Juana Repetto: “Te juzgan menos si quedaste embarazada accidentalmente que si lo haces responsablemente en un centro de fertilidad”

La actriz e influencer habló a solas con Teleshow: su nuevo libro, las distintas formas de maternar y hasta se animó al desafío de responder las preguntas que la gente hace sobre ella en Google

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Entrevista a Juana Repetto por Tatiana Schapiro

Hace las cosas a su manera. Y así vive el amor, la familia, la amistad, el trabajo. Lejos de ser rehén de sus impulsos -que por supuesto que los tiene, ¿quién no?-, Juana Repetto se deja llevar por las ganas, siendo fiel a sus deseos. Pero antes de concretarlos analizará cada alternativa, evaluará los riesgos de sus decisiones, procurará entender cuáles serían las consecuencias para, llegado el caso, asumirlas por completo.

Del mismo modo que se convirtió en una pionera al hacer pública la búsqueda de un hijo sola, a través de un tratamiento de inseminación artificial, Juana se permitió ir compartiendo los pasos de la maternidad de Toribio. Tanto aquellos que daba con firmeza como los que hacía en falso; incluso, en los que trastabillaba. Y mostró la felicidad y la angustia, y descubrió las certezas y las dudas. Y los miedos.

Todo aquello ahora es un libro: No estás fallada. Un manual sin filtros para abordar la maternidark. Porque claro, están las luces pero también las sombras, y hasta la oscuridad que tampoco esconde, más bien, insiste en iluminarla para aprender de ella. Y aceptarla. Y aceptarse.

Tampoco se esconderá en este encuentro con Teleshow, en Boutique Apartments BA como escenario. Si en las páginas de su libro vuelca toda su franqueza, en este reportaje no se guardará nada en la solapa, dejando un tendal de confidencias y confesiones. Porque Juana Repetto no es de manual. Por el contrario: prefiere, día a día, escribir el suyo. El propio. Así vive. Y así, lo cuenta.

—¿Cuántas veces te sentiste fallada?

—Uff, muchas. Sobre todo en mi primer puerperio. Ahí dije: “Uh, no, algo está mal”. Pero yo no estaba fallada: me estaba pasando lo que le pasa a la gran mayoría de las mujeres, que tenés momentos de felicidad enorme, momentos de angustia, momentos de incertidumbre, y decís: “Estoy acá, con lo que más deseé en la vida, ¿y por qué no me siento feliz? ¿Por qué no lo estoy disfrutando? ¿Qué me está pasando? Estoy fallada, algo está mal”. Y no: es re normal.

Juana Repetto
Juana Repetto

—Hablaste de pensamientos oscuros: pueden suceder, porque una se asusta mucho…

—Sí, sí. Yo pensaba que (mi bebé) iba a morir porque tenía un moco y no iba a respirar a la noche; o sea, iba corriendo. Me fui a mi casa sola, creyéndome la Mujer Maravilla, con el chiquito recién nacido; de la clínica a mi PH en el que vivía, los dos solos. Se cortó la luz la segunda noche y casi desfallezco: era agosto, pleno invierno, “ya está durmiendo, ¿qué hago?, no puedo salir a pedir ayuda, estoy acá”. Escuchaba ruidos del llamador de ángeles del vecino, gatos; era una película de terror, con el bebito de 10 días, ahí. Alquilé mi PH por el verano y me fui a lo de mi vieja. Le decía: “¡No respira! Tiene un moco”. Y mi mamá: “Pará, tiene un moco…”. Es literal lo que te digo.

—Además del puerperio, ¿creés que en tu caso estaba la responsabilidad que implicaba haber decidido tener un bebé sola?

—Sí.

—En el libro contás muy bien cómo fue todo ese proceso y esa decisión.

