¡Rocky Balboa es argentino!
O lo fue durante los cinco días que Daniel Gioffré (51) permaneció en Filadelfia para hacer un documental sobre el emblemático personaje de Sylvester Stallone, a cuarenta años del estreno en nuestro país de la película que inauguró la mítica saga.
Fanático de la historia del boxeador de escaso talento y abundante coraje, Gioffré quiso apartarse del recurso habitual que cualquier producción haría sobre el filme. Nada de entrevistar a los protagonistas, descubrir el detrás de escena de la filmación, o ir tras la huella de datos curiosos.
Simplemente, Daniel se convirtió en Rocky.
Caracterizado como El Semental Argentino… ¡perdón!, El Semental Italiano, reprodujo fielmente distintos pasajes de sus películas, como los entrenamientos previos a las gloriosas peleas con Apollo Creed. Pero lo hizo… ¡cuadro por cuadro! Y con cuidada precisión, reparando en las locaciones originales y en el plano exacto de cada una de las escenas. Aunque varias décadas después del rodaje original, con la única asistencia de un camarógrafo y sin ningún tipo de apoyo ni presupuesto: el dinero corrió por su cuenta.
"Nunca nadie hizo algo así: ser Rocky. En Internet encontrás muchos videos de gente subiendo las escaleras, pero no haciendo una réplica de las películas", le dice a Teleshow este asesor de marketing y comunicación (ahí está su trabajo), pero también actor y productor (ahí está su vocación), quien tenía doce años cuando fue al cine a ver Rocky I, la ganadora del Oscar.
Con el objetivo de recrear todas las condiciones de las filmaciones originales, Gioffré hizo confeccionar a medida la vestimenta de Rocky, desde la campera a los joggings de gimnasia, ¡y hasta la vincha! Para sumergirse en el personaje alquiló una habitación en una casa cercana a la que Balboa habitaba en aquellos comienzos tan hostiles. "Como represento todas las acciones de Rocky tenía que sentirme Rocky y caminar sus calles como lo hacía él, no como turista", puntualiza Gioffré, quien se vestía como el personaje desde que se levantaba hasta que iba a dormir. Además eligió viajar a Filadelfia a mediados de febrero, cuando… ¡Stallone rodó sus películas, claro!
Lo más arduo fue la logística. Había que encontrar 27 locaciones. Filadelfia no las tiene señalizadas: no existe una visita guiada por los lugares emblemáticos de Rocky. Pero lo ayudó Google. Y esa especie de déjà vu que tendría cualquier fanático al sentir que está justo allí, adonde Rocky había estado. Una vez allí, determinar desde dónde se había filmado y cuál era el plano.
Como represento todas las acciones de Rocky tenía que sentirme Rocky, y caminar sus calles como lo hacía él, no como turista
"Fueron días duros, con jornadas de grabación muy largas y corriendo con mucho frío. Empezábamos a filmar a las 7.30 con tres grados bajo cero, y terminábamos a última hora de la tarde, sin haber superado nunca los cinco grados. Tampoco podíamos cortar la calle: tuvimos que eliminar tomas muy buenas porque en un momento un auto pasó por delante o se cruzó gente. Pero le pusimos garra, y lo logramos", explica Gioffré.
Tres meses antes de ser Rocky, Daniel se inscribió en un gimnasio para practicar boxeo y ensayar cada uno de los golpes para obtener realismo. Y también estado físico. "Son unos pocos segundos por cada toma, pero para filmar cuatro abdominales tenía que hacer 100, y por seis golpes de bolsa debía dar 200. Un minuto de edición son cinco horas de grabación".
Su Rocky corrió por el mismo tramo de vías que el otro Rocky, aunque sin autorización oficial: "Me jugué la vida porque en Estados Unidos es un delito federal transitar por una vía". Pero sólo de esa manera Gioffre logró que el entrenamiento que Rocky hace luego de que Adrian le dijera, desde la cama del hospital, "Win… ¡win!" (usted sabe, fanático de Rocky II) sea… ¡idéntico!
El documental también se filmó en la puerta de la primera casa de Rocky. "Aunque pasaron 40 años el lugar está intacto, casi idéntico, pero como queda en un barrio muy pobre de la ciudad fue muy difícil filmar; no es una zona segura", dice Gioffré, quien reprodujo diferentes escenas de todas las películas de la saga que se rodaron en Filadelfia (Rocky III se filmó en Los Angeles, y Rocky IV en Rusia).
Así llegó al cementerio de 40 hectáreas donde Balboa se sienta a hablar frente a la tumba de Adrian. Pero los encargados del lugar desconocían su ubicación precisa, y apenas le dieron una vaga referencia: el nombre real de una de las lápidas. Fotos en mano, y leyendo tumbas y más tumbas, Gioffré ubicó la locación exacta dos horas y media después. Y todo por un par de tomas, aunque "fue muy emocionante filmar allí". ¡Misión cumplida!
Yo soy Rocky, el documental dura 42 minutos y ya está disponible en YouTube. En octubre Gioffré lo presentará en Doc Buenos Aires, un festival de documentales amateurs, y en febrero en el Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, España. Y hace unos días alquiló un salón para exhibirlo en pantalla gigante frente a sus amigos y familiares. "Y casi todos terminaron llorando…", asegura.
Fueron los mismos que, apenas les contó sobre su proyecto, lo apoyaron sin reparos. "Pero no pensaron que el documental sería lo que fue: ¡creyeron que me iba de paseo a Estados Unidos!".
Y no, nada de eso.
Porque como diría Balboa, en lugar de pensar en la forma en la que otros lo hacen, Gioffré pensó cómo lo haría él.
Y cuarenta años después de verlo en el cine, viajó a Filadelfia para ser Rocky.
Un round más…
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