"Acepté la propuesta porque se trataba de un proyecto en este canal. Yo no soy muy amante de hacer teatro y televisión. La carga horaria es matadora y desde mediados de marzo que estoy trabajando de lunes a lunes. Más mi hija, que la veo los días que me corresponde y no le cambio jamás la rutina", cuenta Nicolás Cabré (37) a Teleshow sobre el intenso 2017 que vive a nivel laboral.
El actor protagoniza Cuéntame cómo pasó, la ficción de la TV Pública que narra la historia argentina entre 1974 y 1983 haciendo foco en el Gobierno militar, y también es parte de Sugar, obra en la que comparte escenario con Griselda Siciliani y Federico D'Elía. "La idea era hacer solo teatro. Yo disfruto más así. Cuando me lleno de cosas, por lo general, termino odiando todo", reconoce el actor.
El desafío más grande que teníamos nosotros es no contar las cosas con el diario del lunes
"Sin embargo, no estoy tan cansado. A esta altura del año pensé que iba a estar peor. Estoy en un momento divino, en dos lugares en los que quiero estar y en donde se me permite ser lo que quiero ser", continúa Cabré, en una charla íntima con Teleshow desde su camarín donde se transforma para ser Antonio, el protagonista de la ficción de la TV Pública.
"Para mí fue una sorpresa que me hayan llamado para volver a trabajar acá. De verdad, no me lo esperaba. Se cuentan un montón de cosas y está bueno tener la posibilidad de plasmar cómo se comentaban posiciones incorrectas. Con todo lo que implicaba el proyecto, no lo dudé un segundo", agrega Nicolás sobre la convocatoria que recibió para formarte parte de la ficción que protagoniza junto a Malena Solda, Leonor Manso, Osvaldo Santoro Candela Vetrano y Franco Masini.
—¿Cómo manejás tus tiempos entre el trabajo y la paternidad?
—Si bien estoy trabajando muchísimo, tengo los espacios y está todo organizado para que yo no deje de hacer lo que me interesa y lo que es mi prioridad. A mi hija la tengo los días que me corresponde y cuando está conmigo, la llevo y la voy a buscar al colegio. No tengo que delegar cosas. Rufi cumple su rutina. Me acompaña y tanto acá como en el teatro, es feliz. Cuando viene a las grabaciones pasea con su monopatín y es la dueña del canal.
—Tiene cuatro años, ¿cuánto entiende de los personajes que hacés tanto en Cuéntame cómo pasó como en Sugar?
—Ella todavía es muy chica para entender que estoy haciendo una serie de época y de la historia argentina. En el jardín dice 'Papá de día es de Antonio y de noche es Violeta. Y yo me muero de risa cuando me cuenta esas cosas.
Cuando leo los libros pienso cómo hubiera reaccionado mi abuelo en determinados momentos
—¿Cuáles fueron tus sensaciones durante las grabaciones de Cuéntame cómo pasó?
—Lo más lindo que tiene es que, si bien va en paralelo con los hechos históricos, está muy basada en la historia familiar. Yo recuerdo, y tengo muy vivo, a mi abuelo que es quien más vivió esa época, porque mi papá era muy joven. Además del recuerdo, es lo que conozco y lo que sé, y me imagino cómo él hubiera reaccionado en determinadas cosas. Pero también entra el imaginario, porque lo más conocido es más palpable y uno puede identificar algunas cosas. Ahora, cuando tenemos que hacer escenas en la habitación, hay que imaginar cómo era la relación de mis abuelos ahí adentro. Y eso lo hace más divertido y llevadero.
—¿Fue un desafío tener que contar la historia más dura de Argentina?
—Yo conocía la historia, además había leído bastante. Después, más que nada es hablar y enterarte de cosas. Lo que tengo más fresco son las reacciones. Todo te termina llevando a un lugar raro porque aparecieron recuerdos que ni yo creía que tenía. Hoy se cuenta y se habla diferente, y se saben muchas más cosas de las que se sabía en ese momento. Perder el miedo de la corrección política fue fundamental. Hablar hoy de un desaparecido no es lo mismo que en ese momento, y eso no hace a uno más tonto ni más vivo. Simplemente, había personas que existían y decían esas cosas… El "algo habrá hecho", o mujeres que fumaban estando embarazadas. Lo más importante del programa es poder decir que era así. Que esas cosas sucedían. Después discutimos si estaba bien o mal, pero era así, y es parte de lo que cuenta la tira.
—¿Qué sentiste cuando te viste al espejo por primera vez con el look de Antonio?
—Al principio le tenía un poco de miedo a muchas cosas. Por ejemplo, al cómo me quedaría el bigote postizo, pero rápidamente lo identifiqué a Antonio. A ese tipo, muchas veces, brutal.
—¿Qué es lo que más te atrapó de tu personaje y en qué te basaste para componerlo?
—Antonio es una persona que vive diciendo cosas incorrectas. Él, desde su punto de vista, ve las cosas de otra manera. Y eso es lo interesante porque, queriendo o no queriendo, tiene a defender, o a salvar, a los personajes. Eso es lo que más me gusta y me llama la atención. El tener la posibilidad de contar un programa sin ponerte épico, sin contar la historia desde un solo lado. Acá se escuchan, se ven y se permiten todos los comentarios. El desafío más grande que teníamos era no contar las cosas con el diario del lunes.
Hoy estoy en dos lugares donde quiero estar y en donde se me permite ser lo que quiero ser
—Eras muy chico en esa época. ¿Qué recordás?
—Que para hablar por teléfono tenía que ir al almacén de la esquina porque en mi casa no teníamos. Muchas veces también nos llamaban a la tintorería que estaba al lado de la casa de mi vieja. Atendían ahí, me pegaban un grito y yo salía a atender. Al igual que en la ficción, esas cosas las viví y está buenísimo. Así como también nos pasó con Candela o Franco, que son mucho más chicos, y que hay cosas que, al no haberlas vivido, no las entienden.
—¿Te costó cambiar el vocabulario y hablar con palabras de época sin que se escape alguna expresión actual?
—Por suerte, nos adaptamos rápido, porque la ropa misma te lleva a un lugar de época. Pero también es medio tramposo porque podés pasar a ser una caricatura. Todo tiene que ser en una dosis justa porque corrés riesgo de caer en un lugar raro y distraer. En el guión estaba pensado hasta en qué momentos decir "qué meterete estás" sin caer en algo que termine resultando cómico.
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