La icónica banda Los Guarros, formada en 1988 por Javier Calamaro y Daniel Gitano Herrera, regresó en 2016 luego de un impasse de 20 años. Y tras cerrar un gran 2016, con la presentación del nuevo material Siete (saldrá a la venta en unos días más, con videoclip a estrenar), habrá un show el 18 de enero en Lucille, en Palermo.
Porque tras un largo camino recorrido a la par por varios años, y en solitario otros más, Calamaro y Herrera siguen con muchas ganas y sueños por cumplir. Y lo disfrutan sin miedos. ¿Por qué? Porque ya no tienen que demostrarle nada a nadie…
—¿Cómo definen el 2017?
Calamaro: —Hicimos un discazo y lo presentamos el 10 de noviembre en el Gran Rivadavia. El disco físico está saliendo ahora y en vinilo en febrero. Mientras tanto no vamos a tomarnos un verano de descanso, sino un verano de descanso y guarradas.
—Gitano, vos vivís en Estados Unidos. ¿Cómo dividís el tiempo para tocar?
Herrera:—En realidad, me parece que a nosotros nos viene bárbaro. Los otros chicos de la banda también hacen cosas, pero sobre todo nosotros dos somos los que más estamos arriba de la banda. Y además tenemos nuestros proyectos por separado, así que nos viene bien.
—¿Qué tiene de nuevo este disco?
Calamaro: —Cuando empezamos a grabar, seleccionar un repertorio no era fácil porque en los seis discos de Los Guarros había una cantidad de temas buenísimos. Agarramos los que consideramos mejores, los que más nos gustaban, y empezamos a trabajar sobre eso, como si la banda la hubiésemos formado en el 2017. O sea, (dijimos) "tenemos esta composición, tenemos estos temas, vamos a llevarlos al lugar que más nos guste". Y cambiaron mucho.
Herrera:—En realidad es bastante más fácil de lo que parece porque yo creo que si no hubiésemos dejado de tocar estos 20 años, estaríamos sonando bastante parecido, seguramente porque es una evolución que fue pasando. El tema de las letras es lo que más intacto quedó porque estaba muy bueno de la manera que eran, y siguen diciendo algo muy bueno. Fue algo que me impresionó porque leía muchas de las letras de Los Guarros después de 20 años y me parecían más actuales que nunca. Eso quedó. Y lo demás, el sonido, como que lo aggiornamos.
—Recién decían que las canciones viejas son más actuales que las nuevas. ¿Cómo sería eso?
Calamaro: —Hay temas que se comprometían mucho con la realidad de aquel momento y lamentablemente esa realidad, en algunos sentidos, es igual. También hay temas muy luminosos y otros que hablan de tomarse ciertas libertades, que son justas y que no están reconocidas, como el tema que originalmente se llamaba "Té de cactus", y otros que modificamos mucho. La temática de Los Guarros no es que cambió, sino que se amplió. Estos 20 años nos enriquecieron de experiencias, y uno va mejorando con el tiempo. Pueden empeorar, pueden morirse o pueden quedarse en el mismo lugar como los Rolling Stones, para poner un ejemplo conocido. O pueden enriquecerse y que eso sea lo nuevo que se tamiza para dar como resultado una canción más actual. Sin embargo, la temática de algunas canciones está vigente pero algunas particularmente eran como si hubiesen estado adelantadas en ese momento.
—¿Qué aprendieron este tiempo que estuvieron separados?
Herrera:—Todo. Básicamente todo, porque "Siete" es el resultado de 20 años de experiencia. Si te tuviera que enumerar, son muchísimas cosas.
—Pero algo que cambiaste de cuando tocabas en Los Guarros…
Herrera: —Madurez. Me siento mucho más maduro como músico que como persona, obviamente. Noto que él también. En la época de Los Guarros nosotros éramos chicos, teníamos entre 23, 24, 25 años, es otra cosa. Vas mucho más rápido. Y ahora no necesitás consumir todo más rápido, ahora ya es madurez.
—¿Seguridad también?
Herrera:—Absolutamente.
Calamaro: —Se nota mucho. En el disco hay tres temas nuevos con una dirección que es muy clara: tiene que ver justamente con lo que aprendimos, con el sentido de la vida, con vivir sin miedo, con varias cosas que tienen que ver con los conflictos que tenemos todos en esta época. Qué hacemos con tanta información, cómo tamizamos eso y cómo lo usamos para nuestro provecho y no para que eso nos queme la cabeza. Eso de decir: "Huy, yo quiero retocar mi foto de perfil de Facebook,"y todas esas boludeces. Para eso sirve haber vivido, para decirle algo al resto del mundo que por ahí sabe, que por ahí no, y para eso usamos las canciones nuevas, que para mi gusto son las mejores.
