Los insólitos TOC de Sebastián Estevanez: la nariz torcida, el pánico al agua salada y varios más

El protagonista de "Golpe al corazón" cuenta sus divertidas manías en esta charla con Teleshow, en la que además habla del privilegio de vivir de lo que ama, los celos y la paternidad

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Son las 18 y, tras una larga jornada de grabación, Sebastián Estevanez (46) recibe a Teleshow en los exteriores de Estudios Pampa, donde alguna vez fue utilero y hoy se convierte en Rafael Farías, el enfermero que enamora a Eleonora Wexler en Golpe al corazón. "Me emociono todo el tiempo, estoy feliz de hacer esta novela", confiesa sobre la ficción de Telefe que, sin haberlo buscado, tiene algunas conexiones con el grave accidente automovilístico que sufrió en 1997 y casi le cuesta la vida.

Además de la infaltable historia de amor y sus duras historias de vida, la novela de Quique Estevanez toca temas sociales, como la violencia de género, la identidad y la situación de los ex combatientes de Malvinas. "Fue la idea de entrada, está buenísimo que se toquen esos temas. Es una de las cosas más importantes y más lindas que tiene la novela", dice su protagonista, que siente más ganas de contar esta historia por el impacto y la ayuda que puede generar para mucha gente.

—¿Qué es lo mejor y lo peor de trabajar con tu papá?

—Lo mejor: todo, porque amo a mi viejo, a mi hermano, a mi familia. Es mi casa, me siento bien acá. Cuando arranca la novela ya me desligo, pero durante la previa estoy armando el elenco, los libros, la producción. Me encanta, lo llevo en la sangre. No le encuentro nada malo.

Junto a Eleonora Wexler, su
Junto a Eleonora Wexler, su compañera en “Golpe al corazón”

—Tenés un costado productor.

—Sí, desde muy chico que estoy con eso, me crié acá. Armamos la verdulería de "Gino", de Arnaldo André; fue mi primer trabajo e iba al Mercado Central a la mañana, compraba la fruta, la verdura, y armaba una verdulería. Empecé trabajando como utilero acá.

—¿A ser actor le encontrás algo malo?

—Son muchas horas de trabajo pero me gusta. Tuve muchos trabajos anteriores: trabajé en una verdulería en la vida real y sé que hay trabajos que son mucho más complicados que este. Entonces me resulta feo decir que estamos muchas horas y quejarme, no me gusta. Me quejo igual (risas), todos nos quejamos, pero no corresponde: hay trabajos que son mucho más jodidos que este. Y además soy un agradecido, hoy que hay poca ficción, de poder trabajar en lo que me gusta. Tenemos que dejar todo en la cancha para defender la ficción. Ojalá que ande bien y anden bien todas las novelas, que empiece a haber más ficción y más producción nacional. Es una responsabilidad.

—¿No es una lástima cuando compiten en el mismo horario dos ficciones?

—Sí, nos queremos matar, tenemos una bronca… Pero nosotros tampoco lo podemos manejar mucho.

—Recién me decías que tuviste otros trabajos, ¿cuál fue el peor?

—Mi viejo también laburó de todo, fue verdulero, es tornero matricero de profesión y una vez de chico, por un trabajo le dije: "Me da vergüenza, pa". Y me respondió: "No tenés que tener vergüenza nunca del trabajo que hagas". Trabajar está buenísimo y tener trabajo también. Hay gente que ni siquiera tiene trabajo. Así que me gustan todos. Todos los trabajos que hice los disfruté y aprendí.

Todo es positivo de trabajar
Todo es positivo de trabajar con su padre, Quique Estevanez, cuenta Sebastián en esta charla

—¿En qué momento te amigaste con la inestabilidad de la carrera?

—Tuve mucha suerte. Ahora quedé parado un tiempo porque repitieron "Dulce amor". Eso me mató, porque duró como un año y me atrasó el poder trabajar.

—Hoy sabés que les está yendo genial. ¿No da miedo qué viene después?

—Está bueno también que dure lo que dan los libros, no estirarla de más: la gente se aburre y nosotros también. El resto es la vida, pasa con todo, con cualquier aspecto de tu vida.

—Si tenés que elegir tres momentos que marcaron tu vida, ¿cuáles son?

