Lo soñaron y lo lograron. Cuatro voces de Salta que parecen una, si bien tienen una visión muy diferente de la vida, imaginaron recorrer el mundo cantando. Y lo hicieron realidad. Sus canciones enamoraron a miles de fans y desde el norte de Argentina no solo conquistaron el país sino que también supieron construir una carrera internacional. Los Nocheros; o Kike Teruel, Mario Teruel, Álvaro Teruel y Rubén Ehizaguirre, quienes a través del folclore llevan nuestra cultura al mundo.
En una entrevista con Teleshow, cuentan cómo tuvieron que luchar para sostenerse en el tiempo. La disciplina, el trabajo y las horas de ensayo fueron las claves de su carrera, además de enfrentarse a los prejuicios. "Las compañías no lo promocionan al folclore, no lo hacen. Yo digo que no lo entienden", sostiene Kike.
Con 30 años de una importante trayectoria, Los Nocheros harán una gran celebración el viernes 27 en el Luna Park que promete mucho, mientras presentan su nuevo tema El Pim Pim.
Kike Teruel. Lo bautizaron como César Adolfo, pero ese nombre sólo figura en su DNI. Siendo uno de los fundadores de Los Nocheros, también Kike se permitió incursionar en otros aspectos de su carrera. Fue, por caso, jurado de Operación Triunfo, el reality que buscaba talentos.
—¿Con qué seguís soñando?
Kike: —Con cantar un poquito más. Digo poquito porque no soy de decir que voy a cantar hasta los 70 años (tiene 52). Cuando me hicieron mi primer nota me preguntaron cuál era mi sueño y yo dije que mi sueño era ver crecer bien a mis hijos. Hoy mis hijos tienen 27, 26 y 25 años, y están haciendo todo lo que quieren. Lo hicimos con Los Nocheros porque aman nuestra música, aman todo lo que eso significa. Entonces los veo crecer bien y haciendo todos felices lo que les gusta.
—¿Siempre fue la familia antes que el trabajo?
Kike: —No, hubo un tiempo que no. No estuve bien yo tampoco. Hubo un tiempo que era trabajo, trabajo, trabajo, y la familia quedaba relegada. Uno cree que está todo bien pero no tenés tiempo de ver adentro de la casa. Abrís la puerta cuando venís de viaje y la cerrás rápido para volverte a ir. Fue mucho tiempo de trabajo, pero gracias a Dios me di cuenta.
—Y de esa época, ¿que sentís que te perdiste?
Kike: —El crecimiento de los chicos; bastante. Y el apoyar o disfrutar con mi mujer, que me apoyó en esto y que me conoce desde cero.
—A lo mejor, sino hubieses detenido ese tiempo con la familia con tanto sacrificio, hoy no serían Los Nocheros…
Kike: —Sí. Un poco y un poco. Si no hubiera trabajado así no hubiera llegado a este bienestar. Cuando digo bienestar es todo: espiritual y material, se junta un poco todo. Si no hubiera hecho ese trabajo no lo hubiera logrado. Creo. Capaz que sí, pero no me arrepiento por el resultado de hoy. No me arrepiento de nada de lo que hice ni de lo que dejé de hacer. Si me decís "¿Cambiarías…?", la verdad que no sé qué tendría que cambiar porque hoy por hoy estoy en un tiempo feliz. Entonces, yo no cambiaría nada.
—Tu padre trabajaba en la administración pública. Familia humilde. ¿Qué te dice cuando ve todo lo que lograste?
Kike: —Se emociona mucho porque hemos conseguido cosas insólitas desde nuestra música. Cantábamos en "La Peña Ocho Güemes", que era cantar por cantar, y de golpe se empezó a dar todo y llegamos a un lugar que nunca pensamos. Y una de las cosas más fuertes que me pasaron fue que con Mario queríamos hacer un disco con el productor de Luis Miguel y lo terminé haciendo. Lo anoto en mi agenda y cuando anoto ahí lo que quiero hacer…
—¿Se cumple?
Kike: —Se hace. Se me cumplió. Había un tiempo que dormía con la agenda al lado porque no tolero pensar algo y olvidármelo, y al otro día decir "¿Qué pensé ayer?". Entonces, me despertaba a cualquier hora y anotaba. Y cuando me levantaba, ya hacía eso que quería. Y seguía y seguía…
—¿Eran sueños concretos?