—Sí, sí. La primera sensación de angustia y de terror que me invadió post parto fue: “¿Y si no puedo yo, qué hago? Bueno, mi mamá (Reina Reech) lo va a querer. Mi hermano se va a ocupar. ¿Y si yo no lo quiero?”. Y era totalmente contradictorio, porque estaba absolutamente pegote, conectado, se prendió perfecto a la teta, tomaba bárbaro del minuto cero. O sea, había una conexión espectacular y yo estaba muerta de amor, pero no sé por qué mi cabeza pensaba en si yo no lo iba a querer, y qué iba a pasar, porque estaba yo sola. Me pasó al par de horas de parir, y me duró un par de meses. Empecé terapia. Me costó un montón. Hablan de depresión post parto; yo no estaba deprimida, estaba aterrada. No sé cómo explicarte.

—Y las que están deprimidas…

—También está bien.

—Respecto a la maternidad, hay un exceso de información que por momentos puede marear.

—Sí, sí. El exceso de información abruma, y en el libro también hablo de eso: tanto seguir cuentas de crianza fisiológica, respetuosa y demás, terminás sintiéndote la peor madre del mundo porque no podés seguir a rajatabla lo que dicen esas cuentas, que son muy extremistas, pero porque te están mostrando el ideal, y el ideal no existe. Y yo hago un esfuerzo sobrehumano: la preocupación por la alimentación, por el movimiento libre, por agacharme cada vez que tengo que hablar con un hijo para decirle algo, y tratar de hacerlo de buena manera aunque sea la vez doceava que le estoy diciendo algo y no me da pelota. De repente colapso, y hago todo lo contrario a lo que sé que hay que hacer, por supuesto. Así y todo te sentís una mierda por haberle gritado un día, por haber colapsado… Eso es lo que no ayuda de tanta data de tantas cuentas que hay dando vueltas, con información tan extremista. Está bueno lograr el equilibrio. Y para mí, la información nunca va a estar de más.

Juana con Sebastián Graviotto y
Juana con Sebastián Graviotto y sus dos hijos

—Juana, ¿qué diferencias encontrás entre la maternidad sola y aquella acompañada por una pareja? Porque una puede estar acompañada de un montón de gente.

—Ahí está la paradoja. Yo estuve mucho más acompañada a nivel cantidad de gente y atención cuando lo tuve a Toro que cuando lo tuve a Beli (su segundo hijo). Cuando lo tuve a Beli, éramos nosotros cuatro en casa, y fue espectacular y el puerperio fue súper liviano. Tenerlo a Sebastián (Graviotto su marido) al lado me hacía compartir la responsabilidad y me hizo bajar 10 millones de cambios. Pero con Toro tenía a mi mamá 100% encima mío porque, como estaba sola, era lo que necesitaba. Y mi hermano, mi papá: estaban todos muy pendientes. En algún punto, éramos muchos más que dos criando a Toro.

—¿Qué te pasó con la mirada de la sociedad cuando contaste el embarazo de Toro? Eras súper joven, en ese momento no estabas en pareja, y decidiste, con todo tu derecho, que tenías ganas de ser mamá de esa forma. Pero hubo infinitas notas y gente opinando al respecto.

—Me imaginé que iba a causar cierto impacto, pero no el que tuvo: cambiabas de canal y en todos los noticieros estaban hablando de esto. Ahí fui y me senté con Vanesa Rawe, que es la persona con la que hice el tratamiento de fertilidad, y le dije: “Explicame bien todo cómo es”. Y empecé a averiguar de partos, de embarazos y de lactancia. Y ahí me fui copando. Y por eso este manualcito de maternidad, como le decimos, que es como un abanico a raíz de la cronología de mi historia, donde tenés de todo: desde estar buscando un embarazo hasta la escolarización. Lo importante es que (en el libro) hay profesionales hablando de cada tema, más allá de que te puede interesar o no mi mirada.

—¿Y cómo fue buscar un hijo de la otra forma, ya en pareja y con un hermano mayor?

