Multifacética, Cande Molfese va por la vida jugándosela a cada paso. No se queda quieta, le molestan los encasillamientos, y así es que se considera actriz, cantante, un poco youtuber, influencer y, últimamente, productora. Aquella joven que comenzó a hacerse famosa en la telenovela Violetta, con Tini Stoessel, eligió desde ese momento apostar a otros caminos que también la hacían feliz.
En un diálogo abierto con Teleshow, en donde repasa su pasado y su presente, sus proyectos inmediatos y algunos de sus fracasos, Cande se permite sincerarse sobre cada aspecto de su vida de la misma manera genuina y auténtica con la que arranca cada día, apenas se levanta.
En pareja con el actor Gastón Soffriti, logró formar un vínculo sano y desapegado, según relata. “Es lo que necesitaba, a pesar de venir de una relación en la que me habían lastimado mucho, y donde yo también permití que me lastimaran”, reflexiona en una profunda autocrítica, a la que llegó después de mucho tiempo de terapia, haciendo referencia a su exnovio, Ruggero Pasquarelli.
A pesar de apostar a muchos rubros diferentes en su profesión, el 2023 viene siendo el año que más desafíos le trae. Desde que dejó Luzu TV para apostar a su propio canal de streaming, Loft Stream, junto a su novio, y tras decidir cerrarlo a los tres meses de estar al aire por no alcanzar la cantidad de visualizaciones que esperaba, sus proyectos dieron un vuelco. En vez de amargarse por el fracaso de su emprendimiento lo amortizó en un nuevo trabajo: unas docuseries que hablan de las frustraciones, de la culpa y del amor. En cada una de ellas aparecen sus vivencias, su estilo, sus emociones. Una manera de hacer catarsis de todas las situaciones que atravesó y que la llevaron a emprender nuevos desafíos.
—¿De qué se tratan los documentales?
—Yo les puse el nombre de docuserie. Son tres capítulos cortos, entre 6 y 8 minutos, y ahora tengo una reunión para otros tres nuevos. Surgió como una manera de catarsis del caos personal y laboral del que me vi envuelta a principio de este año, en no sentirme tan cómoda en mi nuevo rol de productora, de abrir mi propio canal y verme avasallada por mucho quilombo emocional. Al ver que se me iba de las manos, que no tenía el control, dije: ”Esto lo voy a mostrar”. Y con tantas emociones necesité hacer catarsis y convertirlas en arte, que es un poco mi manera de sanar.
—Vos fuiste youtuber cuando todavía no existían las influencers y empezaste a generar contenido para tu propio canal cuando la estabas rompiendo en Violetta. ¿Tuviste una visión muy fuerte de lo que iba a pasar?
—Sí. Yo trabajo con mi hermana ya hace bastantes años. Ella un día, en pleno éxito mío con Violetta, en el mejor momento de mi carrera, me dijo: “Mirá Cande, esto se va a terminar y vos vas a tener que estar preparada para eso”. Y entonces me preguntó qué me gustaba hacer, además de actuar.
—¿Vos entendías que el éxito se podía terminar aun estando allá arriba?
—Yo siempre tenía ese miedo. Tenía como esa sensación de que todo lo que sube rápido, baja rápido.
—¿Algo de esto es lo que te planteás en Frustración, en el primer capítulo?
—Totalmente. Y más en esta carrera, que es así. Si bien eran mis inicios y yo no tenía tanta conciencia, ya era grande: empecé a los 20 años y terminé casi a los 26. Hay un recorrido, un aprendizaje. Y también Cou, mi hermana, me lo puso en palabras. ¿Y viste cuando alguien te lo pone en palabras y te resuena? Yo le dije: “Mirá, a mí me gusta también maquillarme, me gusta cocinar, me gusta estar con mis amigas, me gusta resolver problemas. Me gusta hablar de la vida”. Y empezamos a crear un contenido. Hicimos nuestro canal de YouTube sin ánimos de que pase nada, simplemente como una creación. Y así fue que empezó a rolar un poco esto y empezamos a construir una empresita, y después empezó a saltar todo lo que era YouTube, Instagram y demás. Pero nosotras ya estábamos metidas. Entonces hay algo que ella vio que yo pude tomar.
—¿También generaron contenido en giras a los que te ibas con Violetta?
—Sí. Empezamos a generar un contenido durante los viajes mostrando aspectos característicos de cada lugar, como la Torre Eiffel, en París, y vendimos ese contenido a una plataforma por fuera de Disney. Esa empresita empezó a crecer: sacamos un libro, se publicó en Polonia.