Kike: —Sí. Hacer el disco con el productor de Luis Miguel, los Grammys, Europa, conocer el mundo cantando, hacer un dueto. Por ejemplo, quiero cantar con Juan Gabriel, que a Rubén le gustaba mucho, y Juan Gabriel nos hizo una canción. Antes decían que estábamos a siete personas de conocer a alguien, ahora estamos a una con las redes sociales. Para mí todo es factible. Absolutamente todo. Siempre dije que lo que me gustaría es hacerla cantar a Madonna una canción nuestra . Y bueno, estoy ahí.
—Al mirar atrás, ¿te sorprendés de todo lo que lograste?
Kike: —No, porque no miro el pasado, para nada. Siempre para adelante. Me molesta mucho la gente que te dice "¿Te acordás?". No te lo dicen bien algunos: "¿No te acordás de…?". No. No me acuerdo. Sé bien de dónde vine y sigo siendo un poco el mismo aunque cambié mucho, pero no me gusta pensar "si hubiera sido…". Creo que eso no sirve.
—¿La fama te cambia?
Kike: —Sí. Me ha cambiado mucho. No la pasé bien. Yo no sabía ni firmar un autógrafo. De golpe, la plata, teníamos club de fans por todos lados. No conocía nada: recién a los 26 años conocí Buenos Aires, y a los 30 estaba en Acapulco con toda la familia de vacaciones. Hay gente que no traté bien en su momento, no te puedo decir a quién específicamente, pero era porque estaba cansado, porque no sé ser conocido. Nadie sabe serlo. Me molesta que me vean comer, entonces si voy a un restaurante estoy medio incómodo con las fotos. A veces no estoy bien, casi siempre porque no soy de andar producido…
—Si hay algo que le quisieras enseñar a tus hijos o les enseñás…
Kike: -Les enseñé. Y gracias a Dios lo aprendieron y me lo reconocen, por eso lo digo: que cumplan los sueños. Eso les enseñé porque es difícil desde Salta cumplir los sueños porque acá no tenemos nada. Si querés que te vea todo el país, tenés que irte allá. Les enseñé tanto que se me han ido todos. De cuatro me quedó el más chico.
—Si hubieran formado el grupo hoy, ¿les costaría más?
Kike: —No, porque nos costó mucho igual. El primero que me recibió en Buenos Aires, al que yo quería conocer a muerte porque tenía "La Movida", era Mateyko. Fue el primero que me dijo: "¿Por qué creés que Los Nocheros van a llegar?". Y le dije: "Porque somos únicos, no somos mejores, nadie canta como nosotros. Te puede gustar o no". Eso siempre lo tuve presente: nosotros somos únicos. Ni mejores, ni peores, únicos. Esa fue una premisa con la que fui, y sé que en esta época me hubiera costado lo mismo.
Mario Teruel. Es el hermano mayor de los Teruel: le lleva dos años a Kike. Y su mujer, Cristina Laspiur, La Moro, podría ser considerada la quinta integrante: aporta letras a las melodías de Los Nocheros. Pero en sus declaraciones, Mario no necesita que alguien le aporte una frase, un verso, una estrofa. Lo caracteriza la frontalidad.
—¿Cuándo te diste cuenta de que el alcohol era un problema en tu vida?
Mario: —Nunca tenía resaca. Por eso le daba duro y parejo, y de golpe, de una noche alegre comienza el otro día: la mañana triste. Después de un tiempo era noche alegre, dos días triste. Entonces en ese momento digo: "¿Qué es la famosa resaca que le pasa a todo el mundo?". Entonces, le daba a la matraca con todo hasta que pasó. Y cuando pasó me fue muy clara también la decisión de decir "no es negocio". Una noche alegre y dos días triste…
—¿No podías trabajar? ¿Te costaba cantar?
Mario: —Obvio. Cuando es la resaca…
—Además del alcohol , ¿consumís tabaco, marihuana?
Mario: —Sí. El cigarrillo también. Fumé tabaco. Ahora hace mucho que no fumo tabaco pero esos son los vicios porque en un momento uno se ve resaqueado.
—¿Fumás marihuana seguido, o es algo que también dejaste, como el alcohol?
Mario Teruel: -Sí, pero no me hagas hablar de eso porque ya se armó un lío bárbaro la vez pasada. Pero sí, fumo. Es una cosa que los padres deberían hablar de una manera más abierta con los hijos, porque veo que son cosas que siempre se hablan cuando dicen "Ay, hay un drogón en la familia"'. Entonces recién se habla. Se armó un lío bárbaro porque dije que fumaba porro con mi hijo y mi hijo tiene 30 años, anda de gira conmigo. No dije que le enseñé fumar porro. Llegó el momento en que compartimos un porro, compartimos un vino. Eso es lo que yo dije. No tiene nada que ver con que vos te tomes un vino con tu hijo en la casa, no tiene nada que ver con que vayas a la esquina del barrio y veas a los chicos de 10, 12 años que se están tomando un vino. De esa misma manera había comparado que me fumo un porrito con mi hijo en casa. No tiene nada que ver con que chicos de 10, 12 años estén fumando porro o estén fumando paco. Son contextos distintos.