—Fue más rápido. Y re loco, porque yo era más grande y no estaba haciendo ningún tratamiento de fertilidad y me costó menos. O sea, con Toro me hice tres inseminaciones: si en la tercera no quedaba, me quedaba sin plata. Era: “Listo, es la última”. De hecho, me puse en pedo el día que me hice un Evatest y me dio negativo: “Listo, ya fue, no tiene que ser, no seré madre” (dije). Y me fui con unos amigos a un bar brasilero que había por acá a la vuelta, y una semana después me terminé enterando, por análisis de sangre, que estaba embarazada.

"Te juzgan menos si quedaste
"Te juzgan menos si quedaste embarazada accidentalmente que si lo haces responsablemente en un centro de fertilidad", reveló con respecto a su decisión de ser madre sola, en una charla en Boutique Apartments BA

—Eras muy chica, y por eso también sorprendió tanto en ese momento tu decisión.

—Sí, sí. Si tenés 50 años no se te juzga por ser madre soltera porque “ah, se te acabó el tiempo”, entonces estás habilitada. Pero cuando tenés 27, no. Al fin y al cabo lo único que cambia es que el chico va a tener una madre más grande o más joven. Lo importante es el deseo y la responsabilidad con la que uno la encara. Pero es terrible: te juzgan menos si quedaste embarazada accidentalmente que si lo haces responsablemente en un centro de fertilidad. “Ay, pobre, quedó embarazada”. Pero si es educada y no estaba drogada, ¿pobre qué, entendés? Y por lo menos acá, en Argentina, nadie había contado que sería madre o padre soltero. Después de Toro vinieron varios que se fueron animando. Pero en ese momento fue el primer caso así, mediático.

—¿Toro sabe que el papá de Beli no es su papá?

—Sí, re. Toro lo tiene más resuelto que la mayoría de las personas. Me llaman a veces mamás del cole cuando va a la casa de un amigo: “Che, no sabía qué hacer porque mi hijo, o mi hija, estaba muy insistente con preguntarle si Sebastián era el papá, y Toro le decía ‘no, no tengo papá’, como muy suelto. Y yo no quise decir ni sí ni no porque no sabía cómo lo manejan ustedes”. Y no, él lo tiene muy claro. Y algo que podía pasar o no, y por lo menos al día de hoy no pasó, es que él eligiera a Sebi como papá. De hecho el rol, con título, sin título, un poco lo ocupa y otro poco no, porque justamente la elección de Toro es muy clara. Él te dice: “Yo no tengo papá”, “¿Por qué?”; “Porque nací sin papá”. De hecho, cuando quería un hermanito, me decía: “Dale, mamá, andá al médico a buscar un hermanito”. Sabe perfecto que él viene de un tratamiento médico. Me lo preguntó de muy chico y se lo expliqué así, muy francamente, con las palabras tal cual son. Y después, mucho más no me volvió a preguntar.

Juana Repetto responde a las búsquedas de Google que la gente hace sobre ella

LA MIRADA DE LOS OTROS

—¿Te googleás?

—Ni en pedo.

—Nosotros, sí. Y están las búsquedas de Google que hace la gente sobre vos.

—¡Ya te digo! Hay una con respecto a Darín (risas). De acá a Japón.

—Sí, me imagino que “Juana Repetto Darín” va a estar, claramente.

—Seguro, sí.

—Pero también “Juana Repetto y su novia”. ¿De dónde surgió esto?

—Se ve que tengo pinta de torta, básicamente, porque no sé decirte otra cosa. Convengamos que gracias a Dios, si bien no lo suficiente, hay una evolución con respecto a la sexualidad y la libertad de la gente, pero en su momento, cuando tenía 15 años, era una manera de insultarme: “Callate, torta”.

—¿Pero presentaste alguna vez una novia, oficialmente?

—No tuve nunca una novia mujer. Tengo muchas muchas amigas, pero novia no he tenido. Y cuando quedé embarazada de Toro se reforzó la teoría: “No tiene pareja”. Ahí como que la gente creyó, hubo un revival. Es como que si no tenés novio, sos lesbiana.