—Es alucinante que seas una estrella en Polonia.
—Olvidate: soy Britney. Lo de Polonia es una locura, no sé bien qué pasa. Cuando fui cerraron un shopping para mí. Pero bueno, es una experiencia más de toda esta carrera que tiene muchos altibajos, y uno tiene que estar armado emocionalmente y sentirse acompañado psicológicamente.
—Sos tu propio negocio. Pusiste un café, armaste una plataforma de streaming, ¿podrías perfectamente vivir comodísima con eso, si quisieras?
—Sí. Yo creo que peleé contra eso mucho tiempo, hasta ahora, que tengo 32 años, entendí que hay algo del ser humano que tiende mucho a encasillar, y yo no me encontraba solamente con el papel de actriz. Si bien fue para lo que me preparé toda la vida, cuando me pude amigar con que no me iba a quedar solo con la etiqueta de actriz porque también me gusta crear contenido, tener mi cafecito de especialidad, me gusta bailar, cocinar, empecé a decir: “Soy un montón de cosas, no me voy a limitar”.
—¿Qué cosas no te ves haciendo? ¿Serías panelista de un programa de espectáculos?
—(Risas) No me cierro, ni te digo que no. Además soy fanática del espectáculo, podés preguntarme cualquier cosa que estoy en tema. Me re divierte. Pero también soy políticamente correcta, tengo muchos miedos.
—Y cuando vos sos el tema de los programas de espectáculos, ¿cómo lo vivís?
—¡Ay! Angustia, dolor (risas). Cuando me pasa a mí, me da mucho miedo.
—¿Te duelen los comentarios en las redes?
—Depende, hay días que estoy más armada. Hace poco me pasó con una chica que hizo cuatro videos de TikTok hablando mal de mí. Y a mí me ponían muy mal, entonces le mandé un mensaje y le conté cómo me sentía con eso. Le dije: “Entiendo que yo te puedo caer mal, podés charlarlo con tus amigas, pero a mí que lo expongas me duele porque yo lo veo”. Creo que con el documental también hice catarsis sobre eso.
—¿Ella te respondió?
—Eliminó todos los videos pero no era mi objetivo. Yo puse en palabras algo muy honesto, que seguramente nos pasa a muchos que trabajamos de esto, porque la sensación es: “¿Ya no intereso?”. A mí eso me pasaba con Loft. Es muy buchón YouTube cuando te dice cuántas personas están mirando. ¡¿Por qué me estás exponiendo así?! Creo que ahora hay algo de la inmediatez que es incómodo: no hay procesos, todo es ahora.
—¿Te dolió lo que pasó con Loft?
—Sí, fue duro. Los tiempos son muy efímeros. Yo esto lo empecé a pensar en diciembre, salimos el 10 de abril, estuvimos tres meses al aire, y estamos en agosto y terminó.
—¿Ahí había una Cande empresaria también?
—Totalmente. Fue de mucho aprendizaje a nivel personal y laboral. Pero no funcionó, no compraron de entrada el proyecto. Yo pensaba que podíamos hacer algo distinto y después te das cuenta de que es muy difícil hacer algo distinto. En cambio, el documental tiene 100% que ver conmigo. Soy yo misma.
—¿Te arrepentiste en algún momento de irte de Luzu?
—No, porque entendí que fue lo que necesité hacer. Pero creo que los tiempos podrían haber sido más lentos porque mis procesos en general, en mi vida, son más lentos. Desde un vínculo, hasta en lo laboral, hasta un duelo: soy de procesos lentos. Y en este caso fue todo muy inmediato y no me sentía cómoda. Pero Luzu me dio mucho aprendizaje y mucha confianza en mí misma.
—¿Y en qué momento de todo este período nace la idea de la docuserie?
—En un ataque de locura, de mucha angustia, porque a mí Loft me traía como la sensación de sentirme ahogada en un vaso de agua y no saber cómo salir a flote, de pensar cómo llegué a esto si el año pasado no estaba en esta situación. Creo que en Luzu yo recibía mucho amor-odio, pero recibía mucho amor. ¿Y cómo pasé de ese amor al odio? En esa sensación de angustia me puse a escribir. Primero elegí la frustración, porque lo que me ponía mal era que no me miraran. Entonces la llamé a mi hermana, que es mi manager, y le conté la idea. A ella le pareció genial y armamos un equipo chiquito, con mi prima Joaquina que nos ayuda a guionar, Buma nuestra editora y quien nos filma, yo, con mi vida diaria. También le pregunté a mi mamá, a mi papá, a mis hermanas, a Gasti, porque la idea era mostrar un poco. Recibí mucho apoyo de su parte y empezamos a filmar. Y después guionamos, hicimos el proceso inverso.
—¿Ya había terminado Loft cuando empezaste el documental?
—No. De hecho, al principio era un contenido para Loft. Después, cuando decidimos poner un punto suspensivo o final, no sabemos todavía, pensé que no iba a desperdiciar todo esto que empecé a producir y a crear. Decidí llevarlo a donde empecé, a mi Instagram, a mis redes, a mi canal.
—La decisión de poner un punto final o suspensivo con Loft, ¿la tomaste vos?
—Gastón y yo. Los dos juntos, un domingo a la noche. Ya era una situación que nos venía llevando puestos en un montón de cosas. De repente nos encontrábamos hablando de Loft un sábado en una cita romántica. Entonces dijimos: “Hasta acá llegamos”. Al día siguiente lo comunicamos en la reunión y estuvimos todos de acuerdo.
—¿Cuáles son los primeros tres capítulos de la docuserie?
—Frustración, Culpa y El amor. Y se van a venir más capítulos porque me hace muy bien hacerlo, me divierte mucho. Saqué mi creatividad de vuelta, como cuando grababa Violetta y mientras, hacía mis videos.
—En Culpa se abren muchos frentes también ¿no?
—Y... porque la culpa es grande (risas).
—Por un lado aparece fuerte el tema de la maternidad, que no me suelo meter pero vos abrís esa puerta, así que entiendo que te gusta hablarlo, ¿La presión del afuera, pesa?
—En realidad creo que a todas las mujeres nos pesa, pero estamos intentando corrernos de ese lugar. Es una charla corriente con mis amigas. Tenemos 32 años y ya estamos hablando de eso. Entonces entiendo que hay algo que pesa. A mí, en lo personal, me pesa conmigo misma. Es un signo de pregunta gigante. Pero también tengo a Almendra, mi perrita, que es mi proyecto más importante.
—¿Hay algo del vínculo con Almendra que te hizo abrir la posibilidad a la maternidad?
—100%. Lo que tengo con ella es tan fuerte que a veces pienso cómo será con un ser humano. Pero siento que ahora no es el momento, que estoy en otra etapa de mi vida, más de desarrollo personal, laboral y demás. Pero no quiero decir ni una cosa ni la otra, porque en esta profesión eso te juega en contra. En algún momento dije que no quería ser madre y ya me encasillaron con eso.
—En el video permitís mostrar que no te sale naturalmente el vínculo con los chicos.
—No tengo esa piel. Encima tengo tres sobrinos y con mis hermanas, que de verdad tenemos un vínculo muy fuerte, siempre decimos que nos salvamos entre nosotras. Cinco hermanas mujeres, muy unidas. Pero con mis sobrinos no logro conectar, aunque lo deseo y hago un esfuerzo. Mi sobrino de 11 quiere ser actor y yo quiero ser la tía que lo acompañe en ese proceso, pero aun así me cuesta un montón.
—¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué te acordás de esa nena con cuatro hermanas?
—Tengo muy pocos recuerdos de mi infancia y eso también me hace ruido: es raro que no me acuerde. Mi papá en un momento se fue y, si bien fue una persona que me apoyó mucho en mi carrera, cuando tenés 12 años sos chiquita, y él se fue a vivir a otro país. Entonces mi mamá tuvo una crianza muy sola, también con muchas exigencias. Tuve responsabilidades de chica que tal vez un niño no debería tener, pero bueno, entiendo que hicieron que sea quien soy hoy. Pero obviamente tengo lindos recuerdos, como del juego con mis hermanas y del amor, pero también muchos recuerdos de la exigencia.
—¿Y la ausencia?
—Mi papá, a pesar de no estar en Buenos Aires, era un papá: trató de hacerse presente, de estar a la distancia de la mejor manera posible. Pero a veces, cuando sos chica, más que un llamado querés el abrazo.
—En un momento de uno de los capítulos una de tus hermanas te dice que quiere que la lleves al estreno de Barrabrava y vos le decís: “Tengo tres, mi hermana porque es mi manager, mamá porque es mamá, y Gastón porque es mi pareja estable”. ¿Hay parejas no estables?
