Denise Dumas y la partida de su hijo a Nueva Zelanda: “Allá en 4 años se compra una casa y acá, en 170; no le alcanza la vida”

La conductora se confiesa en esta entrevista con Teleshow. El trabajo entre el Bailando y el teatro, la familia que formó con Campi, los golpes, los tropiezos y las herramientas para salir adelante

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Entrevista a Denise Dumas por Tatiana Schapiro

“No puedo amanecer ni seguir el día sin mate”, se sincera Denise Dumas ni bien pisa el estudio de Teleshow, dispuesta a charlar de todo pero siempre acompañada por su termo, infaltable también en los camarines del teatro Multitabarís, allí donde protagoniza Somos nosotros, junto a Jesús Mosquera, Sofía Pachano, Gastón Soffritti y Lionel Arostegui.

En la obra, una pareja que lleva una década junta debe enfrentar las crisis tradicionales causadas por la rutina cuando un tercero se cruza en el camino, mueve el piso y hay que decidir qué hacer con eso: “Contarlo y compartirlo, resolverlo solo, o mandarse una cagada”, propone la actriz.

—En la vida real, ¿vos preferirías que Campi te cuente si aparece una situación así o que lo resuelva solo?

—No. Ni me entero. Si me entero, no podría seguir. Me costaría mucho volver a creer. Resolvelo, volvé enamorado y elegime bien de nuevo.

—Hoy, ¿en qué momento estás?

—Estoy contenta, pero medio partida al medio: se me fue Santi (19), mi único varón, a Nueva Zelanda, a trabajar un año.

—¿Lo venía pensando hace mucho?

—Sí. Terminó el colegio y me dijo que, como experiencia, quería irse. Te parte al medio. Se fue recontento, con su mejor amigo, pero es raro.

—¿Qué va a hacer allá?

—Ahora tiene un mes y medio en Auckland hasta que viene la plantación del cherry.

Denise Dumas participa de un divertido juego con Tatiana Schapiro

—¿Te da miedo que se quiera quedar?

—Sí, me da miedo, pero si se quiere quedar es porque está feliz. Tiene un futuro allá. Está difícil este país para los chicos jóvenes, salvo que tengan una vocación muy marcada. Conseguir trabajo es difícil. El tema es que Nueva Zelanda es muy lejos, muy caro el pasaje. Que se arrime un poquito, por lo menos a mitad de camino... Si le duele la muela y quiero ir, llego dos días después (risas).

—Si le duele la muela y querés ir, igual te va a costar un poco: el pasaje es caro.

—Sí, es verdad. Que tome un calmante (risas)

—¿Lo mandaste con botiquín? ¿Le revisaste la valija?

—Mandamos todo. Igual me pasa esto: está grande y está bien. En casa ya Fran, la más chiquita, le agarró el cuarto.

—¿Creés que tiene más que ver con un hijo que crece y que hace sus experiencias o con esto que decías recién: lo difícil que está para los jóvenes?

—Con lo difícil que está acá. Santi es refamiliero, es muy amiguero. Por ahí él hubiera hecho un viaje más de experiencia. Tiene que ver con cómo está el país. Un día hizo el cálculo de cuánto debería trabajar para poder comprarse una casa acá y cuánto debería trabajar para comprársela en Nueva Zelanda, y dijo: “Yo allá, en cuatro años puedo tener una casa y acá, en 170; no me alcanza la vida”.

—Y sabiendo el privilegio que uno tiene, si extraña puede volver o lo podés ir a buscar.

—Exactamente. Tiene pasaje de vuelta, está sano, se fue porque quiso. Yo viví lo que es perder a alguien en serio... Esto es una experiencia linda. ¿Desacomoda un poco? Sí. ¿Uno lo extraña? Sí. ¿Lo quiero abrazar? Sí. Me pierdo meses de compartir. Pero bueno, es rearmar con la camarita, es otra cosa.

La multitudinaria despedida a Santi (Instagram)
La multitudinaria despedida a Santi (Instagram)

—¿Te referís a la muerte de tu hermana? ¿Vos tenías 11 años?

—Sí. Chiquita. Por eso digo: que no suene como “¡Ay, qué drama lo mío!”.

—Si tenés que elegir tres momentos de tu vida que te marcaron, ¿cuáles son?

—Y... primero, los partos.

—¿Todos estuvieron buenos?

—Todos estuvieron muy buenos. Tuve cuatro cesáreas. Con Isa, que fue la primera, fue largo. Yo no quería ir a cesárea, pero pesó 4.300 kilos y no dilataba. Estuvo divina. Las disfruté las cuatro.

