La mítica banda liderada por el Indio Solari y Skay Beilinson es uno de los íconos culturales más importantes de Argentina. Con fundamentalistas seguidores y detractores acérrimos, el grupo ha construido una simbología única, y una mística —hasta la fecha— inigualable. Esta lista seguramente genere alguna que otra queja, comentario, crítica u observación, pero claro está que la intención de esta nota no es más que reflejar el amor que siente por la banda, quien suscribe.
Lejos de discutir sobre los significados de la lírica, la razón de la separación del grupo o el mensaje político que rodea al Indio hoy en día, lo que realmente importa es disfrutar de una de las dos bandas más grandes en la historia del rock nacional, junto a Soda Stereo.
"Toxi-taxi" – La Mosca y la Sopa (1991)
El puntapié inicial a una catarata de hits. "Toxi-taxi" abre el disco más ganchero de Los Redondos mientras la banda estaba en la cresta de la ola. Arreglos de saxo estupendos de Sergio Dawi, la voz del Indio más punzante que nunca y un solo distorsionado de Skay al final redondean una pieza fantástica. Luego de un éxito tras otro era el momento de reafirmarse o comenzar a perder terreno en la nueva década. Con La Mosca y la Sopa no logró ni una cosa ni la otra: empezó a gestarse el mito. "Ya no hay tiempo de lamentos, ya no hay más".
"Ella debe estar tan linda" – Un Baión para el Ojo Idiota (1987)
Clásico rockazo al estilo ricotero. Una base común en el que demuestran la influencia del viejo rock 'n roll con un yeite exquisito e inédito en la obra de Skay.
"Buenas noticias" – Lobo Suelto/Cordero Atado (1993)
Sólo Skay podía hacer de algo tan simple, una cosa hermosa. Un punteo magnífico al que de a poco se le suma la batería de Walter Sidotti, la inconfundible voz de Solari y el bajo preciso de Semilla Bucciarelli. Nada estaba librado al azar, nada fue improvisado y esta canción es la fiel prueba de ello: un arreglo atrás de otro, una mecánica quirúrgica que se va en fade y uno pide a gritos que se quede.
"Nuotatori professionisti" – Luzbelito (1996)
La placa que revolucionó el rock, un disco conceptual con un packaging totalmente innovador para la época. El tema en cuestión contiene la esencia oscura que transcurre durante todo Luzbelito, con un coro en loop que cada vez parece sentirse más fuerte.
"Preso en mi ciudad" – Oktubre (1986)
El Indio parece estar lamentándose durante toda la canción, como si se tratase de un sollozo convertido en poesía. Pese a la tranquilidad de Skay y el tiempo perfecto de Willy Crook y El Piojo Ábalos, "Preso en mi ciudad" te pasa por encima. Y no te avisa.
"Rock para los dientes" – ¡Bang! ¡Bang!…Estás liquidado (1989)
Skay vino a este mundo a triunfar. Si bien es al rock nacional lo que David Gilmour al rock británico, si hubiese usado más distorsión en sus composiciones también hubiese sido el mejor guitarrista en la historia del metal. En "Rock para los dientes" sus bases pesadas se fusionan con un verborrágico Solari y hacen que todo sea un escándalo. Definitivamente, esas endemoniadas escalas de Sergio Dawi te "esnifan" la cabeza.
"Todo preso es político" – Un Baión para el Ojo Idiota (1987)
No hay ni un segundo de más en este tema. Desde el riff de Skay hasta los arreglos de Dawi, pasando por los "wuoh- oh" del Indio y esos puentes que conectan a un estribillo que parece no llegar nunca hasta que detona ya vociferando a los cuatro vientos: "¡Deténganme! ¡Deténganlos!".
"Semen-up" – Oktubre (1986)
El Skay más oscuro se encuentra en Oktubre y en Luzbelito: como si de un espectro se tratase, aparece cada diez años. En este caso se despacha con un solo absurdo, tan pero tan simple que da risa que genere esas sensaciones.
"Rock para el negro Atila" – Lobo Suelto/Cordero Atado (1993)
Cuando todos pensaban que La Mosca y la Sopa no podía ser superado, apareció esta emblemática placa. Tras la invocación del lobo, "Rock para el negro Atila" aparece con un Skay rabioso que tras los primeros acordes el riff se transforma en una fiesta.
"Perdiendo el tiempo" – Lobo Suelto/Cordero Atado (1993)
Por favor, esa línea de bajo inicial de Semilla y el riff versátil de Skay en el que ni Sidotti ni Dawi quieren sobresalir le abren el camino al Indio que te da la mano y te invita a disfrutar de una obra única. Es paradójico, porque si bien no está entre las populares, tal vez sea la canción que mejor representa a la estructura de Los Redondos: una lírica que no repite a cada rato el nombre del tema, un estribillo fantasma que no está bien definido, una batería que va en continua variación al igual que el bajo y con un medio tiempo espectacular. Perfección.