A principios de agosto se tomó conocimiento público de la particular historia de Jerónimo (23), el segundo de los cuatros hijos de Julián Weich (51), que a los 19 años decidió dejar la facultad, los entrenamientos de rugby y el gimnasio para emprender un viaje de mochilero hacia el norte, sin destino específico.
Después de un tiempo regresó a la Argentina y ahora trabaja haciendo malabares -habilidad que aprendió y perfeccionó durante su travesía por Sudamérica- en los semáforos de la Ciudad de Buenos Aires.
Mientras se encontraba frenado en un semáforo a bordo de su vehículo, Julián Weich se cruzó con su hijo, mientras hacía malabares. "¡Grande, maestro!", le gritó el conductor, orgulloso, al joven mientras hacía gala de su destreza. Él, al verlo, no pudo contener la risa.
Weich filmó el momento y subió la grabación a su cuenta en Twitter. "¡Mi hijo en su oficina jaja!", escribió el conductor.
Recientemente Wiech contó que cuando cumplió 50 años fue a visitar a su hijo, que en ese momento se encontraba en Panamá. Allí aprendió su estilo de vida. "Vivimos en la calle, sin rumbo, gastando lo menos posible. Él hacía malabares y yo pasaba la gorra", relató.
Jerónimo, por su parte, habló con Infama sobre su trabajo y dijo que le gustaría "tener un show más profesional": "El semáforo es algo aparte: me gusta conectar con la gente del lugar e intentar sacarles al menos una sonrisa. En lo que me propongo en el día a día, se logra. Me gusta estar un fin de semana en la ciudad, juntar plata e irme para la naturaleza".
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