"¿Llevás todo?", le pregunta Luciana (Cecilia Roth). "Sí, todo", responde Ernesto (Federico Luppi), caminando un par de pasos delante de ella. "¿Llevás plata para el hotel?". "Todo; llevo todo, sí". Y entonces, girando y poniendo una mano sobre su hombro, Ernesto se despide de su esposa para emprender un viaje clave.
"Bueh, cuidate, eh", le dice, antes de acercarle un par de recomendaciones: se quedará sola en la casa, en medio del campo y en un clima social convulsionado: "No abras si ves algo raro, ¿estamos? No va a pasar nada, pero por si las moscas…". Y tras un beso, dos frases más: "Si hay tormenta, no te asustes de los truenos. Y si te quieren violar, relájate y goza". "¡No seas guacho! No me das miedo…", acota Luciana, riendo.
Un lugar en el mundo, la película de 1992 donde se registra ese diálogo promediando la trama, incluyó en su guión esa frase que -26 años después- emplearía Cacho Castaña, colocándose en el centro del repudio y la polémica.
Dirigida por Adolfo Aristarain y con José Sacristán como otro de los protagonistas, Un lugar en el mundo también estuvo en boca de todos en aquella época, aunque por dos razones bien distintas. La primera: los premios que obtuvo de manera más que meritoria, desde un Goya como mejor película extranjera en habla hispana a dos galardones en el Festival de San Sebastián, entre otros. La segunda: una especulación que derivó en una polémica internacional que manchó su prestigio.
Sucedió que ese año la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de la Argentina postuló al Oscar el filme El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subilea. A su vez, Un lugar en el mundo se presentó como uruguaya por el único motivo que la esposa de Aristarain había sido vestuarista y coguionista. La tan mentada picardía criolla en su máxima expresión.
La Academia de Hollywood desechó la película de Subiela y candidateó la de Sacristán. Pero poco antes de la ceremonia, percatados de la estratagema -una trampa, casi: la película es argentina-, la quitó de su selección. Y en la ceremonia hasta se bromeó sobre el asunto. Un papelón, a la criolla.
Hoy, puede que Un lugar en el mundo vuelva a colocarse en el centro de la escena, esta vez por una broma que siempre tendría que haber estado fuera de lugar, sin importar la época ni el autor.
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