Alguna vez soñó con hacer Zorba, el griego, y fue Anthony Quinn quien le dijo que con el deseo y la fe el personaje iba a llegar. Lo mismo sucede hoy: tras años de buscarlo, Raúl Lavié (80) está preparando El violinista en el tejado para estrenar en 2018. "Es una de las comedias más hermosas que tiene la historia de la comedia musical. Soñaba con hacerlo y nunca se había dado la posibilidad", dice el protagonista de éxitos como Hello Dolly, El hombre de la mancha y Victor Victoria, que viene de un gran año junto a Juan Rodó en Jekyll & Hyde.
Aunque la recuerda con alegría y agradecimiento, la infancia de Lavié no fue fácil. Abandono paterno, ausencia materna y la necesidad de trabajar desde muy chico marcaron una realidad de la que nunca se quejó. Hace seis años decidió cerrar el círculo y averiguar quién era su padre. Y en esta charla con Teleshow el cantante repasa cómo fue ese proceso, cuando su propio recorrido fue diferente: padre de cinco hijos, abuelo de seis nietos y uno por llegar, y enamorado de Laura Basualdo, su gran amor.
"Mi presente es divino, tengo una familia hermosa", dice Raúl ante la mirada tierna de Laurita, su compañera infaltable. Pudieron casarse por Iglesia tras más de 35 años de matrimonio civil, tras la muerte de su primer esposa, Lidia Labarque, con quien tuvo a su hija mayor, Dolly. Lo mismo ocurrió con Pinky; fruto de esa relación nacieron Leonardo y Gastón. Años más tarde llegarían, junto a su actual mujer, Manuela y Agustina. Y hace unos días, el gran festejó por sus 80 años de vida y 65 de carrera, con un recital homenaje en el CCK donde lo acompañaron Valeria Lynch, Cecilia Milone, Jairo, Patricia Sosa y Vicky Buchino.
—Tantos años de vida y de carrera ameritaban ese festejo.
—Me lo hice yo mismo. Consideré que debía devolver de alguna manera la felicidad que me dio la vida de ser un artista, así que lo festejé en mi lugar: el escenario. Antes de hacer una comida con los amigos y que te regalen una camisa que después tengo que ir a cambiar porque me queda chica, quise disfrutarlo en mi ámbito, con mi familia, con mis amigos, con los grandes cantantes que me acompañaron, mis directores musicales y el público, que es la otra parte de los amigos que tengo, y son fundamentales.
—Tuviste una infancia muy humilde.
—Una infancia hermosa. Tuve la suerte de tener una familia maravillosa: mis abuelos fueron los que me criaron desde que tenía un mes y medio, porque mi mamá trabajaba y no podía hacerlo.
—¿Tu mamá te veía o estaba muy lejos?
—Ella vivía en Rosario y mis abuelos vivían en Sunchales, a unos 400 kilómetros: iba de vez en cuando porque su trabajo no lo permitía. Para mí fue una dicha que mis abuelos me hayan brindado una educación y me hayan abierto las puertas de su corazón. Todo eso me llevó a ser un chico feliz, a pesar de las necesidades y de no tener cerca a mi mamá o no conocer a mi papá. Jamás tuve un conflicto con eso.
—Empezaste a trabajar de muy chico.
—Cuando vuelvo a Rosario, mi mamá seguía trabajado y tenía su lugar por sí misma, y yo vivía con mi abuela y mis tías, y era el que se ocupaba de mantener la casa: mi abuelito ya había fallecido hacía un tiempito y me tocaba a mí asumir esa responsabilidad. Terminé sexto grado en esa época y a los 12 años comencé a trabajar, no paré nunca más de estar al pie del cañón para ayudar a mi familia. A los 15 años ya empecé a ganar un dinerillo y pude tener la satisfacción enorme de tener bien a mi familia.
Cuando descubrí quién era mi padre y conocí parte de su vida, me serenó y me tranquilizó
—¿Tu abuela te vio triunfar?
—Sí, y me dejó una enseñanza fundamental. Durante muchos años viví afuera del país, del 65 al 70. Cuando regresé, mi abuelita apareció, y le dije: "Venga a vivir con nosotros". Estuvo conmigo ante el nacimiento de mi hijo varón y, en un momento, cuando íbamos a presentar por televisión al vástago, le dije: "Usted quédese acá sentadita y nos va a ver por televisión, nosotros hacemos la nota y volvemos". Ella me dijo: "Raulcito, hay una cosa que te quiero decir y no quiero que lo tomes dramáticamente. Yo estoy feliz de haberme reencontrado con vos, de ver que estás bien, que estás feliz. Entonces no te asustes, pero un día de estos me voy". Y cumplió su palabra. Cuando regresamos de la televisión la encontramos ahí, tiradita, con una paz y una felicidad en su rostro… Yo creo que dijo: "Ya está, ya lo vi bien". Esa es otra de las cosas que uno no debe olvidarse y debe darle la importancia que tiene.
