"Soy un laburante, he trabajado mucho pero nunca he hecho muchas cosas a la vez. No he ganado mucha guita", dice Darío Grandinetti (58), que de chico, en su Rosario natal, no tenía la fantasía de vivir de la actuación. Y aún así, terminó convirtiéndose en uno de los referentes más importantes de su profesión.
Aunque su vida se reparte entre Argentina y España, los próximos meses estará instalado en Buenos Aires ya que será uno de los protagonistas del nuevo unitario de Pol-Ka que comienza a rodarse a finales de enero: El lobista.
Reacio a hablar de su vida personal, supo marcar los límites a la prensa y preservar su privacidad. Pero eso no impide que el orgullo paternal aparezca inmediatamente a la hora de hablar de sus hijos: "Disfruto mucho de trabajar con ellos. Me tranquiliza el hecho de ver que tienen herramientas. A su edad, yo no tenía tantas herramientas: están mejor preparados, han estudiado mucho". Asi se refiere a Juan (que lo acompaña en su última película), Laura y María Eulalia con quienes constantemente disfruta hacer cine y teatro.
En Pescador, el thriller de José Glusman, interpreta a un pescador ermitaño que ve alterada su vida cuando tres amigos jóvenes llegan para abrir un parador en la playa y convulsionan su realidad a medida que también comienza a descubrirse la historia de su personaje. La película, que se estrena el 11 de enero, habla de los códigos, la corrupción y los vínculos. Lo acompañan además de su hijo Juan Grandinetti, Gigi Rua, Emilio Bardi y Darío Levy.
—Tu personaje está muy cerrado al principio y de a poco se quiebra esa distancia con los chicos y aparece una cosa casi paternal.
—Sí, siempre pensé en eso. Aparecía un rol que por su historia seguramente sería como una cuenta pendiente. Yo supongo que si a esta edad no tuviera hijos tendría un instinto paternal que andaría poniéndolo por ahí. Algo de eso puede ser que le pase al personaje.
—¿Te podés imaginar la vida sin hijos?
—No, no, no.
—¿Y la vida sin ser actor?
—Sí. No tengo una vocación temprana, no soy una persona que de chica quería ser actor o que veía televisión, cine, y pensaba ser actor, yo quería ser jugador de fútbol.
—Sí, y de hecho hubo un acercamiento.
—Sí, me ocupé de eso un tiempo. Disfruto mucho haciendo mi trabajo y puedo decir que hoy no me imagino haciendo otra cosa. Quiero decir, si pudiera no trabajar más sí, me imagino todo lo que podría hacer. Pero no me imagino trabajando de otra cosa.
—¿Te gustaría no trabajar más?
—Me encantaría, sí.
—O sea ésta cosa de la pasión y me quiero morir arriba de un escenario que me dicen muchos colegas…
—No, yo no sé si dejaría de actuar, pero sí me encantaría tener que tomarme esta profesión de otra manera, eligiendo absolutamente trabajar cuando tenga ganas.
—Hoy todavía hay algo de la necesidad.
—Algo no, bastante (Risas). Soy un laburante de esto, he trabajado mucho pero nunca he hecho muchas cosas a la vez no he ganado mucha guita.
—¿Cómo se elige un proyecto?
—Por muchos motivos, porque te gusta la historia, porque te guste con quién vas a trabajar. Esas son las primeras cosas que pienso. Si habla de algo que tengo ganas de contar, si está bien escrito, si puedo aportar algo original a la actuación de ese personaje. También difiere de que sea teatro, televisión o cine. Uno en teatro va a pasar mucho tiempo con esos compañeros o compañeras entonces quiere trabajar con gente con la que se lleve bien. En el cine eso es más corto, pero tiene una cosa que hace que te encuentres años después con gente a la que hace mucho tiempo que no ves y pareciera que estuviste laburando ayer. El cine genera una intimidad y una manera de relacionarse muy intensa, de mucha complicidad y de mucho compañerismo en muy poco tiempo que en teatro y en televisión no pasa.