—Gasti detesta que yo diga mi pareja estable y es algo que tengo muy adentro, pero claramente es mi pareja, con la que estoy construyendo hoy. Está mal usado y tiene razón. Pero sí, hoy es la pareja con la que estoy construyendo. ¿Es estable? Sí. Me da mucha estabilidad. Ahora me fui a España a visitar a mi hermana y hablé poquito con él. Una vez por teléfono, cada tanto un mensaje. Y yo decía: “Claro, esto es vida, estoy tranquila, no necesito, no me necesita, pero nos acompañamos”. Y pensaba qué lindo es vivir el amor de esta manera. No me había pasado. Entonces abrazo mucho esta pareja de ser individuales, encontrarnos en el medio y acompañarnos.
—¿Fue sanador en ese sentido el vínculo con Gastón?
—Sí, es un tipazo y aprendo mucho. Es una persona muy racional y yo soy lo contrario, muy emocional. Entonces es una mezcla linda porque nos ayudamos a equilibrarnos.
—¿Sos de llorar con ganas?
—¡No sabés los llantos que me pego! De chica me decían que no llore y me reprimían esa emoción, entonces ahora lloro todo lo que tenga que llorar. Piso, show, llanto: todo. Fotito, selfie para tener el recuerdo del día.
—Tu segundo libro también nació durante un duelo de tu exnovio, Ruggero, y en un capítulo le cuestionás a tu hermana que lo sigue en Instagram.
—Obvio. Igualmente medio que fue como una humorada pero está todo bien: que lo siga, no pasa nada. Creo que es una historia que hoy recién ahora puedo decir: “Abracémonos Rugge, crucémonos, está todo bien”.
—¿Tuvo que ver con que él contara públicamente que no se portó bien con vos?
—Puede ser. Yo, de corazón: no lo vi más. Le deseo lo mejor. O sea, sé que está a full con su música, es muy talentoso. Me gustaría poder cruzarlo, tomar un café y reírnos, porque hemos crecido juntos. O sea, fueron seis años, una convivencia, un cuestionamiento de si queríamos vivir en Argentina, en Italia. Entonces, cuando algo se corta tan abruptamente es un poco raro, pero siempre digo que el tiempo lo acomoda. Y creo que ya está en el momento en que se acomodó.
—Y un día apareció Gastón ¿y un poco lo hiciste concretar vos?
—De una. Gasti es a todo o nada, él va como un trompo. Yo soy más lenta, y más que venía de una historia un poco dolorosa donde realmente me habían lastimado mucho y yo me había dejado lastimar también. Y bueno, él un día fue para adelante y, cuando sentí que se venía un límite, decidí que no quería perderme esto por miedo, porque es una persona que me quiere bien y existe y se puede.
—Apostaron a la convivencia. ¿En qué momento lo querés echar?
—Yo estoy en la etapa todavía re de enamoramiento, o sea, me encanta volver a casa y que esté. Y calculo que al revés es lo mismo. Donde más conflicto hay es en la cocina, porque yo soy vegetariana, tengo una alimentación súper consciente. Gasti es más despilfarro.
—¿El sexo cuán importante es para vos?
—Es importante. Somos una pareja que conecta bien desde ahí: buscamos los momentos, las fantasías. Y por suerte tengo un compañero que está en la misma búsqueda, así que eso está bueno.
—¿La fecha de casarse en octubre del año que viene, es real?
—Sí, pusimos fecha. Cuando Gasti me propuso casamiento la idea fue en enero de este año. Después nos pasó lo de Loft y la verdad es que queremos disfrutar este proceso, entonces lo pasamos para octubre de 2024.
—Se viene una serie también.
—Sí, disfruto un montón actuar. Muy agradecida con la oportunidad que tuve de hacer Barras en 2021, que recién se vio este año. Creo que me trajo un montón de cosas lindas de poderme identificar con la parte de actriz que tengo, que fue para lo que me preparé. Estoy muy contenta con esta serie que se viene: hermoso elenco con Gonzalo Heredia, Viole Urtizberea, Luciano Castro, Agustín Sullivan.
—¿Cómo definís este momento presente?
—Me encuentro en un momento en el que trato de estar donde quiero genuinamente de corazón. Escucharme y hacer lo que tengo ganas de hacer, y eso implica a veces generar dolor en algunas personas porque las corrés a un costado. Pero por fin me estoy haciendo cargo de hacer lo que tengo ganas de hacer, y de estar con quien quiero estar.
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