Estrenos de cine: "Detroit: zona de conflicto"

La ganadora del Oscar, Kathryn Bigelow dirige esta película cruda y violenta sobre el racismo, que indaga sobre un hecho del pasado reciente

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La Ciudad de Detroit en 1967 es el escenario de una serie disturbios y revueltas opuestos a la constante acción policial contra la población de color. Durante cinco días, el lugar se convierte en zona de guerra. Mientras tanto, en un motel un grupo de jóvenes afroamericanos y dos chicas blancas sufren los abusos de varios policías racistas y violentos.

Al igual que en la magistral La noche más oscura, Kathryn Bigelow, no se priva de mostrar la brutalidad de la tortura y el abuso de poder con todo detalle y realismo. Lo que muchos pueden calificar de "explícito" o "pornográfico", en realidad es una clara denuncia a la segregación, la discriminación y el white power. Ver este filme puede resultar incómodo, (aquel que narraba la muerte de Bin Laden también lo era) pero nadie podrá negar que la directora sabe cómo darle realismo a las secuencias más tensas y brutales.

A la verosimilitud que presenta la reconstrucción de época, hay que sumarle una cámara en mano nerviosa (otra marca de autor de la realizadora) que aumenta la sensación de registro documental.

En el apartado de actuaciones, todo el elenco luce sólido y creíble. Se destaca Will Poulter, como un policía sádico y psicópata que resume en su cuerpo el espíritu de una fuerza totalmente corrompida por el odio racial. También Anthony Mackie y John Boyega logran traspasar la pantalla con sus interpretaciones cargadas de sentimiento.

El guión (responsabilidad una vez más de Mark Boal) funciona porque no se distrae en la acción macro y decide situarnos en los hechos que ocurren en el hotel, las atrocidades que allí suceden sirven de ejemplo de la situación general que vive la ciudad. También es cierto que el filme resulta maniqueo (los blancos malos, los negros buenos), casi no se indaga en las personalidades e historias de los personajes, y no hay matices, aquí, bien vale la metáfora: se es blanco o negro, nada de grises.

La narración que comienza lenta va ganando en intensidad y tensión hasta llegar a un clímax poderoso y provocador. Una advertencia sobre un pasado que en la era Trump, luce peligrosamente actual.

Mi calificación: 9 puntos

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