"¡Es la relación más larga que tuviste en tu vida!", le dice Cayetina a su hermano, en referencia a los 15 años que Cayetano lleva trabajando con Andy Kusnetzoff. "Cada vez que sentimos que algo está pasando, tuvimos la inteligencia de decirnos las cosas en la cara, resolver, y volver", explica Nicolás Cajg -tal su verdadero nombre- por la fórmula del éxito -¡y de la convivencia!- del programa Perros de la Calle.
Pero mientras que Caye siente que la radio es su lugar en el mundo, Julieta Cajg -porque así se llama ella, claro- no temió dejar el espacio que la hizo conocida en FM Metro junto a su hermano para volcarse de lleno a la actuación y apostar además a la dirección.
"Somos muy unidos como hermanos y somos muy amigos, nos llevamos muy bien", coinciden, y explican cómo cambió la dinámica del vínculo con la distancia laboral. "Desde que me fui, hace más de un año, se resignificó la relación. Encontramos otra manera de relacionarnos, y hablamos todos los días", aporta Julieta, quien heredó el apodo de su hermano: desde que hizo su primer móvil el Día de San Cayetano, dejó de ser Nicolás para ser Cayetano.
—¿Alguien los sigue llamando por su nombre real?
Cayetano: —No. Mis amigos de toda la vida me dicen "Bruja", que es como me decían cuando era chico. Para la mayoría soy Cayetano, obviamente, pero para mi familia y mis amigos de siempre, no.
—¿Vos cómo le decís?
Cayetina: —"Nicky".
Cayetano: —¡Malísimo! Yo le digo "Deshu".
Cayetina: —Desde que soy chica me dice "Deshu". Y mis amigas me dicen "Juca". En los vínculos cercanos o de toda la vida nadie me dice Cayetina, muy poca gente. Ahora los hijos de mis amigas que empiezan a hablar, me dicen Cayetina y yo los quiero matar.
Cayetano: —Pero te conocieron así. A mí me pasa lo mismo. Igual me gustó cambiar de nombre, usarlo laboralmente, aunque se haya dado por casualidad: no lo elegimos nosotros.
Cayetina: —Mucha gente piensa que es nuestro apellido: creen que me llamo Julieta Cayetina. Es más, me han dicho: "¡Qué raro que con tu hermano tengan distinto apellido!", pensando que el de él era Cayetano, y el mío Cayetina.
—¿En qué momento ella es insoportable?
Cayetano: —Ahora, ahora, en este momento. Es bastante insoportable.
Cayetina: —Qué hermoso.
—¿Por qué?
Cayetano: —Es divina. Lo que pasa es que es muy pasional. Le gusta que se hagan las cosas como a ella le gusta.
Cayetina: —Que son generalmente como están bien…
Cayetano: —Es un poco la loca de la familia. Ayer lo hablamos entre los hermanos y le preguntamos a mi mamá, en el medio de la cena: "¿Ésta qué tiene que ver con nosotros? Es diferente". Es el personaje de la familia.
—¿Y él?
Cayetina: —Me da mucha bronca cada vez que intenta cambiar algo y a las dos semanas ves que no pudo, y te dice: "La próxima vez voy a poder". Justo ahora está en una etapa que creo que está pudiendo cambiar.
—¿Qué querés que cambie?
Cayetina: —Cosas de él: dejar de fumar o tomar menos café. Cosas de su vida cotidiana, que yo sé lo importantes que son para él.
Cayetano: —Hay mucho vinculado a la salud que me porto medio mal.
—¿No te cuidás?
Cayetano: —Ahora empecé un poco a cambiar la cabeza.
—¿Con sus novias cómo te llevás?
Cayetina: —Bien. Tuvo muchas, no puedo decir en particular, pero en general me llevo bien.
—Tu hermano se está matando de risa, es poco serio.
Cayetano: —No, yo no dije nada.
—¿Cómo te sentís cuando ella hace notas y habla de sexo?
Cayetano: —No miro, no me gusta. Prefiero no saber, y no porque piense que no tiene sexo ni nada. Al contrario, somos muy abiertos en ese sentido.
Cayetino: —En mi casa se habla de sexo, sobre todo en la parte paterna: mi primera relación sexual se la conté a mi papá, no a mi mamá. Mi papá me decía: "Prefiero que lo hagas en casa a que te vayas a un hotel".
Cayetano: —Sí, ella decía: "Prefiero en un hotel, pa…".
—¿Cuánto ayuda la fama al levante?
Cayetano: —Y sí, ayuda, por supuesto. Igual, no ando por la vida de levante. Justo ahora estoy soltero, pero puede ayudar. Creo que más que la fama, las redes sociales ayudan mucho más, seas o no famoso.
—¿Las mujeres mandan fotos desnudas en las redes sociales?
