Mauricio Macri, Diego Maradona, Nelson Castro, Julio Bárbaro, Hugo Moyano, Luis Ventura o Santiago del Moro: Ariel Tarico (33) es capaz de imitar a la perfección a cualquiera de estas personalidades y a muchísimas más. Cuando era chico, soñaba con publicar sus caricaturas en la revista Humor o en algún diario, pero el destino lo llevó por un camino distinto.
Estudiar locución le dio las herramientas necesarias para tener un excelente manejo de la voz. Y cuando comenzó a hacer radio, descubrió que tenía talento para la actuación y la imitación. Desde hace años trabaja en los medios, sin embargo ganó muchísima popularidad con Nelson K, el divertido personaje que le aporta una cuota de color a Bella tarde, el noticiero que conduce el periodista Nelson Castro por el canal de noticias TN.
"Los argentinos somos como el tango: siempre la sonrisa esconde una lágrima", dijo a Teleshow el artista santafesino que está protagonizando con David Rotemberg el espectáculo Tarico on the Rotemberg, tomátelo con joda, en el teatro Maipo de Buenos Aires (los martes) y en el Centro de Arte RadioCity de Mar del Plata (los domingos y lunes). En el show, el humorista interpreta a sus mejores personajes en una sátira política y logra que el público no pare de reírse, pero también reflexione.
Tarico admite que nunca usó el humor para conquistar a una mujer y quienes lo conocen lo definen como una "persona tímida y seria", muy diferente a como se muestra en el teatro o la televisión. Disfruta de su profesión y asegura que "actuar es sanador", aunque señala que es "una carga pesada" generar risa todo el tiempo. Más allá de esto, le encanta subirse al escenario, porque se olvida de sus problemas o dolencias y genera una especie de "conexión mágica" con el público.
—En el espectáculo hablás sobre mirar el vaso medio lleno. ¿Es una metáfora que la usás como filosofía de vida o solo es parte del guión?
—Puede ser que sea algo que me acompaña de toda la vida. Yo nací en Santa Fe, a los 6 años murió mi viejo y tuve que remarla desde muy chico y siempre traté de verle el lado positivo a las cosas. Por eso, la obra habla un poco de eso al final, el mensaje que queremos dar es que a pesar de tantas discusiones y tantas peleas, hay que valorar algunas cosas, valorar el hecho del encuentro con amigos, el teatro es un poco eso. ¿Por qué hago teatro? Porque se da una ceremonia: preparar el vestuario, estar con un grupo de gente afín, que venga la gente, se divierta, después ir a comer. Es todo un ritual lindo, positivo, de buena energía. Me acuerdo cuando metí esa frase, también estaba improvisando dentro del escenario. No es que surgió de manera casual.
A los 6 años murió mi viejo y tuve que remarla desde muy chico y siempre traté de verle el lado positivo a las cosas
—¿Cuál es el personaje que tiene más éxito o con el que la gente se ríe más?
—Nelson (K) es uno de los que más éxito tiene, creo que tiene que ver por lo de la tele. Mirtha (Legrand) tiene bastante éxito y la gente la recibe muy bien. Y yo lo disfruto mucho.
—Cuando empezaste a trabajar con Nelson Castro en la televisión aumentó tu popularidad. ¿Sentís que fue un empujón en tu carrera?
—Sí, porque fue un momento clave, era la renovación de TN y querían apostar a algo diferente. Se dio algo casi natural. Al principio, lo habíamos probado en la radio, en Mitre, hace un tiempo con Nelson. Después lo llevamos al teatro y de ahí surgió lo de la tele. El hecho de que sea un noticiero de 18 a 21, que lo vea tanta gente, me hizo más conocido. Teniendo en cuenta la generosidad de Nelson, que él se prenda en el juego, eso creo que aportó mucho.
—¿Es difícil hacer humor sin ofender a nadie?
—Sí, porque siempre alguien se va a ofender. Es imposible, te diría, no ofender a alguien. Tiene que ver con la historia de cada uno, con las miradas de cada uno. Es imposible hacer algo que sea condescendiente con todo el mundo.
—Pienso que ahora algunos chistes de Olmedo serían considerados machistas u ofensivos para algunas mujeres
—En su momento cuando él estaba vivo y hacía el programa también era muy cuestionado. En esa época, lo cuestionaban de chabacano, de grasa. Hoy uno lo ve a la distancia y no sabría cómo sería tenido en cuenta en la televisión. Obviamente, las épocas cambian, los tiempos cambian y las cosas que te hacían reír antes, hoy no te hacen reír.
—¿Cómo es la relación que tenés con el público? ¿Alguna vez te pasó alguna anécdota divertida con un seguidor?
—Al principio, cuando empecé a hacer teatro en el 2008, había una fan que me seguía, era enfermera. Me fue a ver primero cuando debutamos en Capital, en Buenos Aires. Al fin de semana siguiente, estábamos en Paraná y viajó hasta allá para verme. Tengo un público que me sigue de mucho tiempo y me vio en todos lados: me vio en Liberarte, en la calle Corrientes, en el under y después me siguió en el Multiteatro. Me pasa también que se sacan fotos y me traen las fotos impresas de las distintas épocas que me vinieron a ver y con el autógrafo. A algunos los tengo de amigos en Facebook inclusive.
—¿Pensás que la risa es sanadora?
—La otra vez, Fanny Mandelbaum fue a verme al teatro y me dice: 'Me reí como una hiena, pero después me quedé pensando ¿de qué me estoy riendo?, de cosas que pasan en la Argentina'. La risa activa un mecanismo, algo, es una descarga, una catarsis, y a su vez también te puede hacer pensar y decir: 'Che, pará, ¿de qué me estoy riendo?'. Sirve para descolocarte y que empieces a pensar.
