Hizo de su cuerpo una forma de vida. Primero de modo funcional; después convirtiéndolo en objeto de deseo. Y más tarde persiguiendo un fin estético para buscar una meta competitiva.
Lo que resta definir con Pamela Pombo (32) es qué surgió primero: si la necesidad la motivó para adaptar sus condiciones físicas, o fue su fisonomía la que marcó el rumbo
Más alto… Hay una certeza: el deporte es lo suyo. Lo fue siempre. A los cuatro años empezó con gimnasia artística, y ya en la adolescencia -con el primer estirón- se probó en distintas disciplinas como el básquet. Pero la atrapó el vóley. La altura era -¡es!- su aliada: pronto alcanzó el 1.81 ("…y medio", precisa). Pues bien ¡181,5 centímetros de pies a cabeza!, ideales para saltar en la red a rematar o bloquear.
Tantos despegues en la cancha -con sus posteriores aterrizajes- hicieron que Pamela se cortarla el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Lesión habitual en este deporte, inoportuna para ella: integraba la Selección Argentina con apenas 19 años. Tras la cirugía y una recuperación traumática regreso muy pronto a las canchas: quería llegar al mundial de 2003. Pero de inmediato hubo otra caída y la misma lesión…
"Tenía dos opciones: volvía a operarme o iba al gimnasio por el resto de mi vida para fortalecer la rodilla y así evitar la cirugía. Pero como había sufrido tanto en el postoperatorio, me metí en el gimnasio. ¡Lo odiaba! Pero comencé a ver en el espejo ciertas curvas que me empezaron a agradar, como el glúteo. Y le fui poniendo más pasión al entrenamiento, apuntando a un cuerpo que me gustara".
Más rápido. El vóley quedó en un segundo plano, como jugadora federada en su provincia natal: Mendoza. Pero aquel cuerpo que fue moldeando a su gusto y piacere también le gustaba a otros, ¡a muchos otros! Y vinieron las promociones y los desfiles. Y un desembarco en Buenos Aires que se dio de forma tan explosiva como curiosa.
En 2011 Pamela fue sorprendida por un paparazzi al salir de un departamento tras pasar un rato agradable junto al futbolista del momento, Cristian El Ogro Fabbiani, ¡y de la mano de otra chica! De contexturas similares, las chicas se presentaban como… parientes: Las hermanas Pombo, marca registrada, morbo también.
Resultó ser que la otra rubia se llamaba Johanna Villafañe, y al año del estallido mediático disolvieron la sociedad contando la realidad del vínculo: sólo eran amigas, pero el parecido físico las convirtió en un dúo atractivo para presentar en las revistas, el teatro y la televisión. "Fue un gancho para entrar al espectáculo", justificaron después. Pero nooo, nada grave… Con las operaciones mediáticas y los escándalos simulados que se ven por estos días, ¡faltaba más!
¡Más fuerte! Con los años, con los meses, con los días, Pamela se fue apartando de los flashes. Y cuando se puso de novia con un fisicoculturista, Gerardo Repollo (39), ningún periodista reparó en su historia de amor. A ella ni le importó: ya tenía su mirada puesta en otros intereses; puntualmente, el fisicoculturismo. "Sigo las competencias desde hace diez años. Me gusta este deporte, admiro a quienes se esfuerzan tanto por llegar a tener esos cuerpos".
Y Pamela también fue a buscar el suyo, el cuerpo deseado. Porque una vez más modificó su objetivo. Cambió su rutina de entrenamiento y sus hábitos alimenticios, y se animó a participar de en un certamen de fisicoculturismo realizado en el Club Echagüe, en Flores. ¿Cómo salió? Primera, por supuesto…
Hice un trabajo intensivo que me permitió ganar 10 kilos de músculo limpio en piernas y glúteos
Hoy, su mirada se dirige tres meses más allá: el 9 y 10 de septiembre se realizará el 43 Campeonato Sudamericano de Fisicoculturismo y Fitness, en Costa Salguero. Y entre los inscriptos en la categoría Bikini Fitness figurará una tal Pamela Pombo, que antes deberá superar la clasificación en el Torneo Argentino. "En la categoría Fitness se ven chicas muy marcadas y con la piel bien seca, donde se notan las rayas de los músculos. En cambio, si bien somos muy atléticas, las mujeres de mi categoría tenemos curvas".
Y se explaya: "Tiene que evidenciarse un trabajo en el gimnasio pero de manera muy suave y femenina: hacemos poses delicadas y sensuales. Y se juzga todo: desde la belleza general hasta la malla, el rostro y el peinado".
Su preparación arrancó hace tiempo. "En estos tres años hice un trabajo intensivo que me permitió ganar 10 kilos de músculo limpio en piernas y glúteos, además de corregir fallos. Ahora tengo que pulirlo". Para eso entrena de lunes a sábados en horas del mediodía, en el descanso de su trabajo como personal trainer en la red de gimnasios Megatlon (es profesora de Educación Física).
No se aparta ni una sola serie de la rutina elaborada puntillosamente: hace muchas repeticiones de cada ejercicio pero sin muchos kilos, según explica. Bueno, sin muchos kilos… A ver, en cada serie de peso muerto (dicho en criollo: hay que inclinarse y terminar erguido tras levantar una barra desde el piso), hace 15 repeticiones seguidas con ¡80 kilos!
¿Y la dieta? En el plan de "ajuste". Cinco comidas diarias: cuatro con 100 gramos de hidratos (arroz, papa, batata o pastas) y 50 gramos de proteínas, y una quinta donde la ensalada reemplaza a los hidratos. Y progresivamente irá quitando los hidratos, los que le dan "la energía para poder entrenar", explica. ¿Helados, chocolates, ¡hamburguesas!? Cero. Para eso ya habrá tiempo.
Cualquier persona que entrene en un gimnasio, aunque después no compita, hace fisicocultirismo
"Cuando la gente piensa en un fisicoculturista, se imagina a una persona híper gigante -dice Pamela-. Y en verdad, cualquier persona que entrene en un gimnasio, aunque después no compita, hace fisicocultirismo". ¡Epa! Un mensaje motivador para los que cada tanto dejamos el trabajo frente a una computadora y nos calzamos las zapatillas y un shorcito para sudar un rato. Sería como decir, en definitiva, que quienes patean una pelota con sus amigos en una chancha de fútbol 5 pueden creer que hacen lo mismo que Lionel Messi en el Barcelona, ¿no?
Pues bien, extendiendo la licencia para continuar con la alegoría, ¡Pamela Pombo sí es Messi! Pero con 11 centímetros más de altura. 11.5 centímetros más, para decirlo con precisión.
LEA MÁS: