Tráiler de "Había una vez en… Hollywood"
Los Ángeles, 1969. Un año marcado por la guerra fría, Richard Nixon, el movimiento hippie, Woodstock, la llegada del hombre a la luna y la sangrienta irrupción de Charles Manson y su secta. En este contexto, Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor de series de cowboys venido a menos, junto a Cliff Booth (Brad Pitt), su doble de riesgo y mejor amigo intentan conseguir un lugar en una industria que está mutando. En este camino cruzarán destinos con Sharon Tate (Margot Robbie), una cara fresca de Hollywood, esposa del director del momento Roman Polanski y futura víctima del clan Manson.
Quentin Tarantino apela a todo su bagaje cinéfilo e intelectual para rendir con este largometraje un sentido homenaje al cine y la televisión que lo formó como artista. Con una dirección de arte inundada de neones y una recreación de época prodigiosa, el filme luce como si hubiera sido rodado a fines de los sesenta. El vestuario, los automóviles, las calles, los grandes estudios, las salas de cine y también la radio (que se escucha como parte de una lograda banda de sonido) ayudan a la experiencia cinematográfica en la que el espectador vivirá un efectivo viaje en el tiempo.
Los diálogos (una de las especialidades de Tarantino) suenan creíbles aunque sean parte de la escena más delirante. Leonardo DiCaprio es el protagonista absoluto de la historia. Su personaje es quien debe vivir "el ocaso de una estrella" a lo largo del metraje, para mostrar su evolución, el director se toma su tiempo y lo hace con convicción.
Pero Brad Pitt es la columna vertebral del libreto, es quien sirve de guía para comprender el nuevo mundo que allí se está gestando. Margot Robbie es la inocencia a punto de ser corrompida. Su trabajo en el filme es mágico. Con muy poco diálogo, logra cautivar y empatizar. Quienes conocemos el sangriento final de tan joven y bella persona no podemos dejar de sentir un nudo en la garganta al verla protagonizar algunas de las secuencias más conmovedoras del largometraje.
Pese a lo que se podría esperar, Charles Manson tiene muy poca participación en la cinta, apenas una secuencia. Pero su presencia se percibe, se huele, a lo largo de los 200 minutos de duración. El mal que representa sobrevuela las calles de Los Ángeles, el infame rancho Spahn y la mansión de Cielo Drive.
Además de los homenajes, las referencias y guiños, Tarantino se reserva su propia reinvención de la historia verídica, en un clímax que puede causar controversia, pero que no dejará a nadie indiferente.
Había una vez… en Hollywood es un tipo de cine cada vez más difícil de encontrar en las carteleras. Una película que no está pensada para millenials ni zombies consumidores de franquicias. Un deleite para los que amamos el género, las series B, la cultura pop y los clásicos. Larga vida a Tarantino.
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