Cayetano: —A mí no. Una vez me mandaron, sí. No es algo atractivo. Perdón, sí era algo atractivo… Me refiero a que no es una manera de conquista. Yo no voy por ese lado.
—¿Y hubo hombres que te quisieron levantar por las redes sociales?
Cayetano: —No, por redes sociales no. Una vez me quiso levantar un hombre caminando por la avenida Callao. Estaba trabajando para "Perros de la calle", hace diez años y había hecho un móvil. Me frena el semáforo y un tipo se me acerca y me mira, me mira, me mira. Yo pensé que me iba a afanar. Seguí caminando y el tipo venía muy cerca mío, y nos vuelve a frenar el semáforo en la otra cuadra. Me toca el hombro. Yo, alerta. Y me doy vuelta así, medio asustado, y me dice: "¿Te puedo hacer una pregunta y no te enojás?". "Sí", le digo. "¿Te puedo hacer sexo oral en el baño? Te doy cien pesos".
Cayetina: —¿Cien pesos? Bueh, hace diez años puede ser…
Cayetano: —No, negociemos en todo caso (risas). Le dije: "No, no, no, de ninguna manera". Pero tampoco me enojé.
—Sé que Julieta tiene algunos TOC. ¿Y vos?
Cayetano: —¡Ella tiene 80 TOCs! Yo tengo algunos. Es de familia me parece. Pero (los míos son) más lógicos, más normales.
—A ver…
Cayetano: —Voy al baño a hacer pis y necesito orinar en el mingitorio que da a la chapa del piso, del desagüe. Necesito que sea en ese mingitorio. Si está ocupado espero. Es un TOC normal.
Cayetina: —Sí, lo hace todo el mundo, obvio. ¿No había una fila de espera hoy en el baño porque todos querían ese?
Cayetano: —Yo creo que ese es más normal. Le puede pasar a todos. Pero los de ella son insólitos.
Cayetina: —¡En mi vida lo escuché! No sabía que lo tenías. Igual, me pone orgullosa.
Cayetano: —A veces me pasa, es una cuestión de arquitectura, que está en el medio de dos entonces mido un poco con los pies a ver de cuál está más cerca. Eso lo hace todo el mundo.
— ¿Tenés algún otro o con los de los mingitorios es suficiente?
Cayetano: —El reloj. Cuando pongo el despertador necesito chequear tres veces que está bien puesto. Lo acabo de poner; es obvio que va a estar bien puesto. Pero le pasa a todo el mundo.
—¿Julieta?
Cayetina: —Yo tengo uno de hace muchos años que es ir caminando por la calle y anotar en los dedos las patentes de los autos y borrarlas para seguir haciéndolo. Escribo y borro, escribo y borro (hace el gesto con el dedo pulgar e indice, de escribir en el aire).
—Es importante la parte de borrar.
Cayetina: —No tengo lugar, sino (risas). Después voy caminando, y cuando estornudo, si hay alguien le pido que me diga "Salud".
Cayetano: —Sola, caminando por la calle, estornuda y le dice a un señor que está cruzando la calle: "¿Me dice 'Salud', por favor?". Y el tipo dice: "¿Qué? ¿Qué te pasa loca de mierda?".
Cayetina: —Y si estoy sola, sola, me digo sola "Salud".
Cayetano: —¿Ves que no es normal? El mío no es tan raro, el mío es más normal.
Cayetina: —Camila es la peor.
Cayetano: —Camila, la que nos sigue a nosotros, es como una loquita.
Cayetina: —Mi mamá vive en un edificio de muchos departamentos en el mismo piso, y mi hermana con cada pie va golpeando las paredes. Después, el velador lo prende, lo apaga, lo prende, lo apaga ¡como diez veces! antes de irse a dormir. Si vos no le decís "Salud" cuando estornuda, empieza: "Decime 'Salud', decime 'Salud', decime 'Salud', decime 'Salud'…".
Cayetano: —No puede escuchar música en número impar. Vos vas en el auto con ella, ponés música, la radio en volumen 11, y pone 10 o 12. Y a veces 10 es muy despacio y 12 es muy fuerte.
Cayetina: —Se pone loca. Ese yo lo tenía, pero por suerte estoy mucho mejor.
Cayetano: —Sí, vos estás mejor.
—¿Estás escribiendo sobre la vida de tu abuela?
Cayetina: —Estuve investigando muchísimo sobre la vida de la mamá de mi papá y le pedí a Dennise Smith que la escriba y la dirija. Estrenamos en marzo del año que viene con Laura Oliva y Fran Prim, en el Cultural San Martín. Es la historia de nuestra abuela que fue sobreviviente de siete campos de concentración; uno de ellos fue Auschwitz.
