El 8 de diciembre de 2004, Darrell Lance Abbott se encontraba en Ohio, tocando con Damageplan, el proyecto armado junto al baterista Vinnie Paul Abbott. A esa altura, los hermanos tenían diferencias irreconciliables con el cantante Phil Anselmo y Pantera no era más que un bello recuerdo.
Con este panorama, Damageplan ya tenía un disco en su haber, un puñado de seguidores y el buen clima generado a partir de los lazos con los nuevos integrantes. Esa fecha, el rock iba a teñirse de sangre nuevamente porque durante un show homenaje a John Lennon (a 24 años de su asesinato) en "Alrosa Villa" de Columbus ocurrió lo inesperado, lo trágico: ni bien comenzada la presentación de Damageplan, el marine Nathan Gale irrumpió armado en el escenario e inició una ráfaga de disparos que terminó con la vida de Darrell (3 tiros impactaron en su cabeza).
En esa trágica noche también murieron Nathan Bray (asistente), Erin Halk (empleado del lugar) y Jeff "Mayhem" Thompson (jefe de seguridad del grupo). Gale fue abatido por un agente luego de disparar durante 15 ocasiones, encarando directamente al guitarrista, para luego querer ejecutar a Vinnie Paul, hecho que jamás consumó. Según plomos y testigos, a medida que gatillaba los culpaba a los gritos por la separación de Pantera.
La muerte de Dimebag Darrell fue instántanea, como su paso al Olimpo de la música. Acudieron a su funeral leyendas como Ozzy, Eddie Van Halen, Tony Iommi, Dave Mustaine, Paul Stanley, Gene Simmons y su fiel amigo, Zakk Wylde. Según cuenta el propio Terry Glaze (ex integrante de Pantera): "Eddie Van Halen pronunció unas palabras durante el entierro y luego dejó sobre el ataúd la guitarra con la que grabó Van Halen II. Pensar que cuando éramos adolescentes si alguien le hubiese jurado que cuando muera, EVH iba a depositarle la guitarra en su tumba, él hubiese respondido 'mátame ahora'".
La importancia e impacto de Pantera es invaluable. Más allá de los millones de discos vendidos en todo el planeta y su éxito a nivel mundial, la gran particularidad radica en cómo popularizaron un género tan pesado como el Groove metal. Luego de una fallida primera etapa en la que incursionaron en el glam rock, la década de los 90 le cayó como anillo al dedo a estos muchachos que eran las piezas indivisibles de una máquina arrasadora. El bajista Rex Brown y su tiempo, la voracidad, rebeldía y talento de Phil Anselmo, la euforia de un dotado baterista como Vinnie Paul y él… Sin lugar a dudas, Darrell es el mejor guitarrista de su generación, por sobre Jerry Cantrell, de Alice in Chains, Zakk Wylde o Andreas Kisser, para nombrar algunos. Impuso un estilo, la estructura de las canciones a base de riffs con armónicos que hasta el día de hoy siguen siendo una fórmula exitosa. Su frenesí a la hora de tocar, la facilidad para crear clásicos y ese híbrido único entre Ace Frehley, Stevie Ray Vaughan y Randy Rhoads, sumado a su dramático final, son fundamentos necesarios para que descanse en el cielo del rock. Ese cielo al cual como diría "Hollow", los seguidores le sacudimos los puños bien cerrados…