El Gran Dante, un prestigioso mago, muere accidentalmente durante una performance en la que intenta llevar a cabo un arriesgado truco. Treinta y cinco años después su hijo Lorenzo, también ilusionista, presenta un show en uno de los teatros más importantes de la ciudad, mientras una serie de violentos crímenes lo colocan en una situación comprometida.
Luciano y Nicolás Onetti ya habían incursionado en el giallo (género netamente italiano que fusiona el policial con el horror, utilizando grandes dosis de sangre) en anteriores trabajos fílmicos como Sonno Profondo o Francesca. En esta oportunidad, agregan a la experiencia de tensión y sordidez, una estética setentosa, bien visible desde la dirección de arte, la fotografía y los encuadres, logrando una atmósfera cautivante y efectiva.
(Tráiler de Abrakadabra)
Esta carta de amor al cine de Dario Argento es además una producción que recrea a la perfección todos los clichés del subgénero: colores saturados, sonidos chirriantes, un asesino que no se deja ver, crímenes súper elaborados, zooms imposibles, pantallas divididas, efectos ópticos, banda de sonido heredera de Goblin y una resolución rebuscada y retorcida.
Seguramente los cultores de este tipo de historias, aquellos que crecieron disfrutando de Fulci, Bava y Martino apreciarán mucho mejor los homenajes. Pero para quienes sean neófitos, el lisérgico largometraje de los hermanos Onetti puede servir como puntapié inicial para adentrarse en un universo fílmico color rojo profundo.
Está claro desde los psicodélicos títulos que inician el largometraje que no estamos ante una superproducción. Sin embargo eso no es un inconveniente. La película hace del bajo presupuesto una virtud, aprovechando el juego de luces y sombras para mostrar solo lo necesario y dotar a las secuencias de un clima de clase B que le sienta muy bien. Es sin dudas una producción que crece en intensidad a medida que avanza el metraje y que destaca de la media del cine nacional.
La transformación de una ciudad argentina en un decorado europeo, sumado al doblaje en italiano, hacen del visionado del filme una experiencia surrealista e hipnótica. Un viaje en el tiempo a la época del cine de barrio en continuado y las trasnoches macabras.
Germán Baudino tiene una presencia, un rostro y un tono ideal para este tipo de trama, logrando con su papel, hacer dudar al espectador sobre su real inocencia y verdaderas intenciones. Abrakadabra es una perlita a descubrir en la cartelera vernácula, la muestra de que con pasión y talento es posible hacer un cine distinto y atractivo.
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