Ralph y Vanellope se vuelven a unir, esta vez para salirse de sus consolas personales y viajar vía wifi al maravillo mundo de la Internet. El pretexto para esta locura es comprar un volante en eBay y así arreglar el auto de la niña protagonista de Sugar Rush.
La primera película (Ralph, el demoledor) era pura nostalgia ochentosa, desde la concepción de los personajes y escenarios hasta los distintos chistes que siempre remitían a clásicos retro. En un viraje arriesgado pero efectivo, los directores Rich Moore y Phil Johnston sacan a los personajes de su lugar de confort y los envían a recorrer los tópicos de la modernidad que significa la web, en esta secuela: Wifi Ralph.
El nuevo ámbito en el que se desarrolla la historia permite la utilización de muchísimas herramientas, lugares y clichés que adaptados al guión, conforman un laberinto psicodélico, plagado de color y buenas ideas.
La trama da lugar al humor físico y absurdo, pero también a desacralizar YouTube, las redes sociales, los memes (la Dark web) y hasta a los influencers y creadores de contenidos.
Disney, además, ha permitido humanizar a sus pulcras "princesas" de su catálogo, en una secuencia que quedará en la historia de la animación. Un momento logrado, plagado de chistes autorreferenciales e irreverentes al que se suman personajes de Star Wars, Marvel y Pixar.
La evolución natural de los personajes principales no les ha quitado su esencia y logran ser reconocibles y familiares. Los adultos disfrutarán mucho de los diálogos y situaciones y los niños podrán maravillarse con una animación de factura perfecta.
Wifi Ralph es una inspirada segunda parte que arranca con la promesa de diversión, humanidad y un mensaje sobre la amistad, y cumple con creces.
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