—El nacimiento de mis hijos y el accidente que tuve que casi pierdo la vida. También la familia que tengo, mi mujer, los amigos. Y la profesión: me gusta hacer lo que hago, me gusta trabajar como actor.

—El día de la presentación de la novela te pregunté cuál fue tu novela favorita y por qué, y me dijiste que la tuya fue "Amo y señor". Y me contaste una anécdota muy divertida en la que ahora vamos a ahondar porque ese día teníamos dos minutos. Contame cómo veías "Amo y señor", por favor.

—La veía con una chica que trabajaba en mi casa, que era muy linda y estaba enamorado de ella. Mi hermano, yo, todos estábamos enamorados de ella. No sé si mi viejo no estaba enamorado (risas).

—Pero vos concretaste, fue una especie de primer amor.

—Se podría decir.

—Le debés a "Amo y señor"…

—Sí, gracias a Arnaldo. (Esa chica) era un caño.

—¿Te buscan mucho a pesar de saber que estás casado y tener una pareja súper afianzada en el medio?

—No, mucho no. Te tiran onda, es con onda, pero tampoco algo alevoso.

Más enamorado que nunca, junto
Más enamorado que nunca, junto a Ivana Saccani llevan 17 años de pareja
 

—O sea, no viene la foto de la mujer desnuda por mensaje directo.

—Hay de todo, depende la situación.

—Vas a llegar a tu casa y tu mujer te va a pedir el teléfono.

—No, tenemos confianza.

—¿Quién de los dos es más celoso?

—Ninguno de los dos. Confiamos. Cuando éramos más chicos quizás, pero hoy confiamos. Uno va creciendo y aprendimos a confiar. Estoy en una etapa tranquila, tuve una etapa que era celoso, mujeriego, un poquito egocéntrico. La vida es un crecimiento constante y trato de mejorar en todo sentido. Estoy buscando el equilibrio para ella, para estar con mis hijos, para el trabajo, para todo lo que voy haciendo.

—Hoy, que están de moda las parejas abiertas, ¿qué pasa si viene tu mujer y te dice: "Sebastián, probemos cómo nos va con una pareja abierta"?

—¿Con mi mujer?

—¿Las fantasías no son para cumplir con la mujer?

—No, para mí no. Con una tercera, con un tercero. Capaz que soltero… La conocí bastante grande a Ivana y no me quedó una asignatura pendiente, por suerte.

—No te quedaron asignaturas pendientes.

—Bah, siempre alguna queda.

—Ni en el amor ni en el sexo, todo lo que querías hacer lo hiciste.

—Por ahora, sí, todo.

—¿Tenés algún TOC?

—Sí, tengo uno pero no molesto a nadie… ¿Ves acá como un callito en los dedos? Mi vieja dice que lo hacía desde que era bebé, que me quedó de hacerle así a la ropa (muestra cómo enrolla con el dedo la ropa). Lo sigo haciendo.

—He escuchado cosas peores.

—También me acomodo la nariz cuando grabo (hace el gesto de tirarse la nariz hacia la izquierda varias veces). La tengo rota, entonces se me va para allá y acomodo, tiro un poquito y después de nuevo. Por momento del día voy peleando para que vaya para allá y se me va para allá. Y "Vení para acá", y se me va para allá, y "Vení para acá". Tengo otro más… El agua salada: no me puedo poner ropa con agua salada, tiene que ser agua dulce. Me pica todo, me da claustrofobia, me broto, ¡me vuelvo loco!

—¿Y con el traje de baño qué hacés? ¿Vas a la playa nudista?

—Traje de baño, sí. De acá para arriba me agarra como… Pica.

—¿Cuál es la mayor extravagancia o divismo que te permitís?

—El pelo.

—¿Sos coqueto?

—No, ni me peino, pero siempre siento que lo tengo mal, que tengo una peluca. Es un cuarto TOC.

—Seguís sumando y buscamos un analista (risas).

—Y tengo otro más.

—¿A ver?

—Los dientes.

—¿Qué pasa con los dientes?

—Hilo dental. No te digo que me lavo a cada rato, pero me lavo bastantes veces en el día. ¿Le puedo mandar un saludo a (el odontólogo) Palmieri, que es amigo mío? Somos como hermanos, nos atiende a todos.

