Las mejores anécdotas de Bebe Contepomi: de sus salidas con Bono a los desplantes de Madonna y Roger Waters

Dos hermanos que jugaron en los Pumas, otro que se hizo cura, el colegio Newman donde también estudió Mauricio Macri. Pero él decidió armar su propio camino. Y más allá de que "empezó como un chiste", construyó una respetada carrera como periodista de rock que ahora repasa en esta entrevista a fondo con Teleshow

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"Cuando arrancamos en el rock era noticia si un músico caía preso por algún incidente, cuando Charly García tiraba un televisor del hotel o cuando había un disturbio en un recital", recuerda Bebe Contepomi (47), que logró despertar el interés de la televisión en la visita de bandas o el lanzamiento de discos y videos.

Así pasó de cortar cables y escribir videographs a viajar por el mundo y sentarse con las figuras más emblemáticas de la música: Los Rolling Stones, Paul McCartney, Red Hot Chili Peppers, Bon Jovi y Rod Stewart se convirtieron en algunas de sus charlas habituales. Y así pasaron los años, haciendo de la trastienda del rock una forma de vida, aunque recién lo interpretó como un trabajo cuando se casó con Florencia, y fue padre de Elena (ocho), Vicente (seis) y Camilo (tres).

Bebe Contepomi creó “La Viola” casi como un juego y hoy lleva 20 años en pantalla
Bebe Contepomi creó “La Viola” casi como un juego y hoy lleva 20 años en pantalla

Este año cumple 20 años al frente a La Viola: "Empezó como un chiste para no trabajar. Fue como un juego hasta que se transformó en algo serio", reconoce Contepomi.

—¿En qué momento lo empezaste a sentir un trabajo?

—Cuando tuve a mi primera hija, cuando me casé y tuve que empezar a mantener una familia. Yo casi laburaba gratis, era tan lindo mi trabajo, y es tan lindo que no sé… ¿Encima iba a cobrar por ir a un festival? Pero en un momento tenés que empezar a mantener hijos, a pensar en el futuro.

Junto a Florencia, su mujer, son padres de Elena, Vicente y Camilo
Junto a Florencia, su mujer, son padres de Elena, Vicente y Camilo

—Estudiaste en el mismo colegio de Mauricio Macri. Él es presidente, vos estás de banda de rock en banda de rock.

—Sí, el Newman. También fueron todos mis hermanos y dos jugaron en los Pumas (Felipe y Manuel Contepomi). Yo más en el rock, en la noche. Hoy hay un presidente ex alumno. Del Newman tengo buenísimos recuerdos. Sé que hay gente tal vez que la vivió distinta, pero a mí me dio muchas oportunidades. Si hubieran sido muy estrictos no podría haber terminado, porque yo no era un tipo con muy buena conducta.

—También tenés un hermano sacerdote. ¿Cómo es tu vínculo con la religión?

—Sí, Juampi, también ex alumno del Newman. Tengo una educación católica muy fuerte: te puedo decir los Diez Mandamientos de memoria, te puedo contar la Biblia.

—¿Creés en Dios?

—Sí, en Dios creo. Conozco la historia, pero no soy practicante, no voy a misa. Rezar sí, puede ser que a veces a mi manera pueda rezar.

La carrera lo llevó a relacionarse con los ídolos del rock, con Bono entablaron una gran amistad
La carrera lo llevó a relacionarse con los ídolos del rock, con Bono entablaron una gran amistad

—¿Tiene más que ver con agradecer o con pedir?

—Con agradecer. Ya he pedido mucho y me han dado mucho en la vida, Dios, y de ahí para abajo mucha gente más. Hoy es una etapa de agradecimiento constante, diariamente. Estoy agradecidísimo por la familia que tengo, por el trabajo que tengo, por la vida que tengo. El que más boicoteó mi vida fui yo mismo en ciertas etapas, sin saber bien qué quería o tal vez teniendo en claro qué quería, pero dispersándome más de lo normal. Iba a la facultad y salía todos los días hasta las 4 de la mañana. En un momento me empecé a ordenar un poco más y hoy es el resultado de eso.

