmente.
—¿Qué te preocupa de hacia dónde vamos?
—Los argentinos somos sobrevivientes, pero después de tantos años de desfasaje y descontrol de dinero y de manejo del poder, es muy difícil regresar a tener una inflación como los países que tienen poca inflación o una producción como los países que tienen buena producción. Es muy costoso y yo creo que el error de este Gobierno fue el optimismo, pensar que lo podía solucionar en un par de años. Está viendo hoy que le está costando.
—¿Te parece que nos vamos a amigar los argentinos?
—Siempre está enojado el que pierde, el que gana no se enoja. Hoy veo gran enojo en quienes apoyaban al gobierno anterior y no son parte, no son oficialistas. Y es el mismo enojo que a lo mejor teníamos antes nosotros, que no éramos oficialistas. El tema es no responder de la misma manera. Estamos en un estadio de nuestra sociedad de mucha intolerancia. Y es una pena porque tenemos que aprender a dejar eso de lado y convivir. Hoy no se puede hacer humor político porque la gente se enoja. Eso es un síntoma.
—¿Qué te generó el alejamiento de Luis Brandoni de la Asociación Argentina de Actores y la posterior respuesta de la entidad?
—Brandoni es un ícono de nuestra profesión. Es una persona intachable, intocable. Que él haya dado esa muestra es algo que las asociaciones de teatro, en vez de enojarse, tendrían que rever. Deberían ver para adentro qué es lo que está haciendo mal, porque Brandoni es una persona intachable.
—¿Te sentís hoy representado por la Asociación Argentina de Actores?
—No, por supuesto que no. Si vieras a diario los mails que llegan encargándose de situaciones que no tienen nada que ver con el trabajo del actor mientras el gremio se está muriendo de hambre y la entidad está endeudada en no sé cuántos millones de pesos, la verdad que da más tristeza. Nadie se involucra en cambiarlo y es difícil encontrar alguien que quiera agarrar ese hierro caliente de una entidad quebrada, con una Ley del Actor que atravesó el centro de la actividad, y cada vez nos cuesta más mantener el trabajo porque esa ley está muy mal hecha y le falta, tiene muchísima cantidad de grises, no trata la especificidad de nuestra profesión. Ha sido una ley no consensuada entre los actores, los empresarios y el Estado. Y es una ley que perjudica.
—Después del cruce que tuviste con Pablo Echarri por SAGAI, ¿se volvieron a encontrar?
—No. Yo fui a una asamblea de SAGAI y estuvimos discutiendo algunos puntos junto con Martín Seefeld, que es el tesorero. No estamos de acuerdo, cada uno opina diferente.
—¿Hoy considerás que está más ordenada la gestión?
—No. Obligatoriamente están tratando de ordenarse porque es una entidad que está llena de juicios, tiene 129 juicios de actores de doblaje, bailarines, denuncias por falta de pago a países como México, Colombia, España. Debe muchos millones de dólares a México, de diez años de no pagar.
—Pero si te llaman para un proyecto en el que está Echarri, ¿trabajás?
—Yo no tengo ningún problema. Si hay que trabajar hay que trabajar. He trabajado con muchísima gente con la que me llevo mejor, me llevo más o menos.
—¿Me querés hacer la lista de quiénes son con los que te llevás mal?
—Es poca gente con la que me costaría trabajar porque no he tenido química. Muy poca gente. Son contados con los dedos de una mano.
—Las mujeres estamos hablando mucho más y empezaron a surgir denuncias actuales y viejas que tienen que ver con acoso, con maltrato, con desigualdad en los sueldos. ¿Cómo fue el vínculo con las mujeres a lo largo de tu carrera?
—Yo estoy casado desde los 24 años, así que realmente fue una relación siempre muy profesional y laboral. Les reconozco un talento especial a las mujeres, una inteligencia superior. No tengo nada que decir de la relación de las mujeres como de la relación con los hombres, siempre fue muy pareja en ese sentido.
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