—¿Y los puerperios?

—El de Santi fue un poquito más difícil. Tenía a Isa de un año y 8 meses. Él, recién nacido. Al año de Santi me separé de Germán (Barceló), o sea que ya venía más difícil. Santi nació y tuvo un par de cosas. Le quedó un ductus en el corazón que había que ver. Me costó acomodarme. Por momentos, era mucho. ¿Viste que se habla mucho de lo difícil que es? No sé si es que pasó el tiempo pero al lado de todo lo otro, no pasa nada. Sí, llorás, estás sin dormir. Me acuerdo que Fran usaba un chupete transparente, se caía al piso y no lo veías. Y eran las cuatro de la mañana y yo estaba en el piso. Recuerdo en ese momento decir: “¡Dios mío!”. Pero hoy, me río.

—¿Otro momento?

Me cambió la vida conocer a Martín (Campilongo). Mi casamiento con él. Todo eso fue un antes y un después. Y si vamos a lo triste, la muerte de mi hermana, sin dudas. Y la muerte de papá.

—¿Qué edad tenías cuando murió tu papá?

—Yo 24 y él, 57. Que después de lo de mi hermana papá era grande, pero 50 y pico.

—Era dentro de lo esperable en la ley de la vida, pero no deja de ser doloroso.

—Sí. No llegó a conocer a los chicos. Yo me casé con Germán y a los 15 días muere papá. Ya estaba muy enfermo.

—La muerte de tu hermana entra más en el terreno de lo enloquecedor, de alguna forma, porque uno no se lo espera.

—No se entiende. No se explica.

Denise Dumas, con su infaltable mate, en los estudios de Teleshow
Denise Dumas, con su infaltable mate, en los estudios de Teleshow

—Debe haber golpeado muchísimo a tus padres.

—Sí. Pero los dos siguieron. Se ocuparon mucho de que mis hermanos y yo seamos felices. Hubo algo ahí que fue lindo. Mi mamá me dice: “Yo seguí por ustedes”. Lo logró. Mi casa siguió siendo una casa con gente y alegre. Hizo mucho esfuerzo. El día que fui madre dije: “¡Guau!, dejaron todo en eso y se notó”. Igual, es antes y después: yo crecí sabiendo que es un llamado de teléfono y no hay vuelta atrás. La vida te pasa por otro lado. Yo escucho a los chicos y es un regalo escucharlos. No doy nada por sentado. Abrazarlos cada día. Que todos los días me puedan decir “te amo”. Todos los días de mi vida ligo 10, 11 “te amo”. Es un montón.

—¿Ese fue tu primer contacto con la muerte?

—Sí. Mi abuela murió cuando yo tenía seis años y la adoraba, pero para mí ya era grande. No lo viví tan de cerca. Con mi hermana dormíamos juntas.

—Y fue un llamado telefónico.

—Sí. A mí me despertaron. Mamá y papá me vinieron a despertar a la mañana a contarme. Ya la casa estaba llena de gente.

—Y eso enseñó la importancia de que hoy los chicos te puedan decir 10 o 12 “te amo” por día. ¿Lo tenés presente siempre ese aquí y ahora?

—Sí. Hay veces que no: cuando me empiezo a hacer problema, vuelvo a bajar. Miro, escucho, veo que están todos bien, miro mi casa y ya está. A veces la rutina te lleva medio puestar: me angustio por pavadas y vuelvo. La muerte de Janine me hizo crecer, en ese sentido.

—Poder valorar lo que hay, porque si no siempre está faltando.

—Claro. Y siempre te lleva puesta la ciudad, las obligaciones, la guita, los impuestos...

—Bienvenida a la Argentina.

—Claro (risas). Sí.

Denise Dumas y Campi (Teleshow)
Denise Dumas y Campi (Teleshow)

—¿Cómo anda la conductora?

—Muy bien. Haciendo El debate, en América.

—Propusiste el jurado del pueblo.

—Sí, jurado del pueblo. Me encanta el jurado y me encanta el debate. Me encanta analizarlos a ellos, que ponen puntaje. A mí me divierte mucho el Bailando. Hice años Este es el Show, entonces, me encanta analizarlo.

—Hace muchísimo que no hacías teatro. ¿Cómo te convencieron?

—Me llamó Carlitos Rottemberg, que somos muy amigos. Yo estaba sin trabajo y él me ofreció esto. Después vino El debate. ¿Viste cuando se te da todo junto? Pasé de no hacer nada, a todo junto.

—¿Te angustiás en los momentos en los que no hay trabajo?

