"Recién sos una estrella cuando aprenden tu nombre en el otro lado del mundo". (Humprey Bogart, 1899-1957).
Corre 1992. El auto no sólo es lindo: es cero kilómetro. Para Natalia Marisa Oreiro Iglesias, algo imposible de comprar… Pero "ya llegará el momento", piensa… y cree. Eso sobre todo: ¡cree!
Tiene apenas 15 años empezados en Villa del Cerro, Uruguay. Se acaba de ganar el auto en el concurso de Xuxa "Buscando la súper Paquita". Pero lo vende antes de empuñar el volante… porque Buenos Aires –como París para Enrique IV en 1593– bien vale una misa… y saltar el charco. Si no aparecía un naipe ganador, ese dinero le aseguraba un tiempo de techo y comida…
En verdad, ya había saltado un charco mayor: el Océano Atlántico. A los seis años sus padres la llevaron a España (Madrid), acaso buscando un mejor destino, pero volvieron al terruño oriental dos años después.
Precoz si las hubo, a los ocho empezó a estudiar teatro, y a los doce ya era cara y figura en el mundo publicitario: más de treinta comerciales en marcas no menores que Coca Cola…
Las puertas de Buenos Aires no se le abrieron de par en par. Pero aún entornadas, ella las hizo girar hasta el límite en sus goznes. Unos pocos comerciales, dos bolos (Alta comedia y Aprender a volar), dos pequeños personajes (Inconquistable corazón y Dulce Ana, Canal 9 ambas)…, y en el 96, el primer boceto de la gran estrella que hoy, mayo 19, cumple sus primeros 40 (Happy birthday!): la Lucía de la telenovela 90 60 90 Modelos, con Raúl Taibo y Silvia Kutika: la uruguaya empezaba a proyectar luz y sombra sobre la pared más ardua del mundo: el show business…
Y ya que de números hablamos, sigamos con ellos. Ajustarse los cinturones, por favor…
Sólo la telenovela Sos mi vida, reina absoluta de las 9 de la noche en Buenos Aires… ¡se repitió en 52 países! Tan cercanos como Chile, y tan remotos como Rusia.
Humprey Bogart tenía razón…
Películas: 17. Novelas en tevé: 19. Teatro: 4. Discos simples: 20. Álbumes: 5. Giras: 70 en más de 80 países de América, Europa y Asia. Discos vendidos: más de 10 millones. Entre premios y nominaciones locales e internacionales: tantos, que no caben en esta nota… Cuerdas: todas. Drama, comedia, conducción, shows en vivo (sólo en Rusia, 30 conciertos en un año…).
Pero aún ese camino le pareció estrecho. La actriz le dio paso a la cantante, y ese hilo conductor se estiró hasta el infinito: diseñadora, empresaria –dueña, con su hermana Adriana, de la línea de ropa Las Oreiro: marca que extendió a zapatos, carteras, anteojos, etcétera–.
Mujer orquesta, domina todo el teclado: desde Embajadora de la Belleza en la Argentina según L´Orèal Paris hasta protagonista del film Infancia Clandestina (con Ernesto Alterio), elegido para competir con los Oscar 2013.
Desde encarnar al fenómeno híper popular que fue Gilda –muerta en un accidente el 7 de septiembre del 96–, arrancar lágrimas a mares como la humilde chica golpeada por la vida, y alcanzar una segunda nominación para el Oscar 2014 por su trabajo en el durísimo film Wakolda, inspirado en el horror nazi…
Éxito y fortuna que no le hacen olvidar las angustias del prójimo. Sus ocho años al frente de Un sol para los chicos recaudando dinero para Unicef, campaña con Greenpeace en defensa de nuestros bosques (posó desnuda y embarazada para esa causa…), ciclo sobre el cuidado del medio ambiente, otro sobre los derechos de la mujer…
En cuanto a su vida privada, cero chismes, cero escándalos, cero desfiles por los programas de la tarde y sus polémicas… reales o inventadas.
Después de cinco años con Pablo Echarri –relación de altibajos, separaciones y reconciliaciones–, en el 2001 se unió a Ricardo Mollo, líder de la banda de rock Divididos, y se casaron en secreto un año después, en enero y en un no menos secreto rincón de Brasil, a 400 kilómetros de Recife, y es leyenda que en lugar de anillos de oro sellaron sus vidas con círculos de tinta en sus dedos anulares…
El 26 de enero de 2012 nació, por cesárea, el único hijo de Natalia: Merlín Atahualpa Mollo Oreiro.
Ella decidió que fuera en la Argentina (sanatorio Los Arcos, Palermo), porque "vivo aquí, tengo toda mi vida aquí, y de todos modos será rioplatense".
Como decía la inmortal China Zorrilla, "Por algo tienen los mismos / colores las dos banderas".
Los nombres Merlín (el célebre mago de la leyenda) y Atahualpa (el gran mártir del imperio Inca) los eligió Mollo "porque la sigla MAM está en su tradición familiar: sus hijas se llaman Martina Aldabel y María Azul", reveló Oreiro.
Llegada a sus 40 años, heroína de sí misma y de una carrera más que planetaria, ¡sideral!, es un acto de justicia explicar por qué, obvio talento aparte.
Natalia Marisa Oreiro Iglesias, aquella Súper Paquita que vendió su premio, un cero kilómetro, para intentar el triunfo en la orilla de enfrente, y si fallaba, no pasar hambre ni frío al menos por un tiempo –o para el pasaje de retorno–, se lo ganó todo a pulmón. Peso a peso. Dólar a dólar.
Dicen que alguien le preguntó "¿No te estás matando de tanto trabajar?". Y dicen también que la respuesta fue "Lo único que mata es el aburrimiento".
¿Queda algo más por decir?
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