Vacaciones en familia junto a
Vacaciones en familia junto a sus hijos Francesca, Benicio y Valentino

 —¿Sos el papá que imaginabas?

—Ahí empecé a vivir los momentos más lindos de mi vida. Fue un antes y un después. Estoy conforme con el papá que soy.

—¿Qué miedos tenés como papá?

—Los que tenemos todos: salud, inseguridad, que sean felices, buenas personas, trabajadores, buenos compañeros. Son el regalo más lindo que puedo tener. Este año mi hijo salió elegido escolta en el colegio por los compañeros, a Francesca también le tocó eso. Ese es el regalo más lindo que hay para mí, que sean buena gente. El triunfo está ahí para mí, si sos feliz…

—Y si tienen ganas de seguir este camino, el tuyo, ¿te gusta para ellos?

—Los banco. Los voy a ayudar en lo que pueda, obvio, en lo que elijan. Como corresponde. Hay que estar ahí.

Por decir la verdad o por no mentir me comí bastantes quilombos

—¿Quién es la persona viva que más admirás?

—Mis viejos y mi mujer. Me enseñaron un montón de cosas de la vida. Son buena gente. Son decentes. Son laburadores. Formaron una familia muy linda. Nos enseñaron todo en la vida, somos como somos gracias a ellos. Nos dieron mucho amor. Dieron todo por nosotros.

—¿Y tu mujer?

—Mi mujer es una madre impresionante. Superó las expectativas que tenía para formar una familia con una mujer. Es lo más, es buena mina, laburadora, da la vida por los chicos. Es una madre presente. Conmigo es incondicional.

—¿Se puede seguir igual de enamorado después de 17 años?

—Sí. Yo siento que más, mirá lo que te digo.

—¿Cómo se hace?

—En nuestro caso se dio y se viene dando bien. Ojalá que siga así. La amo (se emociona).

—¿Sos de llorar?

—No mucho. Pero cuando me preguntan cosas como la que me estás preguntando, estoy ahí, tengo la lágrima… Estoy aguantando, estoy pálido.

—¿Cuándo mentís?

—Cuando no me queda otra. Pero no me gusta mentir. Es más, a veces por decir la verdad o por no mentir me comí bastantes quilombos. Puedo mentir cuando me traicionaste, cuando ya me cagaste mal y me di cuenta, ahí te puedo mentir. Me salió un malo de adentro, ¿viste?

—¿A quién le negarías una charla, con quién no te sentás a tomar un café?

—Con mucha gente que hizo cosas mal. Si yo sé quién es y lo que hizo y lo tengo claro, no me siento a tomar un café. ¿Para qué? O sí, me siento a tomar un café para preguntarle, para decirle: "Che, boludo, ¿qué hiciste?".

—¿No perdonás?

—Depende de la situación. Perdoné cosas que me jodieron mucho. Uno tiene que perdonar; si no perdonás, no avanzás tampoco. Tampoco perdonar todo, pero me parece que el perdonar pasa por crecer también.

—¿Te interesa la actualidad y lo que pasa en la Argentina?

—Por épocas me engancho. Tampoco podés vivir en una nube, tenés que saber un poco de todo, pero trato de no engancharme porque la paso mal y no sirve de nada.

—¿Te puedo ver conducir un noticiero?

—No.

—Te puedo ver bailando en "Showmatch"?

—No: bailo muy mal, un desastre. Conducir me ofrecieron varias veces y mientras tenga trabajo como actor, me gusta lo que hago. Entonces, no me veo en otra cosa.

Es el momento más feliz de mi carrera

—¿Qué fue lo mejor que te dio esta carrera?

—Tener un vínculo con la gente que nunca en mi vida hubiese pensado. Una relación con la gente que me cambió la vida.

—¿No cansa en ningún momento?

—En algún momento me explotaba el bocho, pero era más chico. Es muy lindo lo que está pasando con "Golpe al corazón". Veo mucho público que no es de novela. Voy a programas de televisión y veo que de verdad todo el panel ve la novela y para mí es un honor, es espectacular y estoy feliz. Es el momento más feliz de mi carrera.

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