—¿Cómo se llaman?
Calamaro: —"Y la nave va", de la cual estamos haciendo un video en este momento. Ya hicimos el rodaje y va a estar listo en dos semanas. "Meta sangre" es una canción, como lo indica el nombre, combativa: es guerra, pero es sexy a la vez. Tiene como un reef, como una guitarra, y también algo por el estilo de lo que hicimos en el último disco. Está emparentada. Y la otra es "La plaga", que es un tema más rockero, más directo.
—Dijiste antes algo muy interesante: "Vivir sin miedo". ¿Antes vivían con miedo? ¿Qué les daba miedo?
Calamaro: —Primero, para empezar, todos tenemos miedo. Todos convivimos con la alegría, con la euforia, con la confusión, con el miedo. La confusión porque hay tanta información dando vuelta que uno no sabe si una forma de avanzar en la vida es retocar su foto del Facebook. Puntualmente, vamos contra ciertas cosas y en favor de otras pero muchas veces tapamos el miedo para enfrentarnos diariamente a una sociedad, a un laburo, que no sabemos si es hostil, si nos acompaña, si nos ayuda a crecer o si nos tira para abajo o nos margina. No todos somos iguales y hay gente que, de alguna manera, necesita de un consejo. No es que pretendamos dar consejos sino que simplemente nos sentamos a escribir y escribimos lo que nos pasó en toda esta vida.
—Observás, escribís y reflexionás…
Calamaro: —El miedo tiene que servir para algo y no contra algo.
—Pero es bueno tener miedo de alguna manera. Antes de subir al escenario me imagino que hay un poco de miedo de qué va a pasar.
Herrera: —Es que si no tuvieras miedo… El miedo es como el paso a vencer algo. De esa manera lo veo yo.
Calamaro: —Esta canción, y dos de las tres nuevas, usan la frase "Sin miedo", y no es casual, obviamente. Es que el miedo no te coma. No te quedes así encerrado como pensando "¿De qué manera encaro esto?".
—Y cuando se juntaron, ¿hubo esa sensación?
Calamaro: —No. Fue como una euforia cuando nos juntamos. Pura onda, euforia y química como el primer día pero con la experiencia de casi 30 años.
—Claro, mejorados.
Calamaro: —Exactamente. Mejorados.
Herrera: —Como un buen vino. El que te guste.
Calamaro: —Alevosamente mejorado. Nos juntamos y empezamos a crear inmediatamente, y hacer cosas y a generar proyectos, y a tener ganas de estar juntos haciendo músicas, de subirnos a un escenario. Puntualmente, a mí me encanta el estudio de grabación. Tengo uno en casa. Para mí es como un laboratorio donde se crea magia.
—Y cuando él te llamó, recibiste el mensaje, ¿qué te pasó?
Herrera: —Alegría absoluta. Primero, no pensé que era él, pensé que era otro Javier, pero me parecía raro. Y cuando vi que era él, inmediatamente lo llamé. Fue como a las tres de la mañana que vi tu mensaje.
Calamaro: —Sí. Cuando volvíamos de gira.
Herrera:—Y de ahí no perdimos contacto ni nada. Muchos, muchos mensajes, y estamos como muy creativos.
—¿Adónde van a estar tocando próximamente?
Calamaro: —El 18 de enero en Lucille, Gorriti 5520. Es un lugar muy chiquito, muy lindo, que descubrimos gracias al video porque parte del rodaje era con la banda tocando, en determinadas situaciones. Entonces, ya conocíamos al dueño. Habíamos usado a Makena como sala de ensayo antes de tocar en Cosquín, creo.
Herrera: —Aparte, cuando él me llamó, justo yo tenía un viaje programado a Buenos Aires la semana siguiente. Así que llegué, fui directo a su casa, dejé mis cosas, nos dimos un abrazo y nos fuimos a tocar a Makena.
—¿Qué es lo mejor que tiene esta banda?
Calamaro: —Hay muchas y muy buena experiencia. Hay una base de tremendas canciones que ahora están mejoradas y más actuales que nunca. La belleza del guitarrista, por supuesto; eso no hace falta que lo aclares.
Herrera: —Por supuesto que no. Ya todo el mundo se dio cuenta. Aparte no es solo la onda que hay, no solo entre nosotros dos, sino entre todo el mundo. La premisa fundamental desde el día uno y que yo le dije a Javier fue: "Primero nos tenemos que divertir mucho y pasarla bien, sin que importe lo que pasa alrededor". Y él me dijo: "Es exactamente lo que quiero".
LEA MÁS: