Frente a la Plaza Miserere, en la esquina de las avenidas Rivadavia y Jujuy, pleno barrio de Balvanera, funcionó uno de los bares más emblemáticos de la historia moderna argentina. El 14 de enero cerró, dejando una sensación de vacío para toda la cultura del rock nacional. La Perla del Once era su nombre. Y ya no está más: hace diez días funciona un local de una conocida cadena de pizzerías, La Americana.
En la puerta del café una placa de bronce anunciaba: "Lugar frecuentado por jóvenes músicos en la década del 60 que gestaron las primeras composiciones del rock nacional". Por aquellos tiempos, una noche como cualquier otra, Tanguito y Lito Nebbia compusieron La balsa, considerada como la canción fundacional del rock argentino.
Pero la historia de este bar venía de antes. En la década del 20, varios intelectuales y escritores se reunían para escuchar las charlas que daba Macedonio Fernández. Jorge Luis Borges, con apenas veintipico de años, era un asiduo asistente, fascinado por los fervorosos debates sobre filosofía y metafísica que se generaban en sus mesas. Fue tan importante la injerencia de La Perla del Once en la cultura moderna que en 1994 fue declarado Sitio de Interés Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En las últimas décadas cientos de jóvenes asistían para conocer en primera persona el mito, y sentir aquello que explicó alguna vez el poeta y periodista Pipo Lernoud: "En ese lugar se armaba una cosa muy caliente. Todo el mundo traía su cuadernito, su libretita, sus papelitos donde tenía anotado algo. Una canción o una frase que había leído. No era que nos sentábamos y nos quedábamos callados. Era todo el tiempo divague, conversar y mostrar lo que teníamos escrito".
¿Qué diría Tanguito si estuviera vivo? Javier Martínez, baterista de Manal, contó que solían ir a La Perla a desayunar luego de las noches rockeras que vivían en el teatro La Cueva, ubicado en Avenida Pueyrredón y Juncal, en Recoleta. En ese entonces Tanguito era siempre el que más llamaba la atención entre los concurrentes, muchos artistas pero también estudiantes de filosofía.
Hay quienes aseguran que su espíritu permanece en el lugar. Cuando era La Perla del Once, desde luego. Bastaba con cruzar la puerta de entrada.
Esperemos que todavía siga allí.
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