Una madre y sus dos hijas heredan el caserón de una tía fallecida, una vivienda lúgubre plagada de antiguos e inquietantes muñecos. La primera noche en la nueva morada, las mujeres deben enfrentar a dos intrusos que tocan a la puerta, unos psicópatas sedientos de sangre que intentarán someterlas.
Tras escapar de esa experiencia traumática, la historia continúa varios años después con una de las niñas se convierte en una exitosa escritora. Al regresar a aquella casa, descubre terroríficos secretos que la remontan a aquella fatídica velada.
Sin las secuencias explícitas de Martyrs (su película más famosa), el realizador Pascal Laugier logra construir una pesadilla fílmica plagada de momentos de puro horror. De todas formas, el gore está presente en la historia, al igual que ciertas secuencias de tono onírico que agudizan la experiencia.
Hay además, una buena construcción de los personajes protagónicos, desde los dos salvajes atacantes hasta el trío de mujeres, obteniendo un contrapunto entre las dos hermanas dibujadas una como muy pasiva y la otra, con carácter avasallante.
El argumento se guarda muchas sorpresas, incluido un inteligente giro que hace virar la trama hacia lugares insospechados.
La dirección de arte, cargada, barroca, al igual que la presencia de los fantasmagóricos muñecos de porcelana recrean cierta atmósfera de "laberinto del terror" de feria que remonta inmediatamente a los slashers de los setenta, filmes que obviamente han inspirado al director.
Excelente fotografía que aprovecha los claroscuros y las sombras expresionistas para que los sustos esparcidos durante todo el metraje funcionen.
Con un ritmo más europeo que los clásicos del género, pero con pulso firme, Pesadilla en el infierno es una original y efectiva película de horror que desafía la valentía de los espectadores. Miedo.
Mi calificación: 8 puntos