A principio de los años 80, después de haber servido como piloto de la TWA, Barry Seal (Tom Cruise) ha pasado de trabajar para la CIA a realizar vuelos para el Cartel de Medellín, armar a los Contra en Nicaragua y ser hombre de la DEA como agente infiltrado.
La cinta retrata la historia verdadera de este ex piloto que se puso al frente de una de las operaciones encubiertas de la CIA más importantes en la historia de los Estados Unidos.
La película de Doug Liman no solo se desarrolla en la década del ochenta, sino que luce como un filme rodado en esa época. Gracias a una gran reconstrucción histórica, una dirección de arte cuidada al máximo y la fusión de imágenes documentales en el metraje, el filme luce tan creíble como atractivo.
Claro que la estructura narrativa no es la que podemos encontrar en el género testimonial, por el contrario esta es una película de acción y aventuras, que con el recurso de un "video diario" como hilo conductor, presenta situaciones plagadas de humor y guiños en la que Tom Cruise encarna a un héroe muy distinto al que suele interpretar. Está su carisma presente, y sus momentos de lucimiento, pero no es un agente invencible, ni un galán en pose, su interpretación es humana y nada impostada.
Además de las peripecias personales a las que debe hacer frente Barry Seal a lo largo de las casi dos horas de metraje, la película sirve como retrato de una época, de los Estados Unidos en plena Guerra Fría y de lo efímero que resultó "el sueño americano".
El montaje vertiginoso en el que se fusionan imágenes contrastadas y con grano con momentos de puro vértigo, hacen del largometraje un pasatiempo muy llevadero, una película que no da respiro y que se disfruta de principio a fin. La sátira de una época que demuestra que no todo tiempo pasado fue mejor.
Mi calificación: 9 puntos