Un par de días atrás, Eva De Dominici lanzó una advertencia para las futuras seguidoras de Joaquín Furriel en Instagram, habida cuenta de que el galán abrió una cuenta en esa red social: "Se calman todas", advirtió la actriz al comentar una de las fotos de su novio. Al fin, ¡mujer de personalidad! "Soy impulsiva, pero cada vez me enrosco menos", dice la actriz en una entrevista que la revista Viva publica este domingo 31, y parece explicar así aquella palabras a las fans. Aunque se ataja: "Tengo carácter. Antes era más terca, pero una va creciendo".
En la nota, De Dominici acerca varias confesiones. Por caso, explica que su verdadero apellido es Quatrocchi, aunque como "no sonaba muy artístico", optó usar por el materno. Cuenta que Furriel es su primer novio "oficial", porque si bien antes estuvo enamorada, debió aprender "mucho" de las desilusiones. Y pese a la diferencia de edad en la que no se "detiene" (Eva tiene 22 años, y Joaquín, 43), sueña con "entrar con un vestido blanco" a la Iglesia, a la vez que se imagina madre de uno o dos hijos.
Pero de todos sus testimonios, uno en particular sorprende. "A veces me despierto llorando de noche", dice, sobre la angustia que le genera la muerte. "Odio que nos tengamos que morir. Antes, también temía que se muriera toda la gente que quiero. Era un miedo constante y no podía disfrutar. Ahora estoy más positiva y miro para adelante -reconoce Eva-. Cuando siento que vienen cosas del pasado, me recompongo y vuelvo a la lucha. Tengo lindos sueños también, eh".
Antes, también temía que se muriera toda la gente que quiero. Era un miedo constante y no podía disfrutar
"Trabajo para estar mejor -dice-. Tengo mis dolores, mis momentos de tristeza, y lo acepto. Soy vulnerable, muy sensible, dramática, pero ahora trato de que todo eso no se convierta en dolor todo el tiempo". La separación de sus padres, una década atrás, todavía la lastima.
En lo profesional, De Dominici está en su mejor momento. El 11 de enero estrenará una película, No dormirás, donde interpreta a una actriz -justamente- que debe padecer insonmio para lograr un papel. Casi como una paradoja, la belleza de esta morocha cuya madre anhelaba que fuera odontóloga le quita el sueño a muchos, más allá de Joaquín, claro.
"No hago dieta ni voy al gimnasio -aclara Eva, de 169 centímetros de altura y 100 de busto-. Tampoco me operé nada ni soy obsesiva con el cuerpo. Las lolas son mías. Lo que pasa es que vengo de familia italiana. ¡Mis primas tienen más busto que yo!".
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