—Comenzás un nuevo unitario de televisión, ¿qué podemos saber?
—Es con Pol-Ka. Va a dirigir (Daniel) Barone. El protagonista es Rodrigo de la Serna. Me gusta mucho la historia. Me gusta mucho trabajar con Barone de quien me habla todo el mundo muy bien, nunca trabajé con él pero tengo muchos compañeros que lo han hecho. También tenía muchas ganas de trabajar con Rodrigo, que es un actor al que admiro y un tipo al que quiero, con el que tengo una relación muy cariñosa. Así que estoy muy entusiasmado.
—¿Cuándo empezás a grabar?
—A fines de enero.
—¿Y de tu personaje qué sabés?
—Mi personaje es un malo-malo.
—¿Está bueno ser el malo?
—Sí, puede ser más atractivo. Puede parecer que hay más matices que encontrar para actuar. Pero no sé si es mejor o peor, a mí me gusta actuar y trato de pasarlo bien jugando a ser otro.
—¿Qué peliculas faltan estrenar, porque no paraste este año?
—Filmé una película que se llama Rojo que me tiene muy entusiasmado que se va a estrenar el año que viene. Está Andrea Frigerio y está Laura Grandinetti, mi hija, haciendo de mi hija. Acabo de filmar una película en España que se llama El pacto con un director debutante, con Belén Rueda. Y ayer terminé de filmar La casa de los conejos que está basada en la novela de Laura Alcoba, es el caso en el que secuestran a Clara Anahí, la nieta de Chicha Mariani.
—Que historia fuerte.
—Sí, muy fuerte la película. Yo había leído la novela así que me entusiasmé mucho cuando me llamaron. Son esas historias que a mí me importan contar.
—Te cambio de tema ¿Qué preferís, River ganando la Libertadores o Argentina ganando el Mundial?
—(Risas) Las dos cosas.
—No, acá hay que elegir.
—Y elijo las dos, sí, las dos. Se le tiene que dar a la Argentina, se lo merece. A mí me gustaría que salgan campeones estos pibes.
—¿De nuevo la cosa paternal?
—No, no, que paternal, puramente futbolera. Porque juegan bien, porque siempre vienen y se comen las puteadas, agresiones, insultos, y ellos siguen viniendo. Y se lo merecen estos chicos, Messi, Di María, Mascherano, todos estos se lo merecen.
—¿Hay cábalas para ver los partidos?
—(Risas) A veces, depende. Los de River sí con alguna prenda de River puesta, una camiseta.
—¿Cómo viviste esta semana argentina?
—Con mucha inquietud, con mucho dolor. No hace falta más que ver la oposición de la gente en un número enorme en todo el país. Creo que es muy perverso pretender que la gente se quede con los cincuenta o cien que tiraban piedras contra la importancia de lo que se está resolviendo ahí adentro. Es mucho más grave lo que han resuelto dentro del recinto que las escenas de violencia. Sobre todo porque hubo una gran cantidad de gente que se manifestó en paz, que lo volvió a hacer, que lo siguió haciendo y que creo que lo va a seguir haciendo. Y me preocupa que el gobierno no registre eso, que se quede con los grupos minúsculos que siempre existen básicamente de infiltrados, no solamente pero básicamente de infiltrados, para justificar la represión que tienen decidida desatar cada vez que hay una protesta popular.
—¿Creés que se puede resolver?
—Sí, con diputados que pongan lo que hay que poner arriba de la mesa y defender lo que prometieron que iban a defender cuando los votaron. Sobre todo aquellos que se han dado vuelta.
—¿Qué extrañás de Cristina?