La risa activa un mecanismo, algo, es una descarga, una catarsis, y a su vez también te puede hacer pensar
—¿Cómo componés a un personaje, cuánto tiempo te lleva prepararlo?
—Tiene que ver mucho con la observación, con escuchar, con ser como una esponja, tomar las características principales del personaje. Después el proceso que sigue es de escritura, de empezar a caminarlo arriba del escenario y eso lleva mucho más tiempo. Con varias funciones, está más armado el muñeco. En general, trato de que sea una versión mía del personaje, que sea una caricatura, un muñeco aparte del personaje real.
—¿Algún político o famoso se ofendió con tus imitaciones?
—No, en general, se vuelven también fans. Me ha pasado con Guillermo Coppola que vino al teatro y hemos hecho los dos Coppola. En general tuve buenas experiencias con los personajes reales.
—¿Siempre quisiste ser humorista?
—De chico, al principio, me gustaba más el dibujo, la ilustración, el humor gráfico. Soñaba con publicar en la revista Humor, en algún diario, alguna caricatura. Y lo de la imitación y la actuación se fue dando con el tiempo, cuando empecé a entrar en la radio, a partir de ahí se fue intensificando más y dejé el dibujo como un hobby.
—¿Te da satisfacciones tu profesión?
—Sí, me da satisfacciones y también tiene su costado negativo. Lo negativo es que tenés que generar todo el tiempo un estado de ánimo, tanto en la obra como estar en un medio. Es mucha carga para el humorista. En general, para todos los que laburan en los medios esto de generar risa todo el tiempo genera una carga. Cuando estoy de vacaciones y no laburo trato de estar neutro, de no hacer nada. Es muy pesado.
En general, para todos los que laburan en los medios esto de generar risa todo el tiempo genera una carga
—¿Cómo hacés si un día estás mal o triste, pero tenés que hacer una función?
—Esto lo hablamos siempre con David (Rotemberg). Estamos resfriados o con algún problema, pisamos el escenario y es algo, no sé, mágico. No sé cómo explicarlo, automáticamente te curás. No sé explicar qué es, pero es diferente a laburar en un medio. Es una conexión mágica que se da con el público. La sala, el Maipo, también tiene como una magia rara, hay como fantasmas de los artistas dando vueltas que pasaron por el teatro. Creo que actuar es sanador.
—¿Usaste el humor para conquistar a mujeres?
—No, porque por lo general siempre fui muy tímido con las minas. A mí generación, lo que la ayudó siempre fue el chat, el messenger. Eso fue lo que acortó la timidez. El humor siempre lo tomé como un laburo. La gente que me conoce en general me dice: 'Pero sos bastante tímido fuera de escena o sos serio, sos parco, sos caracúlico'. Entonces nunca lo utilicé para otras cosas.
El humor siempre lo tomé como un laburo. La gente que me conoce en general me dice: ‘Pero sos bastante tímido fuera de escena o sos serio, sos parco, sos caracúlico’
—¿Ahora estás en pareja?
—Sí, estoy casado y tengo dos chicos. Mi mujer es locutora y organizadora de eventos, la conocí estudiando locución. No le gusta el hecho de protagonizar, le gusta más ser productora. Está muy pendiente del armado, cuando organizo algo, está en el tema de papeles. Mis hijos son muy compañeros, tratan de, a veces, venir al teatro y estar conmigo. Mi familia es de estar en los momentos puntuales. A mis hijos también les gusta mucho la actuación, mi hija baila, así que es algo natural todo esto.
—¿Por qué pensás que no hay programas de humor en la televisión?
—Hoy con las redes sociales hay microprogramas de humor todo el tiempo, diseminados en todos lados, en Twitter, Facebook, Instagram, se producen cosas para Youtube. Hoy en la televisión, producir es caro. Entonces, en las redes hay muchos cómicos y cada uno produce su material, lo edita y son como pequeñas piezas de humor. El humor está ahí. Me parece que la tele es muy difícil hoy. Además, los géneros están muy mezclados. Hay programas periodísticos que tienen humor mechado, salvo Sin Codificar o Peter Capusotto, para el resto se hace muy difícil producir algo en los canales. Gasalla dijo en una entrevista que si hay un sketch y en el libreto dice: 'Hay que tirar abajo una pared', sale muy caro. Hoy, las redes han simplificado eso y lo han multiplicado. No hay que esperar. Yo de chico sabía que los jueves a las nueve de la noche estaba Juan Carlos Mesa con Gianni Lunadei en El gordo y el flaco en Telefe. Yo esperaba todas las semanas para ver ese programa. Hoy lo podés ver en cualquier hora y en cualquier momento.
—¿Cómo es el humor de los argentinos?
—En general, tenemos esa capacidad de reírnos de nuestras tragedias. Es una tradición nuestra que viene desde hace mucho del teatro y que después se ha ido intensificando con el tiempo. Me parece que somos como el tango: siempre la sonrisa esconde una lágrima también.
—¿Cómo ves al país en general, el ánimo de la gente?
—Estamos en un momento de transición, pero no sabemos hacia dónde vamos a ir, qué queremos ser. Hay un problema de identidad que tenemos. No sabemos si ser populistas o liberales. Este gobierno expresa eso: me parece que está en un momento en el que no sabe hacía dónde ir. Creo que falta mucho todavía, nos tenemos que encontrar primero, abrazarnos a las diferencias también y va a haber muchos momentos de tensión, de discusión, de pelea, va a seguir estando esto. Pero pienso que no hay que tenerle miedo a esa pelea, a esa discusión y a ese debate. Hay que darlo y ver hacia dónde vamos.
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