El que más boicoteó mi vida fui yo mismo

—¿Es verdad que hubo una época tan descontrolada en la que los músicos te tenían que ayudar para que los pudieras entrevistar porque vos no estabas en un buen estado?

—Hay un poco de mito. Tuve lo que yo llamo la "década perdida". Para muchos que piensan de una manera, fui mucho menos descontrolado de lo que ellos creen. Y para otros que piensan de otra manera, fui más descontrolado de lo que creen. Siempre laburé en relación de dependencia: no soy un músico que escribe canciones y cobra derechos de autor y se puede delirar tres meses de no dormir o estar de joda. Yo tenía que levantarme todos los días e ir a trabajar, cumplir un horario, rendir. Desde que empecé en TN nunca desaparecí del mapa, no tuve un año perdido por ahí. Siempre trabajé de lunes a viernes, fines de semana, a veces con más acidez o con más resaca que otras veces.

—¿Hoy, mirándolo en perspectiva, sentís que estuviste en riesgo en algún momento?

—Yo no les aconsejaría a mis hijos que caminen por la cornisa como yo caminé varias veces, porque sí, te podés caer al precipicio. Tengo una familia, hermanos, mis viejos y amigos que siempre estuvieron, entonces capaz que ellos hicieron que no me diera cuenta si estuve en riesgo. Yo nunca me sentí en riesgo, siempre me divertí. Sí, obviamente que hay momentos de sufrimiento, que te podés deprimir en alguna etapa, pero nunca sentí que estuve en riesgo. No significa que no lo haya estado, pero yo no lo sentí.

—¿Qué te piden más: entradas para recitales o el teléfono de músicos?

Entradas para recitales. Es tal vez lo peor de la profesión divina que tengo. Lo que más sufro es que anuncian que viene una banda y empiezan a pedir por todos lados. Llama gente que no hablás hace 20 años (risas).

—Los compañeros del Newman.

—"Che, Bebe, ¿cómo andás? Tanto tiempo, ¿se podrán conseguir para Coldplay cuatro entradas? Te juro que te las pago". Si las pagás, andá a sacarlas. "No sé adónde se sacan" o "Están agotadas", y yo sé que no están agotadas. Te piden entradas que las pagan pero que están agotadas, y yo hablo con el productor y me dice: "No, quedan 20 mil entradas para vender". ¡Y te piden igual!

—Medio papelón.

—Sí. Yo no pido nada. Para mí pedirle un favor a otra persona es innecesario. Cuando sé que la persona no puede comprarla, me desvivo por conseguírsela. Tengo un chico, Jorge, de limpieza de la redacción del canal: hace 20 años le consigo entradas porque sé que no las puede comprar, me pide y me desvivo para conseguírselas. Eso sí.

Paul McCartney es uno de los artistas internacionales de quien mejor recuerdo guarda
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—¿Hay algún músico con el que digas: "Yo con este no me siento, no le hago una entrevista"?

—No, ninguno. No.

—¿Qué pasa si Elena y Vicente empiezan a pedir que en el auto se escuche a Rombai?

—Me lo piden todo el tiempo. Son muy fanáticos de Maluma, y yo también. Y CNCO. "Felices los cuatro", "Hey DJ" y el anterior, "Reggaetón lento".

—Y si los chicos piden, se escucha.

—Lo que pasa es que, mirá: ya mi mujer tiene 13 años menos que yo, me enseñó mucho, no ella sino su generación. Mi mujer escucha Pink Floyd, Ricky Martin, (Ricardo) Arjona, Metallica, las canciones que le gustan. No tienen prejuicios como podía tener mi generación al escuchar música. Obviamente, con mis hijos no solamente escucho Maluma, sino que vamos a verlo juntos, no tengo ningún problema. También les gusta "Blackbird" de los Beatles.

—Y si tu mujer te pide que la acompañes a ver a Arjona, también vas.

