Noche del domingo pasado, Hotel Hilton, la gobernadora María Eugenia Vidal en tres tiempos.
Primer acto. Sube con sus hijas, Camila y María José, y dos amigas, hasta el octavo piso. En la habitación 833 está Cristian Castro. Lo saluda: es confesa fan de él. Bajan.
Segundo acto. Se instala en la llamada fila cero: un espacio reservado para ella delante de la primera fila. Joven (44). Look péndex: jean, remera blanca con vivos marrones, campera de cuero, sonrisa eterna.
Tercer acto. Cristian Castro la anuncia. Las mil seiscientas almas que colman la sala la aplauden como a una estrella (lo es, al fin y al cabo…). Cristian le dedica el tema "Te quiero tanto amada mía". Famoso: lo grabó Sandro en su álbum "Muchacho", 2004. Que suena, cálido, así:
"Ya se apagó la luz
De tu ventana
Ya la casa está dormida
La calle en soledad
Y yo en la inmensidad
Con la necesidad
De verme entre tus brazos
Vida mía…"
Etcétera.
María Eugenia se emociona. Después, como una más, seguirá con su cuerpo el ritmo de las otras canciones, las de pegadizo swing.
Sí. Como una más. Pero no para los que, después de los últimos aplausos y el telón final, siguieron hablando de ella.
¿Qué oyó decir Infobae? "¡Increíble! Tan joven, tan sencilla, y sin embargo la que gobierna la provincia más difícil del país".
Para otros, "pensar que tuvo que irse a vivir a una base militar por las amenazas a ella y a sus hijos".
La palabra "coraje" fue el lei motiv. Los comentarios aludieron, insistentes, a "la lucha que está librando contra las mafias y los narcos, nada menos".
También hubo loas a su estilo: "sencilla, a cara lavada…, pero detrás de esa sonrisa, ¡qué mujer! Nadie la cree capaz de mentir"
María Eugenia. La que en la noche del domingo se emocionó con los temas románticos que desgranó Cristian Castro. La que acaso –romántica– tembló por dentro en cada estrofa. Pero también la que enamora a la gente por sus actos. Por cada uno de sus actos.
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