—Qué bueno haber podido darle esa tranquilidad.
—Es maravilloso.
—¿Te enojaste con tu mamá o con tu papá?
—Nunca jamás en la vida tuve animadversión para ninguno de los dos. Uno no debe juzgar ni debe abrir preguntas ni cosas por el estilo cuando no conoce realmente la historia de lo que dos personas viven. No debe imaginarse cosas que a lo mejor no lo son. Cuando descubrí quién era mi padre y conocí parte de su vida, me serenó y me tranquilizó. Dije: "Hoy, después de tantos años, se reencontraron a través del tiempo y ahora están juntos y están felices". Me enteré de la historia y supongo que eso redondeó lo que uno puede imaginar. En el colegio, cuando me decían: "No vino tu papá a la fiesta de no sé qué", yo decía: "No, porque mi papá trabaja fuera, trabaja lejos de Rosario".
—Inventaste una historia.
—Exacto, sí, sí.
—¿Tu papá en un principio no se hizo cargo del embarazo, pero después volvió a buscar a tu mamá?
—Él se quiso hacer cargo desde el primer momento, lo que pasa es que era una familia muy férrea en cuanto a costumbres sociales. Pensá que fue hace 80 años, ellos no tenían una relación, ella quedó embarazada y cuando él se dio cuenta de que realmente tenía que asumir esa responsabilidad, no tuvo la oportunidad, y mi mamá se sintió mal. Cuando él se arrepiente y le pide que quiere reconocerme, ella se niega, y así sucesivamente. Le dice: "Me quiero casar con vos"; ella se niega. "Le quiero dar el apellido a mi hijo"; y ella se niega. Mi papá se llamaba Raúl, y como un homenaje hacia su amor yo me llamo Raúl, o sea que hay una historia de amor muy importante detrás. Por más que mi mamá haya demostrado ser una mujer muy fuerte que se sintió mal con lo que mi papá le había hecho sentir y no aceptó de ninguna forma el arrepentimiento, dijo: "Se terminó, va a crecer con el apellido materno, y lo voy a criar y de esto no se va hablar, no lo vamos a comentar jamás". Él era de una familia muy importante de la sociedad de Rosario.
—Lo buscaste hace muy poco.
—Sí. Cuando pasa el tiempo, sentí que me faltaba redondear una historia importante, sobre todo por mis hijos, por la descendencia, por mis nietos, era como que faltaba una parte también en la vida de ellos. ¿Cómo no conocemos quién es la otra parte de esta historia? Cuando averigüé, me dijeron el nombre y ya después hubo una averiguación por parte de un grupo de genealogistas que escarbaron y buscaron en la historia los antecedentes del apellido y me juntaron ambas historias, tanto la de mi mamá como la de mi padre. Realmente ahí se redondeó todo y quedé en paz.
—Tu papá ya había muerto. ¿Hay más familia ahí que hayas encontrado?
—Sí. Primos segundos. Fijate cómo habrá sido esa familia que eran seis hermanos, cuatro mujeres, dos hombres, y no se casó ninguno de ellos, ninguno tuvo descendientes. Mi padre se casó al final porque estaba solo, se habían muerto sus hermanos y entonces él se relacionó con una señora. Ahí terminó la historia de la familia, porque no hay descendientes, el único y el último soy yo. Mi apellido en realidad es Ferreyra.
—Qué fuerte, ¿no?
—Es fuerte, pero es una historia linda, a mí no me hace ningún daño, al contrario, me hace muy feliz también el saber y conocer qué era, cómo fue esa familia. A pesar de lo férreos que eran en sus pensamientos y en su forma de actuar. Hay que respetar también esa cosa, tuvieron también mucho que ver con la historia del país inclusive, porque eran gente muy capaz, estaban relacionados con la justicia, eran abogados importantes. Mi padre fue hasta jefe de policía de Rosario. Por parte materna también, vengo a ser un descendiente de los que fundaron Córdoba, porque acompañándolo a Cabrera había un señor que se llamó Blas de Peralta que también tenía que ver con mi familia.
