La dura vida de Ezequiel Cwirkaluk antes de convertirse en "el Polaco"

El cantante y flamante participante del “Bailando” carga con una historia difícil. Con un padre adicto, a los 13 años decidió internarse en un centro de rehabilitación para “no molestar” en su casa, porque su mamá no podía mantenerlo

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Crédito: Vero Guerman
Crédito: Vero Guerman

"El Polaco" es hoy conocido y querido por todos, vende discos, su música suena en los boliches y participa del show más visto de la televisión argentina, el Bailando. Sin embargo, antes de las luces de la fama tuvo una vida complicada, que incluyó hasta un paso por un internado, porque su madre no tenía para mantenerlo.

Ezequiel Cwirkaluk, como es su verdadero nombre, tiene 29 años y una dura historia de vida, que relató en detalle en diálogo con revista Pronto.  "Vivía con mi papá Jorge Carlos, mi mamá Mariana y mis hermanos Jonathan y Rocío. En principio tuve una vida más o menos normal, pero después hubo situaciones feas", comenzó a contar.

Su padre era adicto al alcohol y a las drogas, tenía una fábrica de aberturas  y su madre era ama de casa: "Hasta mis cinco años estuvimos bien, pero después mi papá perdió todo, nos quedó sólo la casa y él estuvo internado. Mi vieja nos tuvo que bancar con 150 pesos que cobraba de un plan. Vivíamos del trueque y de vender lo que teníamos. Pero empezó un infierno en mi hogar y crecí de golpe".

Debido a la apremiante situación, su madre también se enfermó: "Tenía que estar detrás de una persona a la que por su estado no le importaba nada. Yo a los siete años tenía gastritis, en lugar de pensar en pasear con mis padres, tenía que acompañar a mi mamá a buscar a mi viejo a los bares".

La situación lo hizo pensar como un adulto, ya que desde muy chico tuvo que ayudar a su madre y siendo el hermano mayor, sentía que tenía que cuidar de la familia: "Seguí estudiando, pero no teníamos un mango, a mis diez años mis padres se separaron. Mi mamá estaba desbordada tratando de mantenernos, porque con cuarenta años y sin el colegio, no es fácil conseguir trabajo".

Fue entonces cuando el cantante decidió tomar una decisión para alivianar el trabajo de su madre: "A los 13 me interné en un centro de rehabilitación en Córdoba para que mi mamá no se tuviera que ocupar de mí. No tenía adicciones, pero no quería molestar en mi casa". Mientras tanto, su padre no se daba cuenta de lo que pasaba y según dice "aún hoy" no se da cuenta.

Tras seis meses de internación, salió "hecho un hombre", tal como recuerda: "Entendí que las etapas que había quemado de chico no volverían, así que volví a la casa  de mi vieja dispuesto a salir adelante".

Con esa determinación, fue que regresó al colegio, comenzó a meterse en el mundo de la música y de manera autodidacta aprendió a tocar el bajo, la guitarra y la batería. Con esfuerzo y ganas, consiguió su revancha: "De un día para el otro empecé a cantar y a los 17 firmé mi primer contrato y desde entonces no paré. Siento que Dios me ayudó".

A pesar de su vida difícil, no guarda rencores, asegura que ama a su familia y que le parte el corazón ver a su papá tratar de salir del infierno y define a su mamá como una "luchadora".

 

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