—Sí. La acompañé a ver a Ricky Martin muchas veces; es fanática, a mí también me encanta Ricky Martin. Ahora ya no me putean más, pero cuando decido abrir el juego y empezar a entrevistar a Ricky Martin, a Arjona, estamos hablando de tipos que hacen tres canchas de River, al principio estaban: "Eh, puto, ¿qué pasó con el rock?". La gente entendió ese mensaje que yo transmito desde la práctica, que hay música para todos y que cada uno escucha la que le guste. No entiendo eso de odiar a un músico porque no te gusta el estilo que hace, me parece rarísimo. Es como odiar a un futbolista porque pasa mal la pelota. Que no te guste, y listo.

—¿Quién es el músico argentino más difícil de entrevistar?

—Soy amigote: es Vicentico. Me cuesta porque primero me causa gracia y él se ríe, es tímido para las notas. Y después porque cuando te la quiere complicar, te pasea por todos lados.

Madonna me costó mucho, paró la nota por la mitad porque yo le tapaba su plano

—Si tenemos que pensar el ranking de los músicos más desagradables, nacionales e internacionales, ¿quiénes son?

—Con internacionales tuve muchas experiencias, pero después no los veo seguido. Madonna me costó mucho, porque antes de la nota no me hablaba. Habitualmente, mientras las cámaras hacen foco, los músicos te preguntan cualquier cosa para romper un poco el hielo antes de que empiece la nota. Y Madonna estaba ahí, le hice dos preguntas fuera de la grabación, y no me contestaba. Paró la nota por la mitad en un momento porque yo le tapaba su plano: había una cámara y yo me movía mucho, como me estoy moviendo ahora, y le tapaba el plano.

—Qué miedo que te pare la grabación…

—Sí. Yo tenía 20 minutos para entrevistarla y usé 12. Volvimos a retomar la nota después de que la paró y ya estaba anulado.

Junto a Andrés Calamaro, “un gran amigo”
Junto a Andrés Calamaro, “un gran amigo”

—¿Quién más?

Lenny Kravitz… No desagradable pero sí difícil, habla bajito, corto, lo tenés que estar escuchando, y de repente querés hacer una repregunta y te termina la respuesta de golpe. Otro que me llamó la atención es Rod Stewart. Antes de que se prendan las cámaras, hablábamos de fútbol, de Messi, de su equipo de Escocia, y yo dije: "Huy, qué buena nota le voy a hacer". Se sienta, prende la cámara y me contestaba todo frío. Hacía cinco minutos estábamos hablando a los gritos y riéndonos. Me llamó la atención, pero bueno.

—De Bono sabemos que te hiciste amigo.

—Sí, es un tipo absolutamente adorable, normal, no podés creer que sea todo lo que es y que mueva todo lo que mueve. Es más que una estrella de rock, es un tipo que socialmente ha logrado muchas cosas, que se junta con la gente que maneja el mundo, y también con un borracho como yo. Paul McCartney también: muy británico, viste que son muy correctos, muy inglés , muy prolijo y muy ordenadito, pero siempre con una sonrisa, siempre remándotela. Y es Paul McCartney, ¿viste? Con Keith Richards de los Rolling Stones también fue muy divertido.

—Ahí tenés un abrazo histórico.

—Sí. En esa nota me emocioné apenas la terminé. Estaba ahí, como estoy sentado con vos ahora, en Toronto y durante la nota, tratando de estar concentrado, muy tenso, viendo qué preguntar. Aparte, son notas en inglés. Ya en español me cuesta hablar bien, imaginate en inglés. Y cuando termina la nota, lo miro y no lo podía creer, porque de todos los que entrevisté es el que no podés creer que sea un ser humano, te parece una caricatura.

—Aparte venías de una nota anterior complicada.

—Venía con Ron Wood, que a la mañana me había cortado el rostro mal. Se había levantado recién, no me contestaba las preguntas, atendió el teléfono en mitad de la nota. Después tenía la nota con Richards y dije: "Si esta me sale mal, no tengo nada que poner…".

—¿Es verdad que Roger Waters te mandó a buscar en Internet?