—Con orígenes muy humildes, sin un papá, con una mamá lejos y trabajando para ayudar en casa, vemos hoy la carrera que hiciste con mucho esfuerzo. ¿Estás de acuerdo en que la desigualdad de oportunidades genera delincuencia?
—Todo eso depende de la educación que a uno le dan en la vida. A mí siempre me enseñaron primero que uno no es pobre, éramos de una familia humilde. La palabra "pobre" no me gusta demasiado, porque se es pobre de muchas cosas, pero nosotros asumimos nuestra posición social como corresponde. Asumíamos nuestro lugar en la sociedad. Pero también era distinta la época en la cual yo me desarrollé como joven. Éramos chicos y nos juntábamos todos y éramos todos iguales, ahí no había diferencia social alguna. Tendría unos diez años y yo me quería acercar, por ejemplo, a los jóvenes mayores que yo y no me dejaban participar porque decían: "Tenés que esperar tu tiempo, acá estamos nosotros que tenemos más años que vos". Y si, por ejemplo, tomaba algún cigarrillo, como todo chico en esa época que estaba descubriendo y ya se quiere hacer el hombrecito, ellos me sacaban el cigarrillo y me lo tiraban.
—¿Con las drogas qué vínculo tuviste a lo largo de la vida?
—La droga también es producto de una mala educación que puedan brindarte en tu casa. Nosotros tenemos nietos y podemos hablarlo con mis hijos, que ya son grandes. Yo no tuve ninguna preocupación al respecto. Han crecido normalmente como buenos hijos de una familia normal y, por supuesto, con las preocupaciones propias del crecimiento que han tenido cuando comenzaron a hacer su vida de salir a bailar y todo eso. Uno tiene que estar atento, sobre todo yo, que desde los 15 años me relacioné con la noche.
—Te cambio de tema. ¿Sos amigo de Mauricio Macri?
—Sí, claro. No solamente amigo. Nos hemos conocido hace muchos años, de haber ido a cantar a su casa, al cumpleaños de su padre, de haber sido presidente de Boca y yo soy hincha. Y tuvo la deferencia, cuando nosotros nos casamos por Iglesia, después de 36 años, de haber estado; casados por civil con Laura, cuando quedé viudo de mi primera mujer. En ese momento le planteé a Laura la posibilidad de casarnos por Iglesia, cosa que mi hija mayor aceptó con lágrimas en los ojos, y Laurita por supuesto también. Yo creo en el casamiento, el asunto de juntarse, tener hijos y el día de mañana, por equis circunstancia, "Chau, me voy", a lo mejor te lleva también a no hacerte cargo, te pueden pasar muchas cosas. Volviendo a lo que me preguntabas, Mauricio tuvo la deferencia de venir a nuestro casamiento. Pero más allá de eso, creo mucho también en él como político, creo que necesitábamos sin lugar a dudas un cambio y hay que darle el crédito suficiente como para que pueda demostrar que se puede hacer.
La profesión del artista es mucho más sublime que aprovechar su carita y lo que representa para ganar un dinero a través de la dádiva
—Apoyás en las elecciones a Cambiemos.
—Por supuesto, sí. Sin crear polémicas en absoluto. No me interesa, sobre todo cuando no están dadas las condiciones como para hacer una discusión sana.
—¿Te enoja la grieta y la pelea entre los actores?
—Me enoja, sí. Yo creo que nuestra profesión es tan distinta a cualquier otra cosa. Nosotros trabajamos más con el corazón, con el sentimiento, con la piel, y además tenemos como artistas populares el apoyo de gente que piensa de una manera, otra piensa de otra. No es bueno elaborar frases que puedan hacer sentir mal a otro que piensa diferente. No me gusta hacer daño o lastimar ni con un rasguño el sentimiento que pueda tener otra persona con respecto a lo que para él es fundamental, que piense, siente una política determinada.
—¿Pero qué te generan los actores que hacen negocios con el gobierno y con su militancia?
—Estamos bastardeando nuestra profesión. La profesión del actor, la profesión del artista, es mucho más sublime que el apoyo de aprovechar su carita y lo que representa para ganar un dinero a través de la dádiva. Creo que el actor debe salir, trabajar, hacer lo suyo lo mejor posible. Por supuesto, es un profesional y debe recibir su pago por eso mismo, porque para eso somos actores profesionales.
MIRÁ LA ENTREVISTA COMPLETA A RAÚL LAVIÉ:
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