El 25 de febrero del 2004 fue sin dudas uno de los días más importantes en la vida de Ricardo Fort: se convertía en papá de Marta y Felipe. Los mellizos estuvieron con él hasta el final y como un presagio de que partiría prematuramente, meses antes de morir hizo un poder a través del cual dejaba a Gustavo Martínez, su amigo de toda la vida, a cargo de los chicos.
Lamentablemente dicho papel entró en vigencia mucho antes de lo esperado y desde el 25 de noviembre del 2013, Gustavo cuida a sol y a sombra de los chicos, como un padre, aunque no deja que así lo llamen. En diálogo con Teleshow, el personal trainer contó cómo están los menores, que hace poco cumplieron trece años y ya van a la secundaria.
"Los chicos están bien, súper cuidados y son lo más importante de mi vida", dijo sobre los nenes que este año cambiaron de colegio. La nueva escuela los encontró llenos de entusiasmo: "Les va bien y les gusta, me daba un poco de miedo". Además, una vez terminada la jornada escolar, participan de varios talleres artísticos en el establecimiento. Aunque aún no saben qué quieren ser cuando sean grandes, es muy probable que hereden la veta actoral de su papá.
Para poder estar más tiempo con Martita y Felipe, Martínez, que trabaja como personal trainer, redujo sus horas laborales, por lo que los lleva todas las mañanas al colegio y está por la tarde con ellos cuando llegan, para acompañarlos con las tareas.
Los fines de semana también se mantienen los tres juntos: "No salgo a ningún lado más que con ellos, hago mi vida con ellos, son mi vida, igual que el padre. El recuerdo de Ricardo es imborrable".
A pesar de que tanto los chicos como él extrañan a Ricardo, destaca que los tres pueden recordarlo "con alegría", lo que les permite mantenerlo vivo. Incluso contó que muchas veces bromea con Martita: "Siempre le digo 'sos igual a tu papá', porque se enoja, se ríe, se vuelve a enojar y a reír".
"Siempre se lo recuerda desde un lugar muy lindo. En la casa hay un cuadro de él y ahora quiero hacer uno nuevo con una foto de Ricardo con los chicos", contó Martínez, que asegura que se le parte el corazón cuando se da cuenta de que alguno de los mellizos extraña a su papá.
Tras la muerte de Ricardo, Gustavo trató de que la rutina de los menores cambie lo menos posible. Es por eso que continúan viviendo en la misma casa, donde sólo hicieron algunas reformas superficiales para que Felipe tomara la habitación de su papá. Además, siguen teniendo a la niñera de toda la vida, Marisa.
En su tiempo libre, los mellizos suelen invitar a amigos a su casa. En cuanto a gustos, Feli prefiere jugar videojuegos, mientras que Martita es más proactiva a la hora de proponer salidas. También se siguen viendo con la familia Fort.
De su papá heredaron el gusto por viajar. El año pasado, como premio por haber concluido la primaria, Gustavo los llevo a Miami y a los parques de Orlando: "A mí me llenó de recuerdos ir allá, pero ellos la pasaron bien".
¿Por qué Ricardo eligió a su amigo para dejarle lo más preciado que tenía? Ellos se conocían desde jóvenes. Gustavo siempre se llevó muy bien con los mellizos. Hace unos diez años, tras una operación de rodilla, el chocolatero lo invitó a quedarse en su casa durante la etapa de recuperación. Una vez finalizada, Fort lo convenció para que siguiera viviendo con él y sus hijos. De ahí en más su relación con Martita y Felipe se fortaleció, incluso Martínez asistía a las reuniones escolares.
El amor de Gustavo para con los nenes se siente en su tono de voz, y así lo habrá vivido Ricardo: "Los chicos son divinos, son mi vida. No salgo a ningún lado sin ellos, lo único que hago es trabajar y estar con ellos", cerró.
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