Tras conocerse en una universidad de México, armaron una banda casi como un hobby. 28 años después, Enrique Rangel Arroyo, José Alfredo Rangel Arroyo, Emmanuel del Real y Rubén Isaac Albarrán Ortega siguen por el camino del éxito, con nominaciones a premios internacionales, venta de discos y conciertos. Porque los cuatro conforman Café Tacvba, nada menos.
Con sus presentaciones en Argentina presentando su nuevo disco, Jei Bebibi, cierran gran parte de las más de 20 fechas en el resto de Iberoamérica, con otras 50 en México y 30 en Estados Unidos. Con estos números no quedan dudas de que es un fenómeno que crece y crece. Y como dice el dicho, ten cuidado con lo que sueñas porque se puede hacer realidad. Cuatro ex universitarios mexicanos lo comprobaron, tres décadas atrás.
—¿Cómo nace la necesidad de escribir las canciones con falta de ortografías?
Joselo Rangel: —Pues sale de manera natural. A veces ni siquiera sabemos de quién fue la idea. A veces son bromas entre nosotros. Trabajamos de manera lúdica cuando también presentamos de vuelta una canción y empezamos a hacer los arreglos. Siempre hay juegos entre nosotros, y esos juegos los llevamos hacia, digamos, la vida pública, haciendo a los fans de Café Tacvba o a la gente que se quiera acercar, parte de ese juego.
Quique Rangel: —Cómplices.
Joselo: —Exactamente. Pues "Jei Beibi" es la primera clase de una canción, la primera canción del disco. Nosotros nunca hemos cantado en inglés.
—Algo que les piden bastante…
Joselo: —No sé, pero si nos lo preguntan. Nos preguntan por qué no cantamos en inglés y lo que decimos es que nadie de nosotros ha compuesto una canción en inglés. Supongo porque no tenemos esa necesidad de decirle algo a la gente que habla ese idioma. "Jei Beibi" se escribe como suena, y yo creo que es jugar con el lenguaje. Nosotros le tenemos respeto, pero al mismo tiempo jugamos con las cosas que respetamos.
—¿Son poco convencionales?
Quique: —No sé si pocos convencionales. Más bien creo que es cuestionar las cosas que se dan por sentadas. Y muchas de las cosas que se dan por sentado son convenciones, que la sociedad, el mundo de la música o el mundo del arte dicen: "Esta es la forma en que se tiene que desarrollar el camino de un grupo como nosotros", por ejemplo. Nosotros lo cuestionamos y a veces a partir de ahí encontramos otras salidas, otras llegadas, otros caminos por recorrer, y probablemente por eso nuestros discos son tan diversos de un paso a otro. A veces, desconcertando a nuestro mismo público, y nosotros sorprendiéndonos, y casi siempre gratamente, de los caminos que vamos descubriendo.
—¿Por qué se volvieron independientes?
Joselo: —Llegó. Llegó el momento en el que terminó nuestro contrato con la casa discográfica que estábamos. Y en ese momento se abrieron las posibilidades: firmar con esa misma casa disquera, buscar otra y también la independencia. Y vimos que la independencia era lo que más nos atraía. Dentro de las discográficas siempre tuvimos mucha libertad, entonces éramos como un grupo independiente: en términos creativos, hacíamos lo que queríamos. Entonces, el paso hacia la independencia era un paso natural. Ahora con la tecnología que existe hay ciertas cosas que se pueden hacer que antes las hacía la disquera, como la distribución o dar dinero para poder grabar un disco.
—¿Qué les dejan estos 28 años de carrera?
Quique: —Me sigo sintiendo el adolescente que empezó. Especialmente antes de subir a un escenario sigue siendo el mismo miedo y la misma inseguridad de qué va a suceder. Y sí, siento que soy el mismo. Me hubiera gustado saber muchas cosas que ahora hemos descubierto. Creo que la música la haríamos igual, pero todo lo alrededor de la música lo hemos tenido que aprender de un manera difícil, o no tan feliz.
—¿Y qué cosas hoy, ya con tu mirada de adulto, creés que podrían haber salido de otra forma?
Quique: —Para nosotros la música siempre ha sido lo más importante. pero eso también hace que uno no ponga tanta atención en lo que rodea a la música. Es decir, decisiones sobre giras, los intereses de otras personas alrededor que no son necesariamente los musicales. Lo cual está bien porque alguien tiene que defender esos otros intereses, pero así es como te vas enfrentando en situaciones que podrían haberse evitado. O podrías haber sacado un mejor provecho de ellas.
—Por este lado, ¿sentís lo mismo?
Joselo: —Sí. Si tuviera la oportunidad de decirle algo a alguien más joven es: "¡Disfrútalo!, porque se pasa muy rápido". De repente volteo hacia atrás y digo: "¿En qué momento han pasado 28 años del grupo?". Hay que disfrutar cada momento.
—¿Qué hace que sigan juntos?