—”Juana Repetto Darín” lo explicaste cien veces. ¿Trabajarías con él? Nunca lo hicieron.

—Sí. Imaginate que si me ofrecen trabajar con Darín, me muero...

—Sé que esto lo hablaste en tu casa, con tu mamá. ¿Pero con Darín lo hablaste alguna vez?

—Sí, sí, lo hablamos en chiste; nos reímos. Nunca fue un problema para ninguna de las partes porque estaban todos muy seguros de que no existía ninguna posibilidad. Mi mamá lo primero que me dijo fue: “Andá a hacerte un ADN con tu papá, a mí no me rompas las bolas”, como diciendo: “Darín y yo, nada que ver, no lo veo hace 20 años”. Y Ricardo, también: muerto de risa. Nunca fue un problema para nadie. Mi papá (Nicolás Repetto) es el único que por ahí se sintió un poco afectado, pero no porque a él le diera inseguridad sino porque tenía miedo de que a mí me confundiera la situación, de que me entrara la duda, porque yo no era tan grande cuando empezó este rumor, tenía 17, 18 años. Eso lo angustió mucho. ¿Cómo puede haber gente con tan mala intención como para poder plantear esto, que puede confundir a una pibita?

—¿A vos te afectó en algún momento? ¿Te angustió?

—No, cero. Porque tampoco sentí dudas. Me pareció gracioso.

—”Juana Repetto antes y después”: ¿antes y después de qué?

—Y… deduzco que por una cuestión de pérdida de peso.

—Cómo nos gusta opinar del cuerpo ajeno, ¿no?

—Sí, sí, a la gente le gusta. Hoy en día, el halago de la gente, su forma de tirarme una flor, es decirme “qué flaca que estás, qué linda que estás”. Cuando estuvo el boom de las Barbies, puse la Barbie que yo sería, y una me escribió: “Deberías identificarte con la Barbie gorda”. No es joda: con eso, le podés cagar la vida a alguien.

—¿Respondés esos comentarios?

—En general, no. A veces que me agarran cruzada, indispuesta o algo así, y entonces, ahí sí.

—¿Seguimos?

—Seguimos.

—”Juana Repetto pelea con Reina Reech”.

—No me peleé nunca públicamente. Igual, nos peleamos poco: nos llevamos muy bien. Se me ocurre que eso puede llegar a ser cuando participé en el Bailando y ella era jurado: se la agarró un poco con Paula Chaves y yo no compartía lo que estaba diciendo. Pero tampoco fue una pelea.

—”Juana Repetto furiosa con los precios”.

—El otro día me dio un ataque. Me da todos los días…

—¿Cómo te manejas con la economía? ¿Cómo sos con la plata?

—Soy bastante cuidadosa. Las cuentas y todo eso, lo manejo yo. No uso tarjetas de crédito porque no soporto la plata ficticia; (prefiero tarjeta de) débito. Y si se acabó la plata de mi caja de ahorros, hago malabares para llegar a fin de mes. No te cambio un dólar, ni nada. Igual, este mes… ¡El mes que viene no sé si te llego sin cambiar! (Risas).

"Hablan de depresión post parto;
"Hablan de depresión post parto; yo no estaba deprimida, estaba aterrada. No sé cómo explicarte", asegura Juana Repetto

—¿Podés ahorrar? ¿Te queda margen?

—No, ni en pedo. Ahora no. Si Dios quiere, pues no sabemos qué pasará, a principios de año empezaríamos a construir nuestra casa, así que está todo puesto ahí. Tuvimos que vender; sino, no podía construirme ni una carpa. La gente piensa que nos mantienen y qué sé yo, pues… no, mi ciela. Todo con mucho esfuerzo y laburo.

—¿Administrás vos tu Instagram?

—Sí. Otra cosa que no sé si está tan bien...

—¿Por qué?

—Tengo una empresa con la que trabajo, que me hace las pautas comerciales, pero el contenido es 100% orgánico. Se nota claramente. Podría hacer algo comercialmente más copado, ¿viste? No sé, videos un poquito más… Las luces son una mierda.

