Las cosas nunca fueron fáciles para Mariana de Melo. Con una infancia dura a cuestas y un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, la actriz tomó una sabia y sana decisión: disfrutar de la vida, que para ella en este momento incluye a José, su marido y a su pequeña hija Lupe. ¿El trabajo en los medios? Para otro momento.
La historia de Mariana tiene mucho de lucha y de no bajar los brazos. Oriunda de Misiones, la actriz de familia humilde llegó muy joven a Buenos Aires, sin dinero ni contactos, en busca de nuevos rumbos: "Vine a trabajar y a ganarme la vida, no pensaba en entrar a los medios, se fue dando todo", contó a Teleshow en una charla íntima.
Mientras hacía carrera en televisión y teatro, tuvo que lidiar contra las burlas constantes de sus compañeras que la apodaron "la Llorona", sin darse cuenta que de esa manera la fortalecían. Cuando parecía que las cosas por fin comenzaban a marchar, sufrió un duro accidente que casi le cuesta la vida. Tras una decena de operaciones volvió a nacer, literalmente, y luego de una larga lucha por salir adelante la vida sonríe con su "milagro" (como ella la llama) Lupe, a quien presentó en Teleshow.
Una nueva Mariana
"Estoy disfrutando de mi nena", dice Mariana al ser consultada por su presente, mientras sostiene a upa a su hermosa beba de ocho meses y asegura que la pasa muy bien siendo mamá: "Tanto la busqué, y acá la tengo".
Tanto busqué tener mi familia y acá estoy. Tengo que agradecer día a día a Dios por mi presente
Su felicidad está en su casa, por eso no le importa dejar a un lado su carrera: "Estoy con mi hija en otra etapa, ella es chiquita, prefiero esperar, quiero estar con ella", dijo. Sin embargo, su alejamiento de los medios comenzó antes, cuando se puso en pareja con su marido José: "Dejé de hacer teatro hace cuatro o cinco años, decidí formar mi familia y haciendo temporada se hace difícil mantener una relación".
"Tengo que agradecer día a día a Dios por mi presente", resumió Mariana.
La llegada a la jungla de cemento
"Vine a la ciudad a remarla, no pensaba entrar al medio, mi objetivo era otro, trabajar, tener un buen pasar. Fue duro al comienzo, más siendo de provincia, sin tener conocidos. De repente te encontrás con gente de bien, que te ayuda, que te enseña", recordó sobre sus primeros años en Buenos Aires, en los que hizo de todo: "Trabajé en un restaurante, en una casa de familia donde la señora me mandó a estudiar teatro por mi timidez, en una tienda de ropa".
Vine a la ciudad a remarla, trabajé en un restaurante, en una casa de familia y vendiendo ropa
Fue mientras estudiaba teatro que un día en una peluquería un productor la vio y le ofreció trabajo. Ella aceptó, sin saber que su vida daría un giro de 180 grados: "Ya no paré, televisión, Tinelli… entré sin querer y acá estoy".
Las burlas de sus compañeras, que la hicieron más fuerte
Incluso trabajando, las cosas fueron complicadas para ella. Por su pasado humilde y su personalidad calma, sus compañeras del medio la cargaban y hasta la apodaron "la Llorona". Claro que no se dieron cuenta que el sobrenombre le sirvió para sobresalir, hacerse más conocida y tener más trabajo.
Siempre se me hizo difícil estar en un programa porque siempre fui una chica que no hacía escándalos ni peleaba
"No paraba de sonar el teléfono, me llamaban para ofrecerme trabajo", recuerda sobre aquella época, aunque en su momento costó: "Siempre se me hizo difícil estar en un programa porque era una chica que no hacía escándalos ni peleaba, cuando me decían algo que no me gustaba lloraba. Me sentía mal porque sentía que mis compañeras se burlaban. Lloraba porque me daba bronca, pero no lo decía porque no era de afrontar".
Lo que no mata, fortalece
En el 2007 Mariana protagonizó un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida. Pasó más de un año hasta que pudo volver a ser la de antes, y once operaciones: "Ahí todo cambió, después de eso, a remarla y volver otra vez desde cero. Pensaba que nadie me daría más trabajo porque no podía caminar, estaba en silla de ruedas, me habían rapado, decía '¿qué voy a hacer?'".
Después del accidente todo cambió, después de eso, a remarla y volver otra vez desde cero
"Volví a nacer, fue todo de cero, había perdido la memoria", contó. En los duros meses que llevó su recuperación, se apoyó en su fe en Dios, en su familia y en los amigos incondicionales que la acompañaban y daban aliento: "En un año me operé diez veces, pero no tengo un recuerdo feo de eso, creo que no lo sufrí porque tenía tanta bueno energía, que de todo salía".
Gerardo Sofovich fue una de las personas que le extendió la mano, ofreciéndole trabajo apenas pudo; la otra persona, fue su amigo Pablo Cerruti, que no se separó de ella en el difícil trance.
"Es un pasado que no sufro. Me hizo re fuerte, siempre fui muy fuerte en mi vida, una chica positiva y eso te ayuda", cerró al respecto.
Un milagro llamado Lupe
El gran sueño de Mariana fue siempre formar una familia. Tras el accidente, lograrlo podía dificultarse. Una vez más, la actriz luchó por lo que quería y la compañía de su marido, fue crucial.
"Era un miedo y una preocupación, quería formar una familia, quería tener un marido y quería que me entendiera porque podía no quedar embarazada. Fue cuestión de tiempo, tuve que tomar vitaminas, hacer estudios para ver como estaba por lo que me pasó, pero acá estamos. En el proceso te pasa de todo, no la pasé bien, lloré, estuve feliz, viví momentos muy difíciles y lindos", dijo.
Muestra de que los sueños se cumplen, Mariana sonríe con su pequeña en brazos: "Me enseña a ser mamá, me encanta lo que estoy viviendo, es algo que siempre quise y fue difícil ser madre. Ahora está acá, es un milagro".
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