Con un talento inocultable, el artista puso primera en Mar del Plata para estrenar la temporada teatral del verano 2018 con "Bossi Master Show". En tan solo segundos, se suceden ráfagas de mutaciones voraces y el humorista le pone el cuerpo a 30 personajes, hace reflexionar, juega con el público y emociona hasta lo inimaginable.
En una charla distendida con Infobae, Bossi habla de todo. Confiesa que para él no existe la homosexualidad, que hace todo por las mujeres y que nunca aceptaría un puesto en la política para no tentarse y robar.
—¿Qué ves cuando te mirás?
—Veo el paso de los años. Veo a un señor ya, como don Ramón de El Chavo. Hay canas, no las evito. Hay dientes todavía. Vestigios de la adolescencia, de un rebelde que fui, de un provocador provocado, yo fui provocador provocado. Y de profesión, un curioso pondría yo, no pondría actor.
—Vestigios de la adolescencia. Ubicate ahí…
—Fue una etapa terrible para mí. De mucha rebeldía, de mucho cuestionamiento. No hubo cuestionamientos estúpidos de la religión, de mi familia, de qué hicieron papá y mamá, de qué armaron, por qué vivieron juntos, de esas convenciones. Tenías que estudiar y trabajar. Estudiar, ser profesional, ser abogado, contador e ibas a ser feliz. Una gran estafa, pobre tipo. Que en realidad ellos me estafaron a mí inconscientemente o los estafaron a ellos sus padres.
—¿Cuántos años tenías en ese tiempo?
—Catorce, quince, diecisiete… Yo (estaba) perdido en la vida, perdido porque yo era tenista, mi papá me impuso ese deporte, y, gracias a Dios, porque el tenis me salvó la vida. Pero yo ya sabía que no había nacido para eso, lo tenía claro, tenía claro para qué vine… A los cinco años, cuando abrí los ojos en este mundo, yo dije 'mi función es esta'.
—¿Para qué naciste?
—Para ser un curioso y poder transmitir y entretener. Que la curiosidad sea un medio para poder hacer preguntas en voz alta, sonrisas, crear conciencia mediante la actuación.
En realidad la gente no viene al teatro a verme a mí, vienen a verse a ellos mismos. La imitación es una estafa divina que utilizo, que yo la utilizaba cuando mis padres, por ejemplo, discutían. Yo me ponía una peluca y cantaba, entonces frenaban y se reían. Después, cuando ya acaparaba su atención, les decía: "Che loco, ¿por qué se pelean? ¿Qué pasa acá? Mamá, dejalo ir a jugar al tenis, el pibe trabaja todo el día; y vos, mamá, salí un poco". Esto es lo mismo, la gente va engañada al teatro, yo me pongo pelucas, hago un poco de entretenedor, 'ja, ja, ja', y en un momento, cuando ya está, ya se rieron, digo: "Bueno, vamos a jugar, vamos a charlar".
—¿Cómo es el Bossi Master Show?
—Es el espectáculo que hago en Mar del Plata, es lúdico. En esta nueva temporada subimos la apuesta (del año) anterior, la gente no solo canta y baila, sino que actúa. Y no actúa en el escenario, actúa todo el teatro. Después hacemos una catarsis colectiva donde la gente puede sacar fotos durante un minuto y se arma una iglesia donde corre y se saca fotos. O sea, lo que hago es tratar de recuperar eso que fuimos perdiendo que es el juego. El juego, lo lúdico, fuimos perdiendo el juego.
—¿Dónde pueden verte?
—En el Teatro Luro de Mar del Plata. Durante este mes hacemos funciones de jueves a domingos, a las 21; y en enero y febrero, de miércoles a domingos, a la misma hora, y los sábados, habrá doble función, a las 20:30 y a las 23:30.
—¿Qué dijeron tu viejo y tu vieja cuando, al margen de la rebeldía, empezaste a decir que te estaban estafando?
—Mi papá no lo vio, mi papá se fue cuando yo tenía dieciocho años, murió. Las últimas palabras de mi papá, según mi mamá — y mi mamá es catastrófica— fueron "Fijate qué podés hacer por él". Pobre, yo tengo fe en que me está mirando y todo eso, pero se fue decepcionado, dijo "Perdí la batalla ". Y mamá le dijo: "Bueno, quedate tranquilo, vamos a ver qué se puede hacer".
—¿Qué es el éxito?
—El éxito para mí es estar acá con vos hoy. Hoy es esto, te estoy respirando, te veo, te puedo percibir. Puedo ver a mi mamá. Me puedo reír con mis amigos. Tengo la posibilidad de hacer teatro. Eso es el éxito. Pasa que nos han vendido que el éxito es si tenés muchos likes o si tenés Instagram… Incendiaron todo las redes, ¿viste? Es todo muy triste eso.
—¿Nada de redes?
—Sí, sí, obviamente. Manejo las redes, tengo un equipo también que me las maneja lo suficiente. En Instagram, por ahí, pongo una parte de esta nota que me interese, pero no es que 'uy, abrí la heladera y encontré un yogur vencido' y todos dicen 'ja, ja, a mí me pasó lo mismo'. No ocupo en esas cosas el tiempo, hay una vida maravillosa para vivir más que andar contando eso.
—Pensaba, en esta manera de editar notas en la cabeza, esa frase: "la desobediencia es la base del éxito". ¿Es la base de la felicidad?
—Sí, hay que desobedecer. Lo dijo Francisco, ¿no? "Hagan lío". Sí, yo cuando veo por ejemplo a mi país tan preocupado por lo que hay que estar preocupado, porque estamos en peligro, me parece que ya estamos en peligro serio, pero no estamos en peligro político, estamos en peligro nosotros, entre nosotros. A veces digo '¿dónde quedaron los carnavales?', ¿no? La época en la que íbamos a ver a los Reyes Magos todos juntos. En el teatro, en Bossi Master Show, pasa algo lindo, que la gente juega y no importa qué jugador sos ni de qué lado de la grieta estás.
—Te doy cinco minutos el poder, El Poder.
—Sí. ¿Poder del país? Yo sería como dijo Borges, un día dijo que sería fantástico que llegue un dictador, pero el dictador del amor. ¿Entendés lo que te digo? Yo sería un dictador, pero del amor. Con una gorra, con un corazón y tendría un grupo de secuaces que en vez de matar y de llevar y de chupar a la gente, no mataría, no chuparía a nadie, sería una dictadura del amor, pero sería muy severo, en el buen sentido, con los que no aman, con los que no respetan.
—Sería la gloria…
—Obvio me estarán escuchando los de un lado y del otro y me dirán 'liviano, no te das cuenta de aquello y no te das cuenta de aquello otro'. Tiene que haber un grupo que esté en el medio tratando de amenizar, no se puede todo el día combatir. Yo soy de esos.
—¿Nunca te cruzaste con Cristina?
—No, con Cristina no. Me parece una persona muy interesante. Haya hecho lo que haya hecho, gobernó mal, robado o no robado, la Justicia dirá, no me importa.
—¿Y con Mauricio, sí?
—Con Mauricio me crucé, jugué a la pelota con él. ¡Es un show!
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