—Sí, hablando de desagradables… Con Roger Waters, en Berlín: lo entrevisté cuando él venía a hacer The Wall, que hizo los nueve estadios de River. Estuve la noche anterior en el bar del hotel, había una cosa privada y me invitan. Ahí me presento, había algunos argentinos tomando una cerveza con él, hablando de Leonard Cohen. Al día siguiente yo tenía la nota a las tres de la tarde y pensé: "Este va a entrar y va a decir: 'Eh, ¿qué hacés Bebe? Estuvimos ayer a la noche chupando'". Me da la mano, se sienta, le digo: "Bueno, Roger, arranquemos. Contame un poquito de The Wall, este disco histórico que lo estás tocando por todo el mundo y ahora vas a la Argentina". Y me dice: "Si entrás en mi página de Internet, ahí tenés toda la explicación". Y ahí tuve la valentía, que no tuve con Madonna, que arrugué cuando me trató medio mal, paré la cámara y le dije: "Roger, todo bien, yo viajé 18 horas para estar acá. Si no tenés ganas de contestar… Esto es televisión, no es gráfica, que puedo buscar data y ponerla en la nota". Me dice: "Sorry, sorry". Como que reacciona y la nota arrancó bien.

—Y ahí, ¿vos ya eras quien sos hoy?

—Sí, pero con Madonna también. Esto es igual que cualquier profesión: la experiencia te da cada vez más seguridad. Hoy, yo estoy muy seguro de mí.

—¿Qué tres anécdotas no faltarían en el libro del Bebe?

—¿Que se puedan contar?

—Si no se pueden contar, es un golazo también pero… (risas)

—Las que no se pueden contar me las olvido, tengo mala memoria. Cualquiera con Bono: mis salidas con Bono por Buenos Aires en taxi con la seguridad a una cuadra y yendo a bares a tomar un coffee tequila, que es lo que toma él. De un bar y a otro bar para que la gente tarde en darse cuenta quién era.

—Y cuando estás de gira con Bono, ¿no te estalla el teléfono de gente pidiéndote sumarse a esas noches?

—Sí, me piden mucho, pero nunca le pedí nada, nunca le digo: "Te quiere conocer tal". Sólo llevé a mi mujer a una comida. Capaz que ese es el motivo por el cual me sigue dando bola. Aparte de que indudablemente le debo haber caído bien por algún motivo, porque desde el primer día que me conoció en Nueva York termina la nota y pide diez minutos antes de la nota con el próximo periodista, me lleva a una oficina y ahí me pregunta sobre mí. Le caí bien desde el primer momento.

—Entonces las giras con Bono tienen que estar sí o sí.

—Sí. Después tengo muchas con Andrés Calamaro, que es un gran amigo, le he hecho muchas notas. En Plaza Francia una vez le hice una nota divina tomando mate, caminando, cuando sacó "Alta suciedad", un disco emblemático. Fue una charla larguísima y muy, muy entretenida. Un Andrés en su esplendor. Con Charly he visto situaciones increíbles, de rock & roll y de concepto, perderse aviones y desde el cuarto del hotel me pedía que llamemos a Palito Ortega, que era el gobernador de Tucumán y es muy amigo suyo: "Llamemos a Palito que me mande un avión". Toda la banda estaba en Tucumán y Charly en el hotel en Salta, que no quería irse al aeropuerto, quería que lo busque un avión en el hotel. Delirios. Pero estar ahí metido, en todo eso…

—¿Te ponés cholulo con alguno?

—Ya no, en una época sí. Cholulo no, me emociono; yo lo veo hoy a Charly García y se me pone la piel de gallina, para mí es más que antes, es ver a Mozart.

—¿Te gusta este nuevo Charly?

—Bueno, es el Charly que hay. Me gustaría que corra cien metros en diez segundos y que esté sanísimo, pero no me voy a meter a opinar de su vida. La última vez que lo vi, hace muy poco, lo vi feliz, contento. Evidentemente tiene problemas de movilidad, se quebró la cadera. No es el abuelo de Heidi.

—¿Te falta hacer alguna nota?

—De Argentina, El Indio SolariSkay también. Y de afuera, Bob Dylan. Lo admiro tanto a Dylan que prefiero que nunca me dé una nota.

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