Clint Eastwood regresa a la pantalla grande con "La Mula", una película conmovedora

El octogenario actor y director regresa frente a las cámaras en una película conmovedora, un testamento en vida de su enorme talento artístico

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Earl Stone (Clint Eastwood) es un horticultor de casi 90 años, veterano de la Segunda Guerra Mundial que vive solo, abandonado por su familia que se ha cansado de sus desplantes, sin un peso en el bolsillo y a punto de perder su casa hipotecada. Ante tan desolador panorama, el anciano acepta un trabajo que significa mucho dinero: conducir su camioneta de un punto a otro para transportar drogas. Pronto, la DEA y los propios narcos para los que trabaja comenzarán a acosarlo y descubrirá que el dinero fácil tiene consecuencias.

Tras retirarse de la actuación luego de Gran Torino, Clint Eastwood no podría haber elegido un mejor papel para volver a ponerse delante de cámaras. Recrea su clásico personaje hosco y con cara de pocos amigos, que irá ablandando su corazón a medida que avanza el metraje. Una performance con la que se puede empatizar y que cautiva rápidamente.

La historia funciona como una parábola sobre el lugar que ocupan las personas de la tercera edad en la sociedad, lo difícil que resulta sobrevivir en un estado salvajemente capitalista y las tensiones raciales que están tan presentes en la América post Trump.

Eastwood detrás de cámaras también logra conmover con sus puestas que fotografían la inmensidad en la que se mueve su personaje, una metáfora de la soledad que él mismo vive. La fotografía de tonos ocres, las puestas de sol en la ruta, el encuadre scope, también remiten al western crepuscular que ha sido marca de autor en el realizador.

El elenco principal no podría estar mejor: Bradley Copper, el agente detrás de La Mula aparece poco, pero sus escenas están cargadas de tensión y humor sarcástico. Andy García como el capo narco, también tiene poco minutos en pantalla, pero los suficientes para que darle forma a la pintura de un ser siniestro.

Mientras que Dianne Wiest como la ex esposa sufrida, de carácter, por momentos frágil, logra emocionar. Y un párrafo aparte para nuestro compatriota Ignacio Serrichio que encarna a un miembro del cartel que debe presionar a Earl, pero termina transformando su relación en algo mucho más sentido y cercano, la clase de interacción padre/hijo que hace crecer la historia.

Con momentos dramáticos, ciertos puntos de suspenso y muchísimo humor negro, el filme permitirá a los espectadores gozar de un viaje en donde cada una de las paradas se reserva un momento de gloria fílmica.

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