El líder de Jane's Addiction es una persona sencilla y entrañable, tal como se lo ve cada vez que se sube a un escenario, alguien agradable y que siempre parece estar de buen humor. "¿Escucharon a The Lemon Twigs? Deberían hacerlo, suenan realmente bien, son dos hermanos". Así comenzó la charla que Farrell brindó a medios argentinos. Fundador, en 1991, del festival más importante del mundo en la actualidad, no se cansa de promover e idear nuevos caminos. En este caso, confesó que en 14 meses estará presentando una obra musical en Las Vegas que él mismo escribió y compuso y que en dos años lo llevará de gira por todo el planeta.
"No extraño tanto subirme a cantar porque tengo grandes planes, y esos planes están bien encaminados", aseguró, horas después de acompañar a Foo Fighters en la noche del viernes 4 de agosto en un aftershow que brindó la banda liderada por Dave Grohl en la ciudad de los Bulls.
"Argentina tiene mucha clase", así definió Perry Farrell al público local luego de hacer una pausa y dudar: "son…no quiero decir que son exactamente pasionales…son duros, son realmente duros. Tienen su estilo. He visto al público de Gran Bretaña o aquí en Chicago y en Argentina el fan es una combinación de todos ellos. Siempre están cantando todas las canciones, es muy cool".
Si bien el multifacético personaje puede ser enmarcado como un padre de familia, un marido o un surfista, las imágenes que le da al público de manera más notoria son las de un artista y la de un hombre de negocios, sin embargo, ante esta disyuntiva, Farrell no deja lugar a las dudas. "Elijo mi faceta artística. Sí, soy bueno en los negocios, pero no vivo por la plata, vivo por el arte", sentenció. Antes de despedirse avisó: "Los veo en Argentina, tres días, ¡eh!", haciendo referencia al 16, 17 y 18 de marzo en el Hipódromo de San Isidro.
El cierre de la segunda jornada estuvo a cargo de Chance The Rapper
Bien temprano, en el BMI, Ron Gallo se ganó el lugar de la gran revelación del evento.
Zara Larsson fue la primera de las artistas que conquistó al pueblo millenial de Chicago durante la tarde del sábado gracias al cover de Ed Sheeran "Shape of you", en el Lake Shore. Ese mismo escenario cobijó, minutos más tarde, al bajista Mike Kerr y el baterista Ben Thatcher, los únicos representantes de Royal Blood. Los británicos intentan acumular la potencia de una orquesta en las manos y pies de Kerr, el público lo sabe y así lo festeja.
Como si fuese una casualidad del destino, tras el último acorde de "Out of the black", la multitud comenzó a dirigirse frente al Lake Shore, a metros de allí se encuentra el Grand Park, el main stage del festival. Enjaulados con luces flúor y adoctrinados por la cultura hipster, comenzó a tocar Alt-J, un trío que carece de bajista, en contraposición de la ausencia de guitarras en Royal Blood. Con un rock psicodélico a más no poder, los oriundos de Leeds le pusieron la alfombra roja al artista estrella del Lollapalooza 2017.
Miles y miles (créanme, a 500 metros del escenario ya no había lugar para acurrarse) de seguidores de todas las edades, razas y credos se agolparon a esperar a Chance The Rapper. El rapero jugó de local en Chicago desde el minuto 0, en el cual una serie de videos referidos a su imagen y benevolencia le sirvieron como preludio a su show. Un show, por demás correcto que sirvió para cerrar el telón en la tercera jornada.
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