Álvaro Teruel. El hijo mayor de Mario es el benjamín del grupo: tiene 30 años. Ingresó a Los Nocheros luego de la polémica partida de Jorge Rojas.
—¿Alguna vez dudaste de vos apenas comenzabas?
Álvaro: —Sí. Miles de veces. Muchas veces te odiás cómo cantás o tenés ese error: estás cantando y a lo mejor te estás criticando.
—¿Sos muy autocrítico?
Álvaro: —Sí. Justamente, lo que no hay que hacer. Pero bueno, hay que focalizar la energía para que no te suceda eso. Estás cantando, estás vibrando para la gente, estás con vos, estás conectándote: no sirve si te estás mirando y estás juzgando cómo lo haces. Capaz que es un trabajo para después. Decidí ponerle el cuerpo, así que hay veces que me gusta más, hay veces que me gusta menos: un día cantás ronco, un día cantás con la garganta bien, otro día te dejó tu novia, otro día estás feliz… Entonces, te acostumbrás a cantar en el estado de ánimo que estés.
—¿Sentís que tenés una vida muy diferente a los chicos de tu edad, sobre todo a los que fueron al colegio con vos?
Álvaro: —Sí. Ahora la acepto.
—¿Antes no?
Álvaro: —Claro. Antes quería hacer todo lo que hacían mis amigos, todo lo que hacía la gente de mi edad. Ahora estoy feliz de ser distinto, de ir de una manera particular, no de la misma manera en que todo el mundo va. Mis amigos ya a las ocho de la mañana están arriba escribiendo mensajes para ver qué pasa, y yo, en el verano, me estoy acostando a las seis de la mañana. Entonces, ¿para qué quiero estar despierto si tengo que dormir durante el mediodía? Dejar de querer ser para ser lo que soy.
-¿Y eso te alejó de tus amistades?
Álvar: —No, para nada. Cuando nos toca encontrarnos compartimos nuestras comidas, vemos nuestros partidos de fútbol, jugamos a la Play, hacemos música. Así que no. Hay que acomodar los horarios nomás.
—Y en las relaciones con las mujeres, ¿te afecta esto de las giras, no estar tanto tiempo en tu casa?
Álvaro: —Y… te extrañás mucho. Pero lo lindo de mi profesión y de las relaciones son los reencuentros y los regresos. Eso es lo bueno. Volvé. Te esperan con ganas. Volvé. O te vas a encontrar con alguien con ganas. Una vuelta me dice una chica "Vos sos un marinero, tenés un amor en cada puerto". Y dije: "Mirá la idea". Yo no la había pensado de esa manera.
—Pero si no tienen casi ni tiempo…
Álvaro: —¡Exacto!
Rubén Ehizaguirre. Desde la partida de Rojas, es el único integrante de Los Nocheros cuyo apellido no es Teruel. Y en distintas etapas enfrentó rumores de alejamiento. Pero a los 53 sigue firme, como desde el primer día.
—¿Creés que con solo cantar bien alcanza?
Rubén: —No. Para nada. Cantar es solo el 5 %.
—Y el resto, ¿qué es?
Ruben: —Por ahí el ejemplo son los chicos que han ganado un reality y que cantan, pero el negocio de la música, del artista en este género del folclore, no solamente es subirte a un escenario a cantar y nada más. Hay muchas cosas detrás. Después tenés que saber charlar tu contrato con tu mánager, con tu disquera, hacer una publicidad o un canje de imagen. Hay muchas cosas que van detrás del hecho de que la gente te escuche cantar. Por ahí, muy pocos artistas saben de qué se trata todo eso. Sentarte en un escritorio a charlar tu contrato no es lo más sencillo del mundo. El primer disco lo hemos entregado totalmente a EMI por el simple hecho de que queríamos que el disco saliera. A medida que han ido saliendo los discos, que nos fuimos haciendo populares y que la gente ha empezado a creer en la propuesta de Los Nocheros, ya veremos qué rescatamos del disco para nosotros y para el próximo más todavía.
—Pero uno cree que es subirse al escenario, hacer lo que uno sabe hacer y una vez que uno bajó, ya está.
Rubén: —No. Nada que ver. Tenés que conocer el negocio del artista, del disco o de la música, como lo quieras llamar. No es solamente cantar en el escenario y que la gente diga "¡Qué lindo que canta!". Eso es chiquitito.
LEA MÁS: