En el 2002 su cara recorría los medios de comunicación regularmente. Fue uno de los ganadores del concurso Popstars y se ganó su lugar en el grupo Mambrú, que tuvo un éxito tan grande como breve. En aquel entonces, Gerónimo Rauch pensaba que tenía todo para cumplir su sueño de vivir de la música. Pero la banda se disolvió y sus proyectos se derrumbaron.
Estuvo dos años sin trabajar y tomó la decisión de viajar a España con un mate, un teclado y una guitarra. Se presentó en un casting para la ópera rock Jesucristo Superstar y quedó. Desde ese momento, se desencadenó una seguidilla de éxitos que lo llevaron a participar de muchas obras y vivir de su música. De todas formas, aseguró a la revista Caras: "Prefiero el reconocimiento a la fama".
Interpretó a Jean Valjean en la versión madrileña de Los miserables, luego viajó a Londres y protagonizó El fantasma de la Ópera y ahora volvió a la Argentina para presentar en El Maipo su disco Here, there and everywhere, un homenaje a Los Beatles.
Pero eso no es todo: su vida sentimental también atraviesa un gran momento. "Hace ocho años que me fui y seis que estoy casado con Alexia y tenemos un hijo, Gael, y a pesar de estar instaladísimo en Madrid sigo siendo 100% argentino. Desde que me fui sólo vine a hace dos años para hacer Entre miserables y fantasmas, un recorrido de toda mi carrera, y ahora regresé para realizar en la Argentina y México el lanzamiento de mi disco Here, there and everywhere".
"Siento que logro objetivos y mis sueños se van elevando cada día más. Las cosas se suceden lentamente y en un futuro me gustaría ayudar a alguna persona a realizar su sueño como actualmente lo está haciendo conmigo mi profesor de canto, porque siente que su misión es transmitir el conocimiento y es una forma de devolver a la vida lo que la vida le dio. Eso para mí es sinónimo de éxito. Pero por ahora, yo estoy cumpliendo el mío", confesó el artista.
De todas formas, reconoce que extraña mucho a su país cuando está afuera: "Por suerte la tecnología acorta distancias y las comunicaciones son más fluidas, pero igualmente es duro no poder acompañar a la familia en algunos momentos y se extrañan mucho los típicos rituales argentinos del asado, el mate y el estar todos alrededor de la mesa durante horas".