Si hay algo que siempre ha caracterizado a Sofía Gala Castiglione (30) es su total deshinibición, ya sea para protagonizar escenas de desnudez -como es el caso de Alanis, su más reciente film, en el que encarna a una prostituta- como para hablar sin pelos en la lengua de su relación con las drogas.
"Decir que estoy curada o libre es muy trucho. Hace cuatro años que me alejé totalmente de eso y no quiero volver, no me interesa", afirmó durante una entrevista con la revista Gente.
"Empecé a consumir por diversión y en un momento se me fue de control. La que más daño me hizo fue la cocaína, así que trato de mantenerme lo más lejos posible, pero es un trabajo diario", reflexionó.
"Cuando me quiero tomar un pase, pienso: 'No, bolu… Acordate dónde terminaste la última vez'. Con eso para mí es suficiente, no cambio mi vida de ahora por la que llevaba antes", concluyó al respecto, para luego referirse a su relación con los desnudos.
"Mis tabúes con la desnudez tienen que ver con los conceptos estéticos que se promueven. Me cuesta más hacer fotos sexies que una escena comiendo en bolas", se sinceró.
"La desnudez posada me resulta más chocante que la natural. De hecho, al momento de filmar la película estaba con varios kilos de más, bastante fláccida y amamantando a mi bebé. Obviamente, cuando me vi, no dije: 'Che, qué linda estoy', pero lo acepté, es parte de quién era yo en ese momento, de cómo era mi cuerpo y cómo mutó", confesó la hija de Moria Casán, digna heredera de su madre en eso de tener una lengua karateca.
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