—Pero a la hora de negociar la plata con una marca, la negociás vos.

—No, la negocian las chicas que me manejan, porque a mí me decís: “Te doy 30 pesos”, y te digo: “No, dame 20″. Me da vergüenza. Soy mala con eso. Tengo la autoestima muy para atrás.

—Y hoy, Instagram es la principal fuente de ingresos.

—No. O sea, lo que tiene que ver con el medio, sí. Pero no: yo tengo una cosa mía, que no tiene nada que ver con nada, y vivo de eso.

—¿Es un secreto? ¿No la decimos?

—No. No digo de qué se trata. Es una empresa que tiene varios años. Lo armamos con un par de amigas y nos va bien, por suerte.

—”Juana Repetto y su polémica foto en el baño”.

—Una foto dándole la teta a Toro.

—¿Generó mucho ruido?

—Sí, fue terrible… Todavía no se hablaba ni se mostraba tanto; ahora hay minas dando teta en Instagram por doquier, paradas, sentadas. En un momento me jodían con que no tenía leche, y subí una historia con el pezón tirando leche, así. ¡Imaginate si subo eso ahora! Fue un poco mucho, innecesario, pero estaba muy comprometida con la causa (risas).

—”Juana Repetto barrera estacionamiento”.

—Sí, estuve mal... Estaba muy nerviosa por una situación muy comprometida, lo que estaba pasando arriba, en la clínica, era muy heavy, y no lo voy a contar porque es personal. A su vez estaba pasando una situación muy heavy con uno de mis hijos en mi casa. Entonces, yo no podía estar… Y como había sido una urgencia, me había ido de mi casa sin la billetera. Le digo (al del estacionamiento): “Anotalo en la habitación de arriba”; “No te lo puedo anotar”; “Me tengo que ir ya, te pido por favor…”. Y no me dejó irme. Le dije: “Bueno, perdón, te juro que esto después bajan y te lo pagan”. Me desesperé, me desesperé: tenía a uno de mis hijos... Y abrí la barrera y me fui. Pero no la rompí: la abrí con la mano. Y se lo pagó la persona que estaba arriba.

—”Juana Repetto millonaria”.

—¡Por favor!

—¿Sos millonaria?

—¡¿Yo?! ¿Estás en pedo? ¿De qué? Soy millonaria por lo que tengo en la vida, pero… La verdad que debo decir que me siento una privilegiada, pero estoy asustada también: me da miedo a veces no poder sostener el circo que tenemos armado. O sea, por lo contrario a lo que piensa la mayoría de la gente, nosotros nos bancamos con nuestros laburos. Y aparte, a mí me cuesta un montón pedir ayuda, de todo tipo. Y ayuda económica aún más. Entonces la realidad es que por ahí yo te digo: “Me cuesta llegar a fin de mes”, y vos ves la vida que tiene mi viejo y decís: “¿Qué dice esta pendeja?”. Y la verdad es que yo, con mis ingresos, no sé si el mes que viene me alcanza o no para darles (a mis hijos) lo que tengo. Está bien, hablamos desde un lugar de privilegio, pero me tengo que esforzar un montón para poder pagar el colegio al que quiero que vayan mis hijos, me tengo que esforzar un montón para vivir en la casa que estamos viviendo. No es que no me cuesta… Estoy muy lejos de ser millonaria. Y la verdad es que también me cuesta un montón pedir ayuda. También sé que ni a mí ni a mis hijos nos va a faltar nada, si a mí no me alcanza: sé que aparecería antes de que la pida. Porque yo no la pido, me voy achicando, como cuando me quedé embarazada de Toro: si en esa inseminación no quedaba embarazada, se me acababan los ahorros. Y en el embarazo dejé de laburar y no estaba sobrada de guita. Y en vez de pedir ayuda, dejé el auto estacionado en un garaje y me movía en bondi.

Agradecimientos: Boutique Apartments BA, Gorriti 5641

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