Quique: —Hemos reconocido en el grupo una mecánica en donde reconocemos la necesidad de cada uno. Es decir, primero, los cuatro somos compositores, lo cual permite que cada uno tenga una voz y se hable de cosas que nos interesan, casi siempre haciendo eco en los otros tres o habiendo colaboraciones, pero creo que es el cimiento. Después, lo que nos unió es hacer la música con las inquietudes, los sentimientos que queremos. Cuando empezamos a hacer esto no había la posibilidad de que un grupo como nosotros se desarrollara de una forma de trabajo, no había dinero, no había posibilidades de fama. A diferencia de lo que pasó aquí, en Argentina, que en los 80 había conciertos grandes, durante mucho tiempo en México no los hubo. Y a finales de los 80, gracias a que argentinos y algunos españoles fueron a tocar a México, se abrió esa posibilidad por parte de las discográficas. Lo que nos unía era las ganas de subirnos a tocar, probar canciones y expresarnos. Eso creo que sigue intacto casi 28 años después.
—¿Se deja de lado a la familia para triunfar en esta profesión?
Joselo: —Pues sí. A lo mejor formamos nuestras familias tarde, a diferencias de otros amigos o de otra gente. Yo tengo ahorita dos hijas, de ocho y 11 años. Y tengo amigos que ya tienen hijos muy grandes. Creo que empecé una familia tarde porque andaba de gira, andaba tocando, andaba de un lado para otro, pero en el momento en el que encontré a la pareja ideal fue eso lo que nos unió, el hecho de que ella sabía perfectamente lo que yo hacía, lo que yo hago de trabajo. Y ella, que es actriz, también tiene una forma de vida de alguna manera similar a la mía. Hay como una especie de complemento. No es que se deje la familia, sino que va acompañándome en este caminar.
Quique: —Creo que no es un sacrificio porque sabemos que nuestra forma de vida es diferente. De esa manera hemos dejado de asistir a bodas de amigos o a celebraciones porque nuestro trabajo coincide con el tiempo de descanso de la mayoría de la gente. Entonces, lo asumimos casi desde que empezábamos, y estamos con las personas que entienden eso y que permiten y saben que hay una compensación a todo eso.
—¿Cuál dirían que es una ventaja de la fama, de ser popular, y cuál es una desventaja?
Joselo: —La desventaja es que estás trabajando todo el tiempo. No hay momento que sientas que puedes descansar del todo.
Quique: —Que puedes quitarte el traje de Café Tacvba y puedes irte a la playa y estar tranquilo con tu familia. Eso habla también de que nuestro trabajo ha trascendido. Llega una persona y te dice: "¿Me puedo tomar una foto?".
Joselo: —Estemos desayunando, comiendo, leyendo o tomando sol en una playa.
—Ahora, con las selfies…
Quique: —Sí. Y estás con la familia y uno en ese momento es el papá, uno quiere ser la pareja, uno quiere estar descansando, pero la gente te ve como el de Café Tacvba.
Joselo: —Y lo bueno de la fama es que realmente vivimos de lo que más nos gusta, de nuestro hobby. Nos conocimos en la universidad: Rubén estudiaba diseño gráfico, Kike también, Emanuel ingeniería industrial, y yo, diseño industrial. La música era un hobby y poco a poco fue tomando más espacio en nuestra vida, a la gente le gustaba lo que hacíamos, y eso no ha dejado de pasar en estos más de 20 años. Es una bendición. Es una gran bendición. Y eso es gracias a que uno es famoso. No somos famosos por lo guapo que estamos, sino que son las canciones. En realidad lo sabemos bien. Es lo que se genera en el grupo, las canciones. Y es bueno porque eso nos permite hacer más canciones, salir de gira, tocar más. La fama sirve para eso.
—¿Les molesta que solo le pidan sus hits?
Quique: —Aprendimos a reconocer esa sensación. Incluso antes de que grabáramos un disco, cuando por fin sacamos nuestro primer disco, mucha gente nos dio la espalda porque decían que nosotros éramos otra cosa, y ahora somos eso. Creo que tenía que ver con que ya no éramos solamente un pequeño grupo de personas sino que nuestra música estaba al alcance de mucha gente. Cuando hicimos nuestro segundo disco, "Re", prácticamente fue la extensión del trabajo que ya habíamos hecho, una experimentación con la música tradicional popular, en diferentes géneros, y ampliando eso que ya habíamos planteado y que teníamos inquietudes de experimentar. Y mucha gente que le gustaba el primer disco decía "No, ustedes ya cambiaron". Por ejemplo, una canción como "Ingrata".
—Hubo mucha polémica por esa canción…
Quique: —Después hubo mucha polémica por esa canción, pero en ese momento era música. Ya teníamos ese tipo de música en el primer disco y sin embargo había gente que decía que en este disco es que habíamos cambiado. Las expectativas de la gente para nosotros nunca fue una aspiración encontrar el sonido de Café Tacvba porque precisamente nuestro sonido era la experimentación, y ampliar ese espectro de influencias de no solo música tradicional mexicana sino de todo tipo de música.
—¿Les pesa mucho lo que opina el público de ustedes?
Quique: —Yo creo que no.
Joselo: —A mí las únicas que me pesan no son las críticas de los discos sino de los conciertos. No sé por qué.
Quique: —Me sacaron en el supermercado diciendo que me tocaba ahora a mí hacer las compras en la casa. Esa crítica es la peor. La que no tiene nada que ver con la música.
—¿Les pasó que les inventen algún romance o algún tipo de otras historias que no tengan nada que ver con su vida?
Joselo: —Tanto a nosotros no.
Quique: —No generamos esa cuestión mediática.
Joselo: —Pero cuando aparece algo así como un paparazzi, es hasta divertido. Como decir: "¡Mirá, somos figuras pop!".