Forman una de las sociedades más reconocidas en el mundo del espectáculo. El binomio que logró unir chimentos con show e ironía se afianzó en los hogares argentinos. El éxito de Adrián Pallares y Rodrigo Lussich en la pantalla permitió que la dupla vaya por más y lleve la magia a los escenarios con giras por el interior que terminaron en la calle Corrientes.
Apelando a la muletilla que empleaban en Intrusos y jugando con el doble sentido “Dos hombres buenos” saben que muchas de las noticias que dan hacen temblar a los protagonistas y generan algún enojo. Lograr su silencio para evitar una situación comprometedora: “Dependerá del personaje en cuestión, del contexto, el momento y sus circunstancias”, explican.
Concuerdan en que hay temas que eligen no tocar, como la salud. “Para eso está Lanata”, ironiza Lussich con un dardo filoso dedicado al conductor televisivo. “Imponen los límites para el chimento y resulta que son los periodistas serios los que corren esos límites”, dice en clara referencia a la enfermedad de Wanda Nara que fue dada a conocer por el creador de Pagina 12. Recordando esa noche Pallares relata: “Nos enteramos que estaba internada y a nadie se le ocurrió decirlo. Hoy también hay un par de situaciones que tienen que ver con la salud de famosos que no se saben”.
Ambos tienen tantos secretos guardados que no pueden ni enumerar, aunque en diálogo con Teleshow se animan a derribar mitos, analizar la farándula actual y jugar con los famosos.
—¿Metieron la pata alguna vez sobre cosas que saben que no pueden contar y fueron un poquito más allá?
Lussich: —Uno a veces está cebado por un tema que funciona y va un poquito más. Hay veces que la vorágine te lleva más a fondo y metés más la pata. Estás en vivo y eso es parte de nuestro trabajo. Me gusta tener ese grado de imprevisibilidad. Saber hasta dónde vamos a correr el límite y hasta dónde vamos a jugar un poquito.
—¿Es verdad que dejaron de compartir camarín?
Pallares: —Cuando hubo una reforma grande en Canal 13 los dejaron divinos y fuimos a distintos camarines.
Lussich: —Nos vimos obligados a compartir el camarín en América durante la pandemia. En Intrusos no había un camarín preparado para conductores. El de Rial había quedado vacío y nadie se animaba a ocuparlo. Le sacamos el programa pero no el camarín. Hasta que se lo dieron a Florencia de la V. Entonces, compartimos uno que era de Pamela David que estaba bastante cómodo, pero chiquito. Cuando fuimos al 13 también había una crisis de camarines, porque estaban construyendo los nuevos. Y ahí pedí que cada uno fuera al suyo. Además, yo tengo mis tiempos: pongo música clásica, prendo velas, sahumerios, lociones... Traigo masajistas. Necesito mis tiempos. Me pongo una bata.
—No, mentira.
Lussich: —No, mentira (risas).
—¿Cuántos mitos hay en la farándula?
Pallares: —Está lleno de mitos, mentiras y pavadas.
Lussich: —El mito de Tinelli, que cerró un piso en una clínica privada es uno. Todos tuvieron a un primo que trabajaba ahí. Tinelli se ríe de eso, pero está instaladísimo.
Pallares: —El de Juana Repetto que es hija de Darín, también. Durante años todo el mundo escuchó ese cuento hasta que alguien finalmente se lo preguntó a Juana. El chimento de la paternidad me parece muy hiriente y muy complicado, porque están hablando de tus orígenes ¿Durante cuántos años escuchamos la historia de Ricardo Darín y Juana Repetto? Hasta que un día alguien le preguntó y Reina dijo que estaba dispuesta a hacerse un ADN. Fue un escándalo. También está el de Mirtha, que se llevaba todos los regalos a la casa. Se contaba que se llevaba los huevos de pascua y los derretían para hacer el bañado de las tortas. Hay un montón.
—¿Estos mitos se construyen? ¿Cómo se instala que alguien es yeta?
Lussich: —Eso es horrible. Creo que en esta época más deconstruida hay un montón de cosas que no pasan, aunque no pongo las manos en el fuego. A los que les ha pasado es un garrón. Hay una muy buena película de Sebastián Borensztein con Gastón Pauls y Marcelo Mazzarello, que refleja esa realidad.
—¿La tele extraña a alguien?
Lussich: —Creo que no. La tele extraña a la tele. O sea: la tele extraña a la tele que fue y que no volverá a ser. A partir de ahí, me parece que nadie es imprescindible e inclusive los que fueron muy imprescindibles saben que si hacen tele tienen que acostumbrarse a hacer un número mucho más bajo al que alguna vez supieron conseguir y que nunca van a volver a tener.
—¿Tiene que ver con el cambio de época y con que manda el contenido debido a las multiplataformas? ¿Se relaciona con la falta de dinero?
Lussich: —Por varias cosas. Creo que es un tema cultural. Hay un cambio de hábitos que no va a regresar. La ficción lo muestra claramente: ya no hay novelas de 200 capítulos con escenas repetidas y estiradas, porque ahora uno quiere ver una serie de 8 y ver otra. La tele no es más para la ficción.
Pallares: —Igual, eso se lleva a las patadas con las novelas turcas que son un éxito. Son de más de 360 capítulos. Elif tuvo 800 capítulos, son tres años viendo la misma novela. Cambiaron a la protagonista porque la piba era una nena y ya había crecido.
—¿Cuál fue el llamado más enojado que recibieron?
Pallares: —Una vez Marcela Tinayre por que había contado que Mirtha se había operado y se debían los honorarios de los médicos. Me llamó Marcela, el médico y el director de la clínica. Uno atrás del otro, enojadísimos. Pero yo tenía una fuente que me había dicho cuánto se debía. Era una de esas fuentes que nunca te fallan, hasta que un día se manda una.
Lussich: —Susana se enojó mucho porque habíamos llevado una conversación en Confrontados al punto que tal vez podía llegar a tener algo con Verónica Castro. Verónica es muy amiga de Susana. Y cuando te cebás, el rating sube y empezás a especular, terminamos diciendo eso. Al otro día estaba enojada y me dijo una frase que no puedo decir acá, pero la digo en el teatro. Ella estaba muy enojada ante la posibilidad del lesbianismo en su vida.
—¿Lo que pasa en el teatro queda en el teatro?
Pallares: —Jugamos con la gente al decirle que lo que pasa en el teatro queda en el teatro, porque contamos dos o tres cosas que son fuertes.
—¿Hoy la pasan mejor en el teatro o en la tele?
Lussich: —En el teatro se la pasa muy bien. Es la novedad y es una función que tiene una estructura, que si bien podemos corrernos un poquito e improvisar, tiene un cierto guión. La tele es un programa todos los días, donde puede pasar de todo. Se sufre mucho en la tele con el rating. Es estresante.
—Pero siguen el año que viene...
Lussich: —Estamos en eso.
—¿Dónde se gana más plata, en la tele o en el teatro?
Lussich: —Por ahora en la tele. Supongo que se puede ganar más en el teatro. Nosotros arrancamos humildemente, nos va bien pero estamos haciendo los primeros pasos.
Chimentos sobre tablas
Con el antecedente de haber agotado en el Picadilly, el próximo jueves 23 de noviembre la dupla se presentará nuevamente en la calle Corrientes, mientras que el sábado 25 viajarán a Mar del Plata para trasladar su show al Centro de Arte MDQ en el Complejo Roxy Radio City Melany.
Con la cuota humorística que los caracteriza, se animan a jugar con Teleshow y elegir entre distintas situaciones hipotéticas: Ambos coincidieron en ser contadores de Luciana Salazar, en lugar de abogados de L-Gante y optaron por ser terapeutas de Wanda Nara y Mauro Icardi antes que de la familia Caniggia.
Pero las diferencias empezaron a aparecer al tener que elegir entre ser niñeros de los hijos de Pampita o los de Cinthia Fernández, optar por escalar el Everest con Facundo Arana o correr una maratón con Nicolás Cabré, y participar de una escena de sexo con la China Suárez o Ricardo Darín. Las desopilantes respuestas se pueden ver en el video a continuación.
—¿Cuáles fueron los últimos escándalos importantes que marcaron un antes y un después?
Pallares: —El Wandagate sin dudas. Creo que desde el divorcio de Susana Giménez y Roviralta, con el cenicero incluido, no hubo un escándalo tan grande. Tuvo un valor mayor, porque fue una de las protagonistas la que lo contó. No fuimos los periodistas que descubrimos la noticia, la protagonista le dijo en redes sociales: “Zorra, te cargaste otra familia”.
Lussich: —El caso Maradona me parece que todavía va a dar mucho que hablar. Sobre todo cuando venga el juicio. Vamos a ver desfilar a mucha gente ahí. Me parece que la tensión televisiva va a estar muy fuerte. Ahí vamos a tener un tiempo de mucha cobertura.
—¿Quiénes son las Kardashian argentinas?
Pallares: —Wanda, Zaira, Nora y Andrés. Todos son hermosos.
Lussich: —De cabotaje. Muy de cabotaje. Pero no encuentro comparación. Pensé en los Caniggia, pero también se caen a pedazos.
—¿Lo de Wanda y L-Gante fue verdad?
Lussich: —Dicen que sí, que fue verdad. Me parece que ella también se quiso vengar. Para Wanda fue la venganza del “Chinagate”.
—¿Ella es una genia como pienso yo?
Pallares: —No sabés... Ella es mala cantando, mala bailando, mala conduciendo... La tuve como vedette cuando era administrador de teatro y no vendía una entrada. La verdad es que es Kardashian. Es un milagro. Tiene una cuestión con las mujeres Sub 20 que a las pibas les gusta.
—¿Jey Mammon va a volver a la tele?
Lussich: —Le va a costar. Va a estar difícil. En los próximos tiempos creo que le va a costar. En esta época de corrección política extrema, me parece que nadie va a asumir ese riesgo.
Pallares: —Él pensaba que iba a volver antes. Me parece que cuando volvió de España, pensó que estaba todo mejor; pero la televisión son los anunciantes y los gerentes de los canales que no quieren asumir riesgos. La tele quiere ir a lo seguro, y hacer “clinc caja”.
—¿Cómo andan en el amor?
Pallares: —Yo llevo muchos años. Hace unos días cumplimos 20 años de casados y siempre es mi mamá la que se acuerda del aniversario. Tenemos una hija que tiene 20, así que estábamos en pecado cuando nos casamos (risas).
Lussich: —No, nada. Hoy por hoy estamos en “stand by”. No estoy picoteando. Estoy pasando por una etapa de muy baja actividad. Quedé en pausa después de mi última relación.
—¿Pero en pausa porque la estás pasando bien o porque quedaste golpeado?
Lussich: —No, golpeado no estoy. No estoy llorando ningún amor. Simplemente estoy ausente hasta que me ponga presente. Supongo que tiene que ver con una cuestión de vibración. Y hoy no estoy vibrando esa tecla. Estuve mucho en pareja y con una estuve 10 años. De pendejo yo sufría mucho por amor. He perdido mucho tiempo al pedo por amores imposibles. Me han roto el corazón y también he hecho de las mías. He estado de los dos lados del mostrador.
—¿Sos más de dejar o de que te dejen?
Lussich: —Hay parejas que se terminan porque no dan para más. He ido mucho a terapia para hablar de mis parejas y ahora estoy en un momento donde soy prioridad total. Si bien soy bastante egocéntrico, ahora lo estoy más que nunca. Cuando llegue alguien que me encante, supongo que va a pasar. Pero tampoco estoy emitiendo mucha señal para eso.
—Vuelve Gran Hermano, ¿creen que va a funcionar como el primero?
Lussich: —¡Ay que bodrio! Sobre todo la última edición que pasó en torno a las redes.
—Pero trajo unos números a la tele que no venían sucediendo...
Pallares: —Sí, evidentemente vino gente que después se fue. Nosotros lo comparamos con lo que pasaba en el Mundial. Por ejemplo: la Televisión Pública volaba con algunos programas que estaban ahí, pero cuando se terminó el Mundial, la gente se fue. No hay nada que hacer.
Lussich: —Claramente había una generación que no había visto el formato. Vamos a ver si una segunda edición es del mismo interés. El grado de centralidad de Gran Hermano me pone muy de mal humor.
—¿Lo que pasa en los realities es cierto o es mentira?
Lussich: —Gran Hermano tiene un gran trabajo de edición y de guion. Guion de edición, no de guion para que los participantes hagan o digan lo que marcan los productores. En base a lo que pasa en la casa, después se guiona para editarlo brillantemente y hacer de eso un mundo. Es un trabajo donde hay muchísima gente implicada, que lo hace de manera muy profesional. Es un gran armado en base al material crudo que tienen y lo manipulan excelentemente.
Pallares: —Se trabaja mucho. A mí me tocó cuando se hizo en América hacer algunos reemplazos en el debate que conducía Pamela. Me acuerdo que una vez que había un chico que había contado que había matado a su mascota y como era uno de los favoritos eso nunca salió al aire y no se supo.
Lussich: —Hay construcciones de héroes y villanos. El paradigma de Gran Hermano es el caso Marcelo Corazza. Ellos construyeron a un favorito que después, en su vida, terminó donde está (NdA: fue detenido por corrupción de menores).
—Saliendo del universo Gran Hermano, los famosos están hablando más de salud mental y rompiendo con un tabú que es interesante...
Lussich: —Sobre todo porque están mostrando la verdadera cara de lo que pueden estar sufriendo ante lo que podría tener la apariencia de un éxito.
—Ustedes vieron subir y bajar a mucha gente ¿Qué les pasa cuando ven a una Tini que profesionalmente la está rompiendo, pero sufre ataques de pánico arriba del escenario?
Lussich: —Es una chica que está pasándola mal. O porque no quiere estar ahí o porque alguien quiere que esté y ella no quiere. O porque lo que pasa cuando baja del escenario no está tan bueno y el contraste es tan grande que la pasa horrible. La sensación es esa: hay una contradicción enorme de la presión que esa chica sufre.
—Llevan muchos años en la conducción ¿Si tuvieran que volver a un panel, se lo bancan o no hay chances?
Lussich: —Yo hice Infama y Confrontados, y después me senté en el panel de Rial con ciertas condiciones, porque tenía una sección. Era un destacado, pero también era panel. Cuando Jorge se enfermaba, que ese año faltó mucho por la pandemia, conducía Adrián y yo era uno de sus panelistas. Había un conductor que me inspiraba las ganas de ser panelista. Hoy no tengo a alguien que me gustaría trabajar con él. Eso me pasaba con Rial.
Pallares: —Yo no. Espero que Dios no me castigue (risas). Prefiero ir a trabajar de administrador de teatro.