Fue okupa en Londres y vivía de tocar en bares. Completó su escuela en La Mandrágora, el local madrileño donde entró en el mundo de la literatura y las letras. "¿Qué otra cosa podía hacer con mi voz rota?", dice.
Tras siete años de silencio, Joaquín Sabina vuelve con una nueva obra: se trata de su decimoséptimo álbum, que ya es disco de oro. Fiel a sus reflexiones, con un estilo particular propio a la hora de escribir y expresar sus sentimientos, este gran artista es dueño de una voz que también se hace escuchar sobre el conflicto que atraviesa España respecto a lo sucedido en Cataluña.
—No puedo dejar de pedirte una reflexión acerca de lo que está pasando en España.
—Estoy completamente en contra del nacionalismo divisor, del naturalismo que divide, creo que el siglo XXI está hecho para tender puentes y para quitar fronteras como la Unión Europea y no para hacer pequeños países pequeñitos que se crean superiores a los de alrededor. Estoy radicalmente en contra, creo que el nacionalismo en Europa ha traído toda la guerra del Siglo XX y creo que lo que tenemos es ser todos libres e iguales y que los territorios no tienen derechos. Quienes tienen derechos son los ciudadanos.
—Apuntando ya a la música, ¿te esperabas que "Lo niego todo" ya sea disco de oro?
—Yo nunca espero. Yo siempre que saco un disco creo que voy a defraudar a todo el mundo, que no lo va a ver nadie, que no es posible tener tanta suerte, ser bendecido por los dioses paganos durante tanto tiempo. Y luego la realidad me da este tipo de sorpresas, que calientan muchísimo el corazón pero que uno ni siquiera es capaz de analizarlas ni entender por qué.
—Hablando de defraudar, la canción dice: "He defraudado a todos empezando por mí".
—Sí.
—¿Realmente es así?
—Sí. Yo me exijo, espero de mí mismo, mucho más de lo que doy. En las canciones no puedes imaginarte cómo son de hermosas cuando uno las sueña. Cuando uno las hace ya ha perdido algo.
—En tu canción "Pastillas para no soñar" hablás de la vida como una ironía. ¿Qué te llevó a eso?
—Sí. A mí me gusta ver la realidad como es pero creo que el humor es absolutamente fundamental para no deprimirnos, para salvarnos de la grisura de la realidad. Y a mí me gusta usarlo sin medida. Creo que para burlarse de la gente, de la sociedad o de lo que pasa, es imprescindible burlarse de uno mismo.
—¿Cómo es vivir aislado de las redes sociales? ¿Vivís más feliz?
—Me parece que es mentira que ahora se está más comunicado que nunca. Creo que se está más incomunicado que nunca. Todos hemos visto a una pareja cenando en un restaurant y en lugar de hablar entre ellos, están los dos conectados con el teléfono móvil. Yo sé que es una gran revolución, que tienes todo muy a mano y muy cerca y que es muy importante la cantidad de información que hay pero yo prefiero las cosas con más pausa y con un poco más de reflexión. Y la reflexión no está en Twitter.
—¿Te gusta estar alejado de ese mundo?
—No estoy alejado. Estoy completamente fuera de Twitter. Estoy en otro planeta. No tengo teléfono móvil. No tengo internet. No tengo ordenador. No tengo nada.
—En una reciente entrevista dijiste que los libros te salvaron de todo. ¿De qué cosas te salvaron?
—Directamente de la soledad. A veces estás en un aeropuerto y hay una tormenta feroz, no hay hotel y los músicos están tirados por los suelos completamente desesperados… Si tengo un libro estoy feliz. No hay ningún problema. Y si me dejan fumar…
—¿Fumar, libros y qué más?
—Un whisky.
—¿Qué aprendiste a lo largo de los años?
—He aprendido muchísimo pero no creas que se aprende tanto. Uno comete los mismos errores que de joven. El disco duro del carácter de uno sigue ahí para siempre. Uno lo que hace es moderarse un poquito, no ir por ahí mostrando la rabia que uno mostraba al principio pero por dentro la rabia sigue ahí.
—En la canción "Lo niego todo" referís a que te dicen el profeta del vicio, pero vos lo negás. ¿Por qué creés que no te corresponde?
—Es muy exagerado. Tanto eso como las cosas cursis como el juglar del asfalto. A mí me gustan las cosas más simples con un castellano pie a tierra.
—Sin embargo, quizás mucha gente soñaría con que le otorguen esos adjetivos o ser el Dylan español. Vos te desligas de eso…
—El Dylan español no es que no me gustaría, sé que no lo soy. Porque sé lo que ha hecho Dylan y sé lo que he hecho yo. Y es demasiado grande Dylan.
—En varias de tus canciones se repite la frase "la vida es insulsa y repetida". ¿Tu vida es así o es todo lo contrario?
—Todas las vidas tienen un grado de rutina importante, insulsa y repetida. El espíritu de aventura se puede conservar pero no todo el tiempo. No se puede ser sublime sin interrupción, decía Jean-Paul Sartre. Y claro que tiene un lado de insulsa y repetida. Afortunadamente en trabajos como este es menos insulsa y repetida porque cada día te levantas en un hotel distinto y en una ciudad distinta pero sí creo que no hay nadie que no pueda decir que una parte de su vida es insulsa y repetida.