—¿Estuvo en siete campos?
Cayetina: —Sí. Siete campos. Desde hace unos años, en paralelo, sin hablarlo, empecé a buscar el número, porque en Auschwitz te ponían el número. Lo empecé a buscar en museos de casi todo mundo y no lo encontré. Un día se lo comento a él, que estaba tomando clases de escritura, y me dice: "¡Me estás cargando! Estoy escribiendo un cuento sobre un nieto buscando el número de su abuela". Fue maravillosa esa energía.
Cayetano: —Sí, al mismo tiempo sin hablarlo. Y de hecho buscamos, sobre todo ella, en fotos familiares viejas el número que le habían tatuado a nuestra abuela en Auschwitz, y nos dimos cuenta sin haberlo sabido en el momento que en ninguna foto se le ve. Siempre tiene el brazo escondido, tapado, dado vuelta, con manga larga. Jamás mostró el número. Evidentemente le daba vergüenza mostrarlo.
Cayetina: —Encontramos el de nuestro abuelo, que fue parte de la Lista de Schindler…
—¿Tu abuelo y tu abuela se conocen en Argentina o se conocen allá?
Cayetina: —Después de la guerra se conocen en Polonia. Eran del mismo pueblo y ambos fueron a ver si tenían familiares que habían sobrevivido a la guerra, y ahí se volvieron a cruzar. Es más, mi abuela era gemela, y mi abuelo la confundió con la hermana.
Cayetano: —Eso no lo sabía. ¿Se quiso levantar a la hermana?
Cayetina: —Se quiso levantar a la hermana…
Cayetano: —Que había muerto en la guerra.
Cayetina: —Sí. Una de las primeras en morir. En realidad yo tengo muchos datos extra porque en 1996 Steven Spielberg graba documentales de muchísimos sobrevivientes alrededor del mundo para terminar haciendo un único documental, y termina abriendo una fundación que se llama Shoá, y vinieron a grabar la historia de mi abuela. A partir de ese video y de mi necesidad, me quería tatuar el número, y surgió mi idea de la obra de teatro. Lo que trato de contar es obviamente el contexto de la Segunda Guerra Mundial, pero en particular la historia de mi abuela y recién ahora puedo resignificar eso, puedo entender por qué para mí era tan importante. Es el proyecto más importante que tuve en mi vida y estoy muy emocionada. Es un momento muy fuerte.
—¿Qué más me podés contar de su historia?
Cayetina: —A mí lo que me resulta muy interesante cuando uno tiene un familiar cercano que vivió esta tragedia es ponerle nombre, apellido, identidad. Que no quede solo en un número. Esa fue la premisa que necesité para contar esta historia, decir: "Mi abuela, que tenía tal nombre, tal edad, tal familia, determinados sueños, vivió esta situación, pasó por estos siete campos de concentración, vio morir a su mamá al lado de ella, vio morir a muchos de sus hermanos, trató de escaparse, estuvo seis meses viviendo en distintas casas alrededor de un bosque pidiendo un poco de pan y si pedía pan y le daban, se iba a dormir a otro lado porque tenía miedo que la misma persona que le diera comida la terminara delatando con Gendarmería por miedo". Después, terminó en uno de los campos de concentración. Había un trabajo que nadie quería hacer que era recoger lo que las 300 presas hacían en el baño, que no tenían baño, en los pozos, y ella decía decide hacerlo de noche, extra al trabajo que hacía a la mañana, que era pelar papas, porque con esto había arreglado con la capa que por lo menos le daba un plato más de sopa. Durante mucho tiempo se encargó de estar limpiando lo que hacían las demás. Yo cuento la (historia) de mi abuela porque es la que me toca, pero así tenés ocho millones de historias.
—¿Cómo se llamaba tu abuela?
Cayetina: —Esther Herso.
—¿Y qué pensaría de que estés escribiendo su historia?
Cayetina: —En el fondo estaría orgullosa.
—¿Y tu abuelo?
Cayetano: —A mi abuelo paterno no lo conocimos, se murió un año antes de que yo naciera. Estuvo en la lista de Schindler, yo me enteré hace poco.
—¿La familia de tu abuela murió completa?
Cayetina: —No. Tenemos un tío abuelo, José, que lo entrevisté para esta obra también. Vive con su mujer, Juana, y es el único sobreviviente junto a mi abuela. Mi abuela falleció hace unos años.
—¿Los discriminaron alguna vez por judíos?
Cayetano: —No.
Cayetina: —No, discriminar no. Pero hay gente que tiene un preconcepto todavía de lo que es ser judío, y se siguen viviendo algunas situaciones. Hago muchísimo humor con mi religión, y no es que por ser judía puedo y alguien que no es judío no puede. El humor es una cosa; la falta de respeto es otra.
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