—(Risas) A ella la extraño. Sus políticas, su mirada frente al problema geográfico, político económico del mundo. Tiene conocimientos sobre eso que no le escucho hablar a nadie. Su decisión de defender el interés de los argentinos. Podría nombrar un montón de cosas, pero ahora estamos lamentando que se vuelvan a ir los científicos, haber perdido los satélites, el valor adquisitivo del sueldo que siempre estaba por encima de la inflación porque había paritarias, no hay más paritarias, que la gente pudiera expresarse y salir y protestar e insultarla y decirle todas las cosas que le decían y no le pegaban a nadie, no lo metían preso, no iban a buscar a nadie que pusiera un twitter a su casa y lo metían preso, no se mataba a los indios por la espalda, no se mataba a nadie.
—¿Te enojan los que acompañaban y se bajaron del barco?
—Ah sí, claro. Yo creo de verdad que no hay neoliberalismo sin traición.
—¿Cómo sería eso?
—Es eso, esta vuelta al neoliberalismo está avalada por un montón de tránsfugas que le dan su voto por temor, porque los aprietan los gobernadores, por lo que sea. Por el miedo al carpetazo. Pero que han sido votados para otras cosas. Pero bueno, sí, siempre indigna más la traición interna.
—¿Eso te pasa con la corrupción también?
—No. La corrupción es un tema con el que quieren correr para no hablar de las políticas de verdad. Y la corrupción no la inventó el kirchnerismo, ni siquiera la inventó la política ni los políticos, porque nunca se habla de la otra parte de la corrupción que es la del corruptor.
—Las empresas.
—Los corruptores no son los políticos, los corruptores son los privados. De esos no hablan. Pareciera que es lógico, que está bien, que es normal. Cristina propuso auditar la obra pública entera, no quieren ¿Por qué será?
—¿Si charlamos en cinco años y salió todo genial cómo te voy a encontrar?
—Me vas a encontrar feliz seguramente. Estoy bastante conforme con la vida que he hecho, me ha ido mucho mejor de lo que soñaba. He crecido, he podido hacer trabajos que a mí me gustaron y he podido trabajar con gente invalorable, gente muy talentosa, muy querida. Tengo tres hijos, una familia.
—¿Y qué país tendremos en ese momento?
—No estoy muy optimista. Porque veo lo que pasa en el mundo además. Si no hubiera en el mundo tanto presidente, tanto político que a mí juicio no está preparado para eso creería que estas cosas solo ocurren en la Argentina pero no, ocurren en muchos lugares del mundo. El giro a la derecha es terrible, angustiante. El neoliberalismo es algo muy perverso porque propone no modificar nada, dejar las cosas como están. Que el que nació en Barrio Norte y el que nació en el Sur del Conurbano no puedan acceder a lo mismo. Además lo dicen con todas las letras, los funcionarios y gente cercana a este gobierno lo dice así, que el kirchnerismo le hizo creer a la gente que con su sueldo podían comprar televisores, podían irse de vacaciones, podían cambiar el auto. Es a lo que aspira cualquier trabajador ¿No? Desde que yo nací mi viejo que era empleado público quería poder llevarnos de vacaciones y no podía todos los años, pero había años que podía. Y quería cambiar el auto y a veces no lo podía cambiar pero a veces lo cambiaba. Todo el mundo tiene derecho a progresar, quiero un gobierno que actúe en esa dirección
—¿No crees que nos vayamos a amigar en el corto plazo los argentinos?
—¿Amigar con qué? Hay ideas con las que yo no me voy a amigar nunca.
—¿No podés tener un amigo que esté de acuerdo con el neoliberalismo?
—Sí, pero no me voy a amigar con su idea. Sí, tengo amigos que piensan distinto que yo. Amigos de la infancia con los que me veo, con los que discuto. Pero porque es así, hay distancias reales entre un pensamiento y el otro. La diferencia que hay entre que un Estado se ocupe o que se ocupe el mercado es enorme. Yo no me voy a reconciliar nunca con aquel que cree que de verdad el mercado resuelve todo.
MIRÁ LA ENTREVISTA COMPLETA