Su relación con el dinero y con lo material, pero también su visión del éxito. Y hasta cuándo fue la última vez que lloró, y en qué circunstancia. Soledad Pastorutti -para todos, la Sole- estuvo como invitada en Casino Resort, el ciclo de Infobae que lidera El Pollo Álvarez. Allí, en un clima distendido y confidencia, la cantante permitió descubrir distintos aspectos de su vida, y de su persona.
Antes de pasar a la ruleta, la Sole y el Pollo se sentaron a una mesa. “¿Qué hacés con un millón de dólares hoy?”, le preguntó el anfitrión, a su vez que le mostraba dinero ficticio, invitándola a aventurar sobre un caso hipotético. “Me gusta mucho viajar. Viajaría”, respondió la intérprete de “A Don Ata”, “Brindis” y “El Tren del cielo”, entre otros grandes éxitos que cosechó en más de 25 años de carrera.
La artista se animó a soñar con un posible viaje a Italia junto a su marido, Jeremías Audoglio, y sus hijas, Antonia y Regina. “Te tengo que separar 20 mil dólares”, le advirtió entonces El Pollo, haciendo el cálculo sobre el destino y sumando otros 10 mil dólares, teniendo en cuenta los pasajes para su familia. “¡Es un montón!”, se sorprendió la oriunda de Arequito, en la provincia de Santa Fe. Cuando el conductor le preguntó si gastaría ese monto, la Sole respondió con total sinceridad: “¡Ni en pedo!”.
Aclaró entonces que no viajaría en primera clase. Y que solo lo hace cuando debe trasladarse por trabajo, para realizar un show inmediatamente después de volar, por lo que necesita “estar descansada y demás”. “Pero sino, no tengo problema. A mí me gusta eso, yo soy muy simple. A la gente le cuesta creer, pero yo muy simple”, explicó. En ese sentido, el Pollo la consultó: “¿Te gusta la marca?”. “No tanto -confió Pastorutti-. Si tengo una cartera de marca es porque me la regalaron. No me la compro, no me parece. Es más: no uso cartera”.
En otro tramo de la charla, el conductor quiso saber cuándo fue la última vez que su invitada lloró, y por qué. A la Solo no le costó recordar el episodio. Sucedió luego de un recital que brindó en la provincia de Córdoba, y en el que le dio la posibilidad a parte de su público a que pudiera conocerla luego de cantar. Allí estaban entonces un hombre con su hija. La niña, indicó la cantante, tenía un trastorno del espectro autista (TEA).
“Se quedaron hasta el final porque tenía mucha dificultad para salir de su casa e ir a un recital. Y ese día lo logró”, destacó la artista. “La abracé a ella muy fuerte y lo abracé a él también. Y me quedé con eso. Lo digo y todavía se me quiebra la voz... Le agradecí mucho la valentía, no sé cómo llamarlo porque ignoro bastante de ese trastorno, pero que haya podido salir de su casa para ir al recital y que me haya elegido, es muy fuerte para mí. La abracé, me largué a llorar y me fui llorando”.
Incluso al día siguiente, le resultaba imposible contener sus lágrimas al evocar ese encuentro. “No puedo con los papás que tienen que lidiar con este tipo de situaciones. Saber que toda la vida tienen que pensar: ‘Algún día quizás no voy a estar ahí, para ayudar, para acompañar’. Y me mata, esas situaciones me matan. Y ese día, me partió...”.
Por otro lado, la Sole contó cómo enfrentó el éxito en su carrera. “Ahora estoy en un proceso de: ‘¿Todo tiene que dolerme?’. En un momento pensaba eso: que todo tenía que dolerme -se sinceró-. El éxito es eso: hacer lo que uno tiene ganas de hacer de verdad, ser feliz, pelear con la gente que querés pelearla, estar con la gente que querés estar. Yo creo que la libertad no tiene precio, no se negocia. Así me moví en mi vida todo el tiempo. Y eso es lo que espero que mamen mis hijas y los que vienen detrás”.
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