Es el hombre de los mil secretos y se decidió a contarlos. En sus más de cincuenta años en el periodismo de espectáculos se ganó la confianza y la cercanía con las figuras más importantes de la industria.
El recorrido de Jorge Lafauci (73) comenzó como reportero y llegó a ser director de TV Guía, Radiolandia 2000, Antena y Siete días. El año 2000 lo sorprendió con el cierre de Televisa, pero también con su desembarco en la televisión con Yo amo a la TV y la llegada a Radio 10, donde permanece ininterrumpidamente hasta el día de hoy. En el medio pasó cinco temporadas junto a Marcelo Tinelli (57) en Showmatch como jurado de "Bailando por un sueño".
Acaba de publicar su primer libro, Un siglo de secretos en el espectáculo: "Me pidieron hacer un libro con mis experiencias y las personalidades que conocí, pero también incluir las que ya no estaban, entonces se me ocurrió hacer el siglo XX". Así revela los secretos detrás de Evita y Carlos Gardel, hasta Susana Giménez, Mirtha Legrand y Alfredo Alcón. Todo intercalado con la realidad que transitaba el país y su propio trayecto en la profesión.
Su época preferida para escribir fue la primera parte, pese a no estar él todavía ejerciendo la profesión: "Estaba todo el misterio de la pelea de Eva Duarte y Libertad Lamarque, de los prohibidos en la época de Perón, en esa época eran verdaderos secretos. Había otro respeto".
—¿Qué secreto podemos adelantar?
—Yo era como un psicoanalista de los actores, Juan Carlos Mareco un día me llama y me dice que está enamoradísimo de Ana María Picchio y que iban a casar: "Vamos a hacer la primera nota juntos con vos". Voy a la casa al otro día y Ana María Picchio no llegaba, él estaba ansioso, llamaba, no había celulares, daba ocupado. De repente le digo: "Mirá, me voy a ir". "Bueno, pero hablá con Ana María a ver qué pasa" me pide. Me voy y le hablo a Ana María, que me dice: "¿Te digo la verdad? Esto se terminó, fue una cosa muy momentánea, no tengo ganas de seguirlo ni hacer prensa, ni nada, por eso no fui". Voy a lo de Mareco, que me citó y le digo: "Mirá, no sigue". Se puso a llorar abrazado a mí diciendo: "Yo la quiero, yo la quiero". Esta es una anécdota.
—Y como esas en la carrera recogiste un montón.
—Muchas, el libro termina en 1999 y cómo pasó el fin de año Susana Giménez en un yate en Miami con el Corcho Rodríguez y un grupo de amigos que se fueron sumando. Eran Dany Mañas, Geraldine Chaplin, su marido, una hija de Geraldine Chaplin, y Andrés Percivale, que se agregó porque era amigo de Dani Mañas. Y en el medio del barco que navegaba apareció un fotógrafo de Gente y ella los hizo subir. Brindaron todos en ese momento para encontrarse cuando termina este siglo, como diciendo: "Dentro de 100 años nos volvemos a juntar".
—¿Le preocupa mucho al famoso la muerte?
—Yo creo que sí. También le preocupa mucho algo que no sé si es peor que la muerte, el final de la fama, que está ahí. Muchos famosos murieron desesperados porque se les había ido la fama. Viste que la juventud y la fama no se recuperan cuando se perdieron. Cuando ya la carrera no te sostiene, no te llaman, el teléfono no suena, también es doloroso.
—¿Es ingrata la profesión en ese sentido?
—Yo creo que sí, no te estoy hablando de casos como Mirtha Legrand o Susana Giménez. Es ingrata en el sentido de que tiene mucho que ver con el paso del tiempo, la edad, y no te llaman tanto. Mirá las actrices de Hollywood, que son estrellas y no las llaman porque ya tienen determinada edad.
—Al principio sos la hija, después sos la protagonista, más tarde la madre y después te caíste de la novela.
—Te caíste de la novela y te caíste del sistema. En México, Televisa contrata a sus figuras para hacer de adolescentes. Algunas llegan a ser estrellas y son como Verónica Castro. Cuando pasa el tiempo, son las tías de la protagonista, después es la abuela y siguen hasta el final.
—Hay que ver si cuando fuiste la protagonista después te bancás ser la tía.
—Hay que ver, creo que ya están preparados mentalmente. Ahí empieza, aunque no lo demuestren, el dolor interno. Cómo manejás el ser de reparto siendo protagonista.
—Hoy, si no me equivoco, en Golpe al corazón, por ejemplo, que protagonizan Sebastián Estevanez y Eleonora Wexler, está Viviana Saccone que fue protagonista con Estevanez.
—Sí, ella fue protagonista en muchas novelas. Está en la transición. Hace un personaje que está frente al hospital donde trabajan todos, pero está en la transición. La televisión argentina está haciendo en este momento casi una discriminación con los actores, porque son cada vez más jóvenes los padres y los abuelos, hay figuras que ya no podrían trabajar. Si vos ves Cuéntame cómo pasó, el padre de adolescentes grandes es Nicolás Cabré y la madre, Malena Solda, es raro que la abuela sea Leonor Manso porque te hubieran puesto otra más joven.
La gente de hoy del espectáculo, del Bailando y toda esta gente mediática no tiene secretos, van contando todo
—Volviendo a los secretos, ¿hoy se pueden guardar secretos?
—No creo. Una amiga mía periodista dice que el secreto se guarda entre dos siempre que uno muera. En el espectáculo es difícil, también la gente de hoy del espectáculo, del Bailando y toda esta gente mediática no tiene secretos, van contando todo. No tienen pudor de contar hasta las intimidades.
—¿Con qué temas no debería meterse el periodismo de espectáculos?
—Con la salud y con la sexualidad. Quizás tampoco mucho, en la fricción constante de la política y de a quiénes van a votar o no, porque a veces eso trae inconvenientes a las carreras. Empecé de muy joven y vi las listas de prohibidos cuando fue la dictadura; la gente tiene que ser más libre y no tiene que estar tan exigida si no quiere decir a quién va a votar.
—De eso hablás en el libro, de las prohibiciones en los distintos momentos del país.
—Sí, por supuesto. Desde la etapa del primer gobierno de Perón, la dictadura y el alfonsinismo.
—¿Qué opinás de los paneles en televisión?
—Los respeto porque es la costumbre actual. Tienen que vivir de algo. Pero creo que están exigidos a demasiadas cosas. El año pasado, cuando murió China Zorrilla, me llamaron para hablar en un programa de Canal 13. Yo a China Zorrilla la conocía muchísimo. Estuve dos horas esperando y en un momento me dijo una productora: "No vamos a hablar de China Zorrilla pero sentate a hablar de seguridad". Le dije: "No vine preparado" y podía. ¿Pero qué iba a discutir? Me sentía como exigido a algo que no tenía ganas.
—¿Quién es el conductor actual de televisión que más te gusta?
—El que rompió el molde fue Marcelo Tinelli desde que empezó. Estuve trabajando con él en cinco Bailando… y siempre encuentra el tiempo justo, el rostro justo, te descubre alguien que está allá sentado y lo hace estrella.
—Si tenemos que pensar en las nuevas generaciones, ¿a quién le ves pasta, quién puede ser el próximo Tinelli?
—Las historias no se repiten, porque también podemos decir que Tinelli fue el Mancera de hoy. A mí me gusta (Santiago) Del Moro, hace un programa de política entre otras cosas, pero con refinamiento y no se va al grito y la ofuscación, puede mantener cierta distancia de lo que habla y con lo que están hablando los panelistas.
—¿Quién puede ser la próxima Susana?
—Se rompió el molde con estas figuras. Creo que no va a haber. Como no hubo otro Gardel.
—¿Se empobreció la farándula argentina?
—Algo pasó no sé si es por acontecimientos del país, porque hubo una dictadura que frenó durante bastante tiempo el crecimiento artístico, pero también está en el exterior, ves programas que no se pueden creer. Yo creo que sí, que se abarató porque se exige menos. La televisión empezó a ser dueña de todo, el teatro quedó relegado, el cine también, cambió hasta una estética de la gente. Tinelli, con su gran programa y con lo que la gente se ríe viéndolo y se divierte, tinellizó el teatro. Mucho público del teatro va y se ríe siempre pensando que el teatro es como Tinelli, que hay que reírse.
—¿Quedan secretos por contar? ¿Va a venir el del 2000 en adelante?
—Esperemos que sí, todavía no lo hablé con la editorial. Ahí entrarían todos los secretos de Showmatch que vi.
—Si habrás visto cosas por ahí.
—Sí, me acuerdo, por ejemplo, que el primer Showmatch fue sereno. Hay actores que yo conocía que me daban vuelta la cara porque les había puesto una nota baja.
—¿Vos compartiste con Pachano y Alfano?
—Con Alfano, sí, cuando era pareja de Matías (Ale). Fui a un cumpleaños de Paula Robles, lejos, donde tenía la quinta Tinelli, con Alfano y con Matías, y la Alfano me ponía así la cabeza (hace un gesto) en el coche para que no le pusiera bajas notas a Matías que estaba bailando. Con la Alfano, cuando empezaba en esta carrera estuve en una fiesta de Siete Días en Mar del Plata, donde fue elegida Miss Siete Días porque yo era de Editorial Abril en ese entonces, ahí también debutó como cantante María Marta Serra Lima. Así imaginate si conozco la historia de Graciela.
—¿Extrañás algo de Showmatch?
—Sí, en su momento la pasé muy bien. Me gustaba más estar en Showmatch que todo lo que acontecía afuera de Showmatch. Que en todos los programas te criticaran esto, te apoyaran en lo otro, de repente me sentí tan popular que no sabía cómo manejarlo.
—¿Volverías a este Showmatch?
—Son ciclos de la vida, yo creo que no. Si alguna vez me toca, no puedo decir "de este agua no he de beber", de nada. Trabajar en revistas, tampoco. Pero me parece que son ciclos. En este momento estoy en Radio 10, estoy haciendo para el canal Volver el ciclo Volver a cantar, pero son cosas acotadas. Para la radio dedico toda la semana, voy al teatro, al cine, leo, y busco temas. El libro lo pude escribir porque me dediqué casi un año primero para prepararlo y desde diciembre hasta agosto no levanté el traste del asiento escribiendo. Antes no lo hubiera podido hacer. Ahora tomo cosas cuando son acotadas y me dan placer.
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