—Ay, soy tan feliz. No, no: amo no trabajar. Amo vivir (risas). Y eso que amo mi trabajo. Pero no: me llevo muy bien con no trabajar.

—¿No te da miedo que no salga nada?

—El tema es lo económico. Si yo no necesitara trabajar, olvidate. Trabajo porque lo necesito y porque el motor de mi laburo son los chicos: “Querés el club, querés esto, querés lo otro, cambiamos la heladera”. He tenido que hacer trabajos que no me gustaban tanto y los hago igual. Pero si pudiera no trabajar... De hecho, tuve un tiempo sin trabajo estos meses, hasta que volví.

—Con Campi son artistas, ambos, entonces los dos tienen momentos de mayores y menores ingresos. ¿Cómo organizan lo económico? ¿Hay un resto que se guarda siempre para las malas o son un tiro al aire?

—Cero tiro al aire. Martín en eso es muy responsable. Dice: “Si empezaron esto, nosotros no podemos algún día decirles no puedo”. Y yo le digo: “Bueno, papá tuvo su momento, a veces podía y cuando no pudo más, me dijo ‘Mirá, no puedo’, y también se aprende de eso”. “No. Pero vamos a tratar”. Él es muy responsable. Al principio nos costaba mucho disfrutar, poder hacer un viaje o algo: “No vamos a gastar la plata, por sí acaso”. Costó. Después, no: “Ahora que tenemos este momento se hace un viaje, se disfruta. El trabajo va a salir”. Y sí, ahorrar e invertir en otras cosas.

Denise Dumas con Gastón Soffritti, Sofía Pachano, Jesús Mosquera y Lionel Arostegui, sus compañeros en Somos nosotros (Prensa TheRemake)
Denise Dumas con Gastón Soffritti, Sofía Pachano, Jesús Mosquera y Lionel Arostegui, sus compañeros en Somos nosotros (Prensa TheRemake)

—¿Quién es la cabeza inversora de la familia?

—Martin es re ahorrativo y yo soy más la que maneja la cotidiana y la inversión; estamos los dos.

—Hoy invertir es comprar cinco latas de atún...

—(Risas) Es un montón. Y después las revendemos (risas). Es comprar un dólar hoy y venderlo mañana.

—¿Quién decide si es dólares, meterse en una propiedad o en acciones?

—Juntos. Todo juntos.

—¿Y te interesan esos temas?

—Sí, me encanta. Todo lo que te pueda dar tu vida. Alimentar a tus hijos y darte tranquilidad económica, bienvenido sea. Lo que pasa es que en este país, Martín tiene tres laburos, yo ahora tengo dos, y así estamos.

—¿Choluleaste a alguien alguna vez?

—Sí.

—¿A quién?

—A Abel Pintos. Soy muy fanática de Abel Pintos.

—¿En qué situación lo choluleaste?

—En todas las situaciones posibles. En todas. Me tocó estar con él en PH porque sabían que yo soy muy fanática y fue un papelón. Lloro, lloro y lloro.

—¿Musicalizaste alguno de los partos con Abel?

—Musicalizo mi vida todo el tiempo. En mi casa solo se escucha Abel Pintos.

—Es un montón Denise.

—Sí, es un montón. Para toda situación de tu vida hay una canción de Abel Pintos; no necesitás otra cosa.

Denise Dumas
Denise Dumas

—Te propongo un juego: te voy a dar a elegir entre dos situaciones y quiero tu respuesta.

—Dale.

—¿Preferís ser siempre la que lava los platos o doblar todos los días sábanas de abajo con elástico?

—Los platos. Además, lavo los platos a una velocidad... Me gusta. Trabajé de moza de joven y muchas veces tenía que lavar; entonces, voy sacando.

—Si trabajaste de moza, hay una Denise que deja buenas propinas.

—Por supuesto. Siempre. Aunque te atiendan mal, no importa: (la moza) pudo estar en un mal día.

—¿Ser incapaz de mentir o descubrir siempre cuando te están mintiendo?

—Prefiero ser incapaz de mentir. A ver... ¡No, descubrir siempre! Ay, ¡las dos! Son muy extremas. Descubrir siempre cuando te están mintiendo. La verdad ante todo. Pero yo, sigo mintiendo (risas).

—¿Sexo todos los días o una vez cada tres meses?

—Y... depende la época, pero ahora que estoy de capa caída (risas). Ahora me decís todos los días y salgo corriendo. Pero una vez cada tres meses es un montón. ¿No vale una vez cada cuatro días? Ese sería el ideal. Pero si no se puede, te diría todos los días entonces. Es un montón. ¡Qué fiaca!

—¿Llegar siempre una hora antes o 20 minutos tarde?

—20 minutos tarde, siempre ¿Cuánto llegué hoy? 10 minutos tarde. Hoy estuve re bien. Una hora antes es hasta te diría irrespetuoso. Es una discusión que tengo con mi marido.

—Pero podés esperar abajo: no hace falta que toques el timbre.

—Sí, bueno, pero estás desperdiciando tu vida ahí parada abajo.

—¿Perder todos tus recuerdos o no poder crear nuevos?

—No poder crear nuevos.

—¿Cerrás acá, con los que tenés hasta ahora?

—Sí, relindos todos.

—¿Viajar al pasado o al futuro?

—Ay, se ve que soy un poco nostálgica: al pasado.

—¿Y si te regalo la posibilidad de una charla de dos horas con quien vos quieras del pasado?

—Y... con papá de nuevo. Sí, extraño un montón charlar con él. Yo era muy pegada.

—¿De los nietos?

—Sí, de todo. Cada cosa que yo hacía era el cartelito con deseándome suerte.

—¿Perder el celular o perder el auto?

—El celular lo pierdo todo el tiempo. Todo el tiempo. Y tengo algo que es genial para los que dicen que en este país hay mucha gente chorra: siempre me lo devuelven. Siempre. De hecho, hace cuatro días llamé y estaba en una farmacia, lo tenía un señor. Me lo devolvió. Antes, un señor de un camión que lo iba a pisar, lo encontró y lo llamé.

Denise Dumas y su clásica sonrisa en los estudios de Teleshow
Denise Dumas y su clásica sonrisa en los estudios de Teleshow

—¡Ah, pero lo perdés en serio! No es que lo perdés adentro de tu casa.

—No, me lo he olvidado: viajé a visitar a mi hermano en Brasil y me olvidé el celular, y llamé y me atendió un brasilero. Mi hermano lo buscó y me lo trajo. Nada me importa menos que el celular. Esto que todo el tiempo te encuentren, que vos estás almorzando y suenan los celulares, es: “Dale, en algún momento estemos acá”.

—¿Hay una regla en casa al respecto?

—Sí. En la mesa no hay celular. Ya voy a poder vivir sin celular. Todavía no puedo.

—¿El canje más bizarro que te ofrecieron?

—He tenido gomitas, que les gustaban mucho a los chicos. Pero lo que fue genial, que amé, es un canje buenísimo, pero la canción de la marca que tenía que hacer era muy genial. Era: “Casa Alfredo, oh. Casa Alfredo, oh”. Y yo la tenía que cantar y la canté, divina.

—Y cada vez que en casa ven todos juntos El Debate lo ven gracias a…

—”Casa Alfredo, oh, oh”. Pero además la canción era eterna y los chicos me decían: “Bueno, ya está mamá. Ya está, dale”. “Ustedes grábenme de nuevo”. Y me puse un efecto de nieve. Lo di todo.

—¿Preferís hacerle vos un baile sexy a Martín o que te lo haga él?

—No; yo. Él se mata de risa. Sí, le divierte un montón. Él se ríe un montón conmigo.

—O sea, en esa vez cada tres meses en la que estamos…

—Le hago el baile sexy y arruino el momento (risas).

—Igual no vale hacer un baile erótico y que el otro se te mate de risa. Te arruina.

—Es que para él la risa es lo más importante en la vida.

—¿Para vos también?

—Para mí también. Él me hace reír.

—¿Es buen papá?

—Es muy buen papá. Es re papá clásico, eh; no es un papá canchero, copado. Es un papá que pone límites, el orden. Esto del trabajo, el ahorro, proyectar. Mucha responsabilidad tiene con la paternidad. La tuvo desde que me conoció con Isa y Santi de chiquitos, que él pasó de ser soltero y asumió una responsabilidad con Isa y Santi que tenían uno y dos años, eran muy bebés. Eso me mató de amor. Fue esta cosa protectora que tiene. Y es papá de muchos papás alrededor, de amigos.

—¿Te da esperanza algo de todo lo que viene en el país?

—Sí. La esperanza es lo último que se pierde. Hay que acomodar esto de alguna manera. Están pasando cosas tan terribles en el mundo y somos tan privilegiados que es: “¡Dale!, pónganse las pilas. Tenemos todo para estar bien”. Qué castigo los políticos que tenemos. Qué desgracia, ¿no? Con todo el respeto. Qué pena, porque tenemos todo. Pero siempre le pongo esperanza. Cuando gana el que votaste, cuando gana el que no votaste, siempre un voto de confianza y decir bueno, por algo está ahí